Y mientras comían, tomó Jesús el pan, y bendijo, y lo partió, y dio a sus discípulos, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo. Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos; porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados. Y os digo que desde ahora no beberé más de este fruto de la vid, hasta aquel día en que lo beba nuevo con vosotros en el reino de mi Padre.
Y cuando hubieron cantado el himno, salieron al monte de los Olivos. Entonces Jesús les dijo: Todos vosotros os escandalizaréis de mí esta noche; porque escrito está: Heriré al pastor, y las ovejas del rebaño serán dispersadas. Pero después que haya resucitado, iré delante de vosotros a Galilea. Respondiendo Pedro, le dijo: Aunque todos se escandalicen de ti, yo nunca me escandalizaré. Jesús le dijo: De cierto te digo que esta noche, antes que el gallo cante, me negarás tres veces. Pedro le dijo: Aunque me sea necesario morir contigo, no te negaré. Y todos los discípulos dijeron lo mismo.” (RV 1960).
“el primer día de la fiesta de los panes sin levadura … la pascua” (v. 17)
El relato comienza haciendo referencia a dos fiestas: la Pascua (vv. 2, 17, 18) y la de los panes sin levadura, también llamada Ácimos (v. 17). “El primer día de los Ácimos era probablemente el 14 de Nisán, día en que se limpia la casa para eliminar hasta los últimos rastros de levadura (…). Este día, que en realidad no formaba parte de los siete días de la celebración (Ex 12,14-20), había sido añadido a la fiesta de Pascua y a él se aludía popularmente como «el primer día».” (Levoratti 2007:386). Las celebraciones judías tenían sus formas de llevarlas a cabo y en ello el Señor Jesús guardaba las costumbres que el relato mismo cuenta con ciertos detalles, entre los cuales estaba aquél que se debía comer en la ciudad de Jerusalén.
“id a la ciudad a cierto hombre” (v. 18)
Los vv. 18-19 indican que el Señor Jesús tenía todo preparado para la celebración de la Pascua. Ya había una habitación en la ciudad lista para ser ocupada por él y sus discípulos, la cual pertenecía a “un hombre” -anónimo al igual que la mujer del v. 7- quien conocía a Jesús como “el maestro” (hó didáskalos). Jesús procura salvaguardar la identidad del hombre dado que es alguien que realmente sabe lo que le sucederá a él. El Señor tiene que haber dado a sus discípulos el nombre exacto y la dirección del “fulano” (DHH, NBE, NC). En el griego se lee tón deína, fulano, y el sentido de la oración es “Vayan a la ciudad donde… ustedes ya saben a quién me refiero, y díganle…”.
Los preparativos propios de la fiesta incluían “la compra de los alimentos (cf. Jn 13,29) y su preparación de tal manera que mantuviera vivo el recuerdo de la liberación de la esclavitud en Egipto. Los emisarios de Jesús llevan una consigna convenida de antemano: El Maestro dice: se acerca mi hora. La palabra griega traducida aquí por «hora» es kairós, que tiene el significado específico de «momento oportuno», «tiempo de cumplimiento».” (Levoratti 2007:386).
Esto significa que la Pascua –la cual tenía tanto sentido para la memoria de los judíos- tendrá un sentido nuevo de hoy en adelante, cristológico, para los discípulos del Señor Jesús. Su “tiempo” (hó kairós, v. 18) ya está cerca, será herido (v. 31), es decir tiene que morir. Y aunque los discípulos tendrán que preparar la pascua (v. 19), es decir llevar al cordero pascual al templo para los rituales conