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6 de agosto de 2021

JESÚS RESUCITADO COMISIONA A SUS HERMANOS

Por: Martín Ocaña Flores

TEXTO BÍBLICO (Mateo 28:1-20)

“Pasado el día de reposo, al amanecer del primer día de la semana, vinieron María Magdalena y la otra María, a ver el sepulcro. Y hubo un gran terremoto; porque un ángel del Señor, descendiendo del cielo y llegando, removió la piedra, y se sentó sobre ella. Su aspecto era como un relámpago, y su vestido blanco como la nieve. Y de miedo de él los guardas temblaron y se quedaron como muertos. Mas el ángel, respondiendo, dijo a las mujeres: No temáis vosotras; porque yo sé que buscáis a Jesús, el que fue crucificado. No está aquí, pues ha resucitado, como dijo. Venid, ved el lugar donde fue puesto el Señor. E id pronto y decid a sus discípulos que ha resucitado de los muertos, y he aquí va delante de vosotros a Galilea; allí le veréis. He aquí, os lo he dicho. Entonces ellas, saliendo del sepulcro con temor y gran gozo, fueron corriendo a dar las nuevas a sus discípulos. Y mientras iban a dar las nuevas a los discípulos, he aquí, Jesús les salió al encuentro, diciendo: ¡Salve! Y ellas, acercándose, abrazaron sus pies, y le adoraron. Entonces Jesús les dijo: No temáis; id, dad las nuevas a mis hermanos, para que vayan a Galilea, y allí me verán. 

Mientras ellas iban, he aquí unos de la guardia fueron a la ciudad, y dieron aviso a los principales sacerdotes de todas las cosas que habían acontecido. Y reunidos con los ancianos, y habido consejo, dieron mucho dinero a los soldados, diciendo: Decid vosotros: Sus discípulos vinieron de noche, y lo hurtaron, estando nosotros dormidos. Y si esto lo oyere el gobernador, nosotros le persuadiremos, y os pondremos a salvo. Y ellos, tomando el dinero, hicieron como se les había instruido. Este dicho se ha divulgado entre los judíos hasta el día de hoy. 

Pero los once discípulos se fueron a Galilea, al monte donde Jesús les había ordenado. Y cuando le vieron, le adoraron; pero algunos dudaban. Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.” (RV 1960).

CONTEXTOS LITERARIO Y SOCIAL

Esta sección final del evangelio de Mateo se divide en tres notorias secciones: Jesús, las mujeres y el mandato (vv. 1-10); Jesús, los discípulos y la comisión (vv. 16-20); y en el medio de ambas, a modo de paréntesis, el soborno de los principales sacerdotes a los soldados (vv. 11-15). 

Hay términos que se repiten. Así, se menciona el gran miedo (fóbou) de la guardia de la tumba. Éstos quedaron como muertos ante el ángel del Señor (v. 4). También las mujeres (v. 1) tuvieron miedo (fóbou) y gran gozo (v. 8), de ahí que el ángel les haya dicho “No temáis vosotras” (v. 5, mé fobeísthe). Las mismas mujeres cuando se encontraron con Jesús tuvieron miedo (v. 10, mé fobeísthe). Mientras esta sensación desagradable e incómoda ante un peligro o algo desconocido aparece en la guardia y en las mujeres, se mencionará por otro lado que algunos discípulos llegaron a dudar de Jesús (v. 17, edístasan). 

Con frecuencia parece contradictorio que junto al miedo se vincule el gran gozo (v. 8), o que junto a la adoración a Jesús aparezca la duda (v. 17). Pero no lo es. Aquí tan sólo el evangelio de Mateo muestra lo que es la naturaleza “humana”, tanto de las fieles mujeres como la de los discípulos. Esas “contradicciones” a veces están en la vida de los creyentes, sobre todo en los momentos difíciles o decisivos. 

También debe mencionarse dos referencias a la “adoración”. Las mujeres cuando salieron del sepulcro y se encontraron con Jesús resucitado le adoraron, (v. 9, prosekúnesa), es decir se postraron. De igual manera, los discípulos, ya en Galilea (v. 16), cuando le vieron a Jesús también le adoraron (v. 17, prosekúnesan). Jesús resucitado suscita la adoración de sus discípulos, lo cual debiera motivarnos a una constante adoración al Señor.

