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11 de agosto de 2023

¡VIVA EL ARMAGEDÓN!

Soy parte de esa generación de evangélicos que crecí con la idea -repetida no pocas veces en las prédicas dominicales y en programas políticos-religiosos como Club 700 y Club PTL- de que se venía el Armagedón (Apoc 16:16). Claro, el Armagedón pero en la versión de Hal Lindsey (y posteriormente en la de Tim LaHaye). No me culpen, era adolescente y me tragaba todo el discurso teológico-político made in America (republicano o demócrata, da lo mismo en este caso). 

Ese violento discursito lamentablemente no tiene fin. Y esto es posible porque el fundamentalismo ama el Armagedón. Lo proclama, lo desea, lo anuncia, pues nunca se hicieron problemas con los Armagedones que los EE.UU. llevaron a sus enemigos (Hiroshima y Nagasaki, 6 y 9 de agosto de 1945). Dos bombas nucleares causaron más de un cuarto de millón de muertos, aparte de otras consecuencias, pero nunca importó, eran “amarillos”, enemigos del estilo de vida americano.  

Por eso, todos los Armagedones son bienvenidos en tanto sean detonados fuera de casa, nunca en el país de la “libertad”. Que yo sepa, los fundamentalistas nunca cuestionaron las más de mil pruebas atómicas desde 1945. Las bombas nucleares siempre serán bienvenidas si están “del lado correcto” (esta expresión se la escuché a un misionero gringo). Por eso es que aman a Oppenheimer así como amaron a Von Braun, el científico de Hitler al cual le dieron chamba en la NASA. 

Es evidente que esa escatología ficción (política, en realidad) está más interesada en la muerte y en la guerra, no en la vida ni la paz. Pero, al decir de Juan Stam basado en una exégesis seria, Apoc 16:16 no tiene que ver con la guerra sino con la justicia y el juicio de Dios. (Pág. 455 del tomo III de su comentario al Apocalipsis). ¿Nos libraremos algún día de esas escatologías que proclaman con morbo el Armagedón? 

(Las fotos corresponden a las explosiones en Hiroshima y Nagasaki).

Pastor Martín Ocaña Flores

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