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26 de febrero de 2022

EL DIOS MISERICORDIOSO Y JONÁS EL ENOJADO

Pastor Martín Ocaña Flores

El libro de Jonás resalta la misericordia de Dios hacia un pueblo pagano, enemigo de Israel, como lo era Asiria y cuya capital era Nínive. En el pensamiento de Jonás esto era algo completamente absurdo. Y aunque al inicio Dios lo llama para que anuncie su juicio a Nínive (1:1-2), Jonás ni siquiera acepta eso. En su lógica si Dios quiere destruirlos pues que lo haga de una vez.

El que en el pasado, en Israel, fue profeta de Jehová (2 Rey 14:25), es decir “boca de Dios”, ahora ya no lo quería ser. Intentó huir de la presencia de Dios, cosa que es imposible (1:3). Y muy a su pesar Dios le dará una lección que no olvidará (1:15-17; 2:10), que de seguro lo motivó a obedecerle sin chistar cuando lo llamó por segunda vez (3:1-2).

Lo sorprendente del relato es que los ninivitas creyeron a Dios (3:10) cuando Jonás proclamó el mensaje. La advertencia de destrucción por la vida licenciosa y las muchas violencias que llevaban surtió efecto. Absolutamente todos dejaron su mal camino y Dios decidió no destruirlos. En el razonamiento de Jonás no debió haber misericordia de Dios (4:1). Él quería que Dios se adapte a su particular forma de ver a los paganos. 

El libro termina mostrando lo equivocado que estaba Jonás. En realidad lo estuvo desde el principio, cuando decidió desobedecer a Dios. El capítulo 4 finaliza resaltando tanto el enojo de Jonás (vv. 1, 4, 9) como la misericordia de Dios (vv. 2, 11). Y con esto uno se pregunta si podríamos empezar a mirar a los que juzgamos como “paganos” como los mira Dios. 

Cuando el Señor mira el cambio de actitud de los que andan equivocados, lo que corresponde es la misericordia, el perdón. Sucedió con los ninivitas y sucedió con nosotros. Dios quiere la conversión de los pecadores (3:10), y lejos de provocar enojos necios -como el de Jonás- lo que debe suscitar es obediencia para alcanzar con el mensaje de salvación a los perdidos.

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