El término “discípulos” aparece varias veces en el relato. El ángel ordena a las mujeres que vayan a decirles a los discípulos (v. 7, toís mathetaís) que Jesús había resucitado de los muertos, cosa que hicieron: fueron donde ellos (v. 8, tois mathetaís autoú). Luego, los principales sacerdotes inventan que los discípulos (v. 13, hoí mathetaí) robaron el cuerpo de Jesús. Más adelante, el evangelista Mateo menciona a los discípulos en Galilea (v. 16, mathetaí). Pero Jesús nunca los llama así, prefiere referirse a ellos como “mis hermanos” (v. 10, toís adelfoís mou). Esto es muy significativo. La comunidad de Jesús es una hermandad espiritual, es la familia del Reino de Dios (12:49-50) que debe incorporar a otros mediante la tarea de hacer discípulos (v. 19, matheteúsate). 

Nos encontramos, al final del evangelio de Mateo, con un evento único e inigualable llevado a cabo por el poder de Dios: la resurrección de Jesús; y la comisión de éste a sus discípulos. ¿Qué podemos decir de ellos? “La resurrección de Jesús es el núcleo central del Nuevo Testamento y del Cristianismo. Sin resurrección no hay Cristianismo: Si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe (1 Co. 15: 14), vuelve a decir el apóstol Pablo.” (Cruz 2017:299). 

Y sobre “la comisión” tenemos que observar que cada uno de los cuatro evangelios muestra un aspecto de ella. “Si nos fijamos en los verbos del último mandato en cada evangelio, el énfasis sobre la acción requerida es diferente: ‘‘hacer discípulos” en Mateo, “proclamar el Evangelio” en Marcos, “ser testigos” en Lucas, y “ser enviados” en Juan. Desde luego, no hay contradicción entre una y otra versión, pero existen matices y énfasis diferentes, que son recogidos y señalados por cada evangelista para la misión en su tiempo y lugar.” (Arias & Arias 2003:22).

PALABRAS Y EXPRESIONES A RESALTAR 

“el que fue crucificado… ha resucitado” (vv. 5-6)

Es importante resaltar la presencia de dos mujeres (“María Magdalena y la otra María”) tanto en el relato de la sepultura (27:61) como en éste. Ellas habían servido a Jesús desde que comenzó su ministerio en Galilea (27:55-56), y no lo iban a dejar por nada. Estuvieron con él hasta el final y fueron, una vez más, al sepulcro “al amanecer del primer día de la semana” (v. 1). Grande fue su sorpresa pues el ángel del Señor, después de remover la piedra que sellaba el sepulcro, les dio el mensaje que Jesús, al que ellas buscaban (v. 5) había resucitado (v. 6).

El encuentro entre las mujeres y el ángel, en medio del asombro, el temor y el gozo, tiene varios elementos pero una verdad mayor: “el que fue crucificado… ha resucitado” (vv. 5-6). La centralidad en el relato acerca de la resurrección es lo que le da sentido a la vida y el ministerio de Jesús el Mesías. Aunque fue torturado, muerto y sepultado, las fuerzas de la muerte no pudieron con él. El que fue crucificado, ante multitudes que lo afrentaban, ha resucitado. ¿Alguien podría negar ese hecho (aparte de los corruptos principales sacerdotes, vv. 11-15)? Con la resurrección Jesús ahora tiene toda autoridad (exousía) “en el cielo y en la tierra” (v. 18), y con ello posibilita la misión universal (vv. 19-20).

“Jesús Nazareno fue crucificado pero resucitó como lo había dicho. Resucitado es sinónimo de viviente. Cristo había muerto realmente, pero ahora volvía a estar vivo, en medio de los suyos. Para confirmar sus palabras, el mensajero celestial invita a las mujeres a ver el lugar donde había estado el cadáver. El sepulcro vacío es el signo que da credibilidad a su mensaje (v. 6).” (Levoratti 2007:396).

“va delante de vosotros a Galilea” (v. 7)

“Por el camino, el Señor resucitado sale al encuentro de las mujeres, que se abrazan a sus pies y lo adoran. El encargo que Jesús les confía confirma la orden que ya les había dado el ángel: ellas deben transmitir a los discípulos la orden de ir a Galilea, donde verán a Jesús.” (Levoratti 2007:396). Se observa que en los vv. 7 y 10 se reafirma el mandato a las mujeres, primero en el ángel y luego en Jesús resucitado, de que en Galilea le verían. Los discípulos obedientes fueron a Galilea, específicamente al monte (v. 16) donde Jesús les había ordenado.  

Pero ¿por qué Galilea? ¿y por qué en un monte (tó óros)? Es evidente que en ambos hay un sentido altamente simbólico. En Galilea comenzó todo. Los primeros discípulos fueron llamados allí (4:12-25). Tal parece que Jesús quiere recomponer el discipulado tomando a Galilea como punto de partida. Galilea era la provincia marginal, mal vista, despreciada hasta por el acento que tenían. Pero desde allí debe expandirse el Reino de Dios “a todas las naciones” (v. 19) con la impronta galilea. 

