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27 de septiembre de 2017

¡QUÉ VIVA LUTERO!

Pastor Martín Ocaña
Estamos próximos a una fecha histórica: los 500 años del acontecimiento en el cual el monje agustino Martín Lutero clavara sus 95 tesis (o planteamientos teológicos) en la puerta del palacio de la iglesia de Wittemberg, ciudad alemana a orillas del río Elba. Ese hecho (31 de octubre de 1517) tuvo repercusiones no sólo en la Iglesia Católica –del cual él era parte- sino también en toda la sociedad europea y con diversos efectos de alcance mundial. Mucho se puede decir del contexto de Lutero, de sus incoherencias y pasiones (era tan humano como cualquiera de nosotros), de sus limitaciones (incluso teológicas, por increíble que parezca) y de sus condicionamientos a los poderes políticos que lo protegieron. Con franqueza, la discusión es tan amplia que da para toda la vida. Y aunque entre los intérpretes de Lutero (y de las Reformas que le antecedieron y prosiguieron a él) no se pongan de acuerdo sino en unos pocos asuntos, igualmente todos celebrarán los 500 años.

Sorprenden varias cosas hoy: (1) Hay iglesias luteranas donde el legado de Lutero está presente y celebrarán con alegría los 500 años; (2) Hay iglesias luteranas donde Lutero literalmente les es un completo desconocido, pero van a celebrar a lo grande los 500 años; (3) Hay iglesias no luteranas que sí recuerdan a Lutero y las Reformas, y que van a celebrar los 500 años; (4) Hay iglesias –algunas de ellas fundamentalistas- que no simpatizan con Lutero pero que también van a recordar “críticamente” los 500 años; (5) Hay iglesias donde detestan abiertamente los aportes teológicos de Lutero y las Reformas –como la “Sola Escritura” y “Solo Cristo”, por poner dos ejemplos- pero igualmente van a celebrar los 500 años; (6) La Iglesia Católica también recuerda los 500 años, incluso tienen una valiosa producción teológica sobre este tema en los años recientes; (7) Los “nuevos apóstoles” quienes releen a Lutero de una manera tan peculiar que terminan pervirtiéndolo, anuncian también que recordarán los 500 años; (8) Están ciertas ONGs abiertamente anti iglesias evangélicas que también celebrarán los 500 años; y (9) Están de manera infaltable los oportunistas de siempre, que no creen en nada salvo en el dinero de donde venga, y que aprovechándose de la coyuntura y de sus puestos de poder en sus instituciones van a celebrar a Lutero. Algunos de éstos ya han venido celebrando desde el 2016 con viajes a Europa donde se han codeado con las eminencias luteranas de distintas e irreconciliables alas teológicas. ¡Long live to Luther!

Martín Lutero
Si Lutero estuviera vivo sin duda se sorprendería de todos aquellos que dicen respetar su memoria y pensamiento teológico. Cuando todos dicen ser pro-luteranos, simpatizantes de Lutero o herederos de Lutero, entonces tal vez muy pocos le han entendido. Sospecho que algunos no han leído siquiera de forma completa las 95 tesis, pues a la cuarta se aburrieron y optaron por ver un documental sobre Lutero para no pasar por desinformados. Cuando en muchas congregaciones la Sola Escritura ha sido reemplazada en la práctica por la “Sola Experiencia” o la “Sola Emoción”, la Sola Fe por el “Solo Billete” y cuando la crítica al poder religioso y político ha desaparecido en gran parte del “protestantismo” (y sus ramificaciones) porque estos mismos han creado nuevos centros de poder desde donde “hacen teología” sin Biblia y en contra de la iglesia, entonces me parece que pocos –apenas un puñado tal vez- pueden celebrar de verdad los 500 años.

Si de verdad celebramos los 500 años que amemos, entonces, a las personas que viven una religiosidad barata sin Jesucristo. Pero que proclamemos a Jesucristo crucificado, sí, y en toda su densidad histórica, desde esa comunidad misionera del Rey que es la iglesia. Y que amemos también la Biblia, la revelación escrita de Dios, leyéndola y distribuyéndola para que muchos lleguen al conocimiento de la verdadera libertad en Cristo. Una celebración que termina en el brindis y con la expectativa de encontrarse nuevamente en una próxima celebración no es sino un saludo a la bandera, un autoengaño. Oigamos a Lutero una vez más: “Es menester exhortar a los cristianos que se esfuercen por seguir a Cristo, su cabeza, a través de penas, muertes e infierno. Y a confiar en que entrarán al cielo a través de muchas tribulaciones, antes que por la ilusoria seguridad de paz.” (Tesis N° 94-95).

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