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26 de septiembre de 2025

NUESTRAS PROMESAS A DIOS

Cumple lo que prometes, pues más vale no prometer, que prometer y no cumplir. No permitas que tus labios te hagan pecar, y luego digas ante el enviado de Dios que lo hiciste por error. ¿Por qué hacer que Dios se enoje por lo que dices y destruya lo que has hecho? (Eclesiastés 5:4-6, DHH).

A Dios le ha placido darnos preciosas promesas. Éstas alimentan nuestra fe, y nos ayudan a vivir con valor y con esperanza ¿Recuerdas algunas de ellas? El Señor siempre cumple sus promesas, Él nunca falla. ¿Y qué de nosotros? ¿Es correcto hacerle promesas a Dios? En ninguna parte de la Biblia existe un mandato a hacer promesas a Dios, porque estas deben ser voluntarias, hechas de corazón. Simplemente, espera que los cristianos vivamos conforme a nuestra fe en Cristo y sus enseñanzas. Sin embargo, en la Escritura se manda cumplir lo que se le ha prometido tal como lo dice el texto bíblico con que iniciamos esta reflexión. Veamos algunos ejemplos de personajes bíblicos que hicieron promesas a Dios de manera voluntaria, como muestra de su profunda fe y gratitud al Señor, especialmente luego de recibir respuesta a sus oraciones y experimentar la salvación de Dios. 

La primera promesa o voto registrado en la Biblia la hizo Jacob cuando huía de su hermano Esaú. De noche, en medio de cierto paraje, Dios le habló en sueños y le prometió hacer de él y de su descendencia, un pueblo especial. Le dijo el Señor: “Yo estoy contigo y te protegeré dondequiera que vayas (…) te traeré de regreso a esta tierra. No te dejaré hasta que haya terminado de darte todo lo que te he prometido” (Génesis 28:15). Impactado por el sueño Jacob oró a Dios e hizo voto diciendo: “Si fuere Dios conmigo, y me guardare en este viaje en que voy, y me diere pan para comer y vestido para vestir, y si volviere en paz a casa de mi padre, Jehová será mi Dios. Y esta piedra que he puesto por señal, será casa de Dios; y de todo lo que me dieres, el diezmo apartaré para ti” (Génesis 28:20-22). Jacob había deseado fervientemente recibir la bendición especial de Dios, que le correspondía a su hermano Esaú, y que éste había menospreciado. A su tiempo Dios cumplió su palabra y Jacob cumplió fielmente lo que había prometido al Señor su Dios. La fidelidad de Jacob marcó el camino que siguieron sus descendientes. ¿Qué modelo de servicio a Dios estamos dejando a las siguientes generaciones? 

Otro ejemplo lo encontramos en Jonás, el profeta que pretendió huir de Dios y de su responsabilidad, cuando ésta no fue de su agrado (Jonás 1). Por su desobediencia Jonás fue echado al mar en medio de una grande tempestad para luego ser tragado, por un enorme pez. Atrapado durante tres días y tres noches en lo que podría haber sido su tumba, Jonás entendió que había pecado y entonces, clamó a Dios: “Desde la tierra de los muertos te llamé, ¡Y tú, SEÑOR, me escuchaste!”. Jonás, no sólo estaba arrepentido, sino también dispuesto a rectificar su conducta y obedecer la voluntad de Dios. Y dijo Jonás: “Pero yo, con voz de gratitud, te ofreceré sacrificios; cumpliré las promesas que te hice. ¡Solo tú, Señor, puedes salvar!”. De inmediato, Jonás fue liberado sano y salvo (Jonás 2:9-10). ¡Cuántas promesas, votos y juramentos se hacen a Dios desde la euforia, y mayormente, desde la desesperación, para luego echarlos al olvido! Quizá nosotros mismos hemos hecho promesas sin pensar ¿verdad? La pregunta es ¿hemos cumplido ¡Cuidado! no sea que recibamos también una lección tan dura como la que recibió Jonás, que hacer promesas a Dios y no cumplirlas tiene serias consecuencias. Pero, Dios es bueno y nos perdona cuando nos arrepentimos y corregimos nuestro camino.

Otro caso a destacar es el de Ana, una mujer que nunca dejó de confiar en Dios a pesar del sufrimiento que le producía su imposibilidad de ser madre, y el conflicto matrimonial en el que se hallaba (1 Samuel cap. 1). Cuando más afligida y humillada se sentía, Ana buscó a Dios en oración. Dice la Escritura: “Ella con amargura de alma oró a Jehová, y lloró abundantemente" (1 Samuel 1:10).  Ana le confesó a Dios su sentir y su más grande anhelo y al final de su oración hizo una promesa verdaderamente extraordinaria: “E hizo voto, diciendo: Jehová de los ejércitos, si te dignares mirar a la aflicción de tu sierva, y te acordares de mí, y no te olvidares de tu sierva, sino que dieres a tu sierva un hijo varón, yo lo dedicaré a Jehová todos los días de su vida” (v. 11). Dios escuchó la oración de Ana y le concedió su petición y así nació Samuel, cuyo nombre significa “Dios ha escuchado”. Ana, cumplió su promesa a Dios, y fue así que Samuel, habiendo sido llamado al servicio de Dios desde el vientre de su madre, sirvió fielmente al Señor y fue de gran bendición para su pueblo como sacerdote, profeta y juez todo el tiempo que vivió (1 Samuel 7:15). Ana es excepcional como ejemplo de fe, sacrificio y gratitud a Dios ¿Queremos que Dios nos bendiga, nos escuche, nos conceda lo que pedimos? Pero ¿de qué manera le mostramos nuestra gratitud? Alguien dijo una vez que cuando oramos pidiendo algo a Dios, debemos estar dispuestos a ser parte de la respuesta. 

Finalmente está el caso de John Newton, autor del famoso himno "Sublime Gracia". Newton prometió servir a Dios tras su conversión a Cristo y luego de sobrevivir milagrosamente durante una tormenta en 1748. Este hombre que había llevado una vida completamente alejada de Dios pronto renunció a aquello que le había proporcionado grandes ganancias, como era la trata de esclavos. Más adelante se dedicó al ministerio pastoral a tiempo completo, escribió himnos para la gloria de Dios, vivió una vida no exenta de sacrificios y sirvió al Dios hasta su muerte, según lo prometió. Muchos han seguido el ejemplo de Newton a lo largo de la historia cumpliendo su compromiso de vivir por y para Cristo. Esperamos también poder seguir su ejemplo. 

Himno "Todas las Promesas"

Autor del himno: Russell Kelso Carter (1849-1928)


Todas las promesas del Señor Jesús 

son apoyo poderoso de mi fe;

Mientras luche aquí buscando yo su luz,

siempre en sus promesas confiaré.

GRANDES, FIELES,

LAS PROMESAS QUE EL SEÑOR JESÚS HA DADO,

GRANDES, FIELES,

EN ELLAS PARA SIEMPRE CONFIARÉ.

Todas las promesas para el hombre fiel,

el Señor en sus bondades cumplirá.

Y confiando, sé, que, para siempre en Él,

paz eterna el mundo gozará.


Todas las promesas del Señor serán

gozo y fuerza en nuestra vida terrenal;

ellas en la dura tapa nos sostendrán,

y triunfar podremos sobre el mal. 


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