La referencia al monte, por otro lado, nos recuerda al monte de 5:1 (tó óros) donde Jesús dio su famoso sermón, un discurso que cubre los capítulos 5 al 7. Allí Jesús con su enseñanza corrigió a la tradición farisea (“oísteis que fue dicho”) y sentó las bases de la ética del Reino de Dios (“pero yo os digo”), ahora, en el monte sienta las bases definitivas de la misión (28:19-20). En ambos casos Jesús mostró su autoridad (7:29 y 28:18). La autoridad o potestad (exousía) de Jesús implica el sometimiento de los discípulos a su voluntad.

“Por tanto, id…” (v. 19)

Ahora propiamente Jesús da el mandato misionero a sus hermanos discípulos. “El mandato misionero incluye una revelación (v. 18b), un mandato (v. 19-20a) y una promesa (v. 20b). Por su posición al final del evangelio, estas palabras adquieren el carácter de un testamento.” (Levoratti 2007:398). Efectivamente, se trata de eso. Jesús se va (ascenderá, volverá al Padre) pero la misión del Reino no termina, continúa. La misión no debe quedarse en Galilea, debe llegar a todas las personas de todas las culturas (v. 19, pánta tá éthne). La misión se amplía a todos, el Reino de Dios es de carácter universal (Cf. 10:5-6).

El v. 19 literalmente debe decir “yendo pues” (poreuthéntes oún), es decir la misión se hace en el camino, en la práctica. Mientras los discípulos van por todo lugar, por todo pueblo y cultura, van haciendo a la vez otros discípulos del Reino (matheteúsate). Así como ellos fueron enseñados-discipulados ahora deben hacer lo mismo con otros, a quienes luego los bautizarán “en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”. Es interesante observar que en esta fórmula bautismal no dice “en los nombres” -en plural- sino que se usa el singular (en el nombre, eis tó ónoma), porque Dios es uno solo, una tri-unidad, la trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo).

¿Qué se debe hacer con aquellos ya discipulados y bautizados de todo lugar? Seguir enseñándoles (v. 20, didáskontes). ¿Qué? Todo lo que el Señor les había mandado a ellos. Es decir, el contenido del discipulado se transmite de una generación a otra. Pero el contenido no ha cambiado, sigue siendo el mismo. ¿En qué consiste éste? En el Reino de Dios, es decir en la buena noticia que Dios ya ha venido trayendo su gobierno, su autoridad a todas las personas. Todos deben ser discípulos de Jesús. Y esa tarea no tiene término, de ahí la promesa que él estará con ellos “hasta la consumación del siglo” (éos tes sunteleías toú aiónos). 

“La promesa de la presencia continua del Señor con su pueblo (…) daría significado permanente al nombre Emmanuel (1:23), Dios con nosotros, y revelaría en los términos más claros posibles que la presencia divina jamás se apartaría del pueblo de Dios.” (De Moraes 2019:1253). Jesús resucitado acompaña cada día a sus discípulos en la misión del Reino (v. 20).

IDEA CENTRAL DEL TEXTO

Después del acontecimiento magno (la resurrección), Jesús comisiona a sus discípulos -a quienes llama “hermanos”- para que el Reino de Dios llegue a todos los pueblos o culturas. El medio para ello será el discipulado (que implica el bautismo y la enseñanza). Y él asegura que los acompañara cada día en la tarea encomendada.

LECCIONES QUE APRENDEMOS

Acerca de Jesús:

Jesús resucitado convoca a sus discípulos para darles el mandato misionero, a la vez que les promete su continua presencia. Jesús está hoy y estará cada día con su pueblo en la extensión de su Reino.

Lecciones para todos:

Hemos recibido del Señor el mandato misionero de forma muy clara (hacer discípulos en todo lugar), así como su promesa. Sabemos lo que hay que hacer como hermandad espiritual, como comunidad del Reino de Dios. No hay espacio para equívocos sino sólo para la obediencia.

Fuentes usadas:

Arias, Mortimer & Eunice Arias. (2003). El último mandato. La gran comisión, relectura desde América Latina. Bogotá: Clara – Semilla. 

Cruz, Antonio. (2017). Sermones actuales sobre el Antiguo y Nuevo Testamento. Barcelona: CLIE. 

De Moraes, Sidney. (2019). Mateo, R. Padilla y otros, edits., Comentario bíblico contemporáneo. Buenos Aires: Certeza Unida y otros.

Levoratti, Armando. (2007). Evangelio según san Mateo, A. Levoratti, edit., Comentario Bíblico Latinoamericano. Nuevo Testamento. Navarra: Verbo Divino, 2ª edición revisada.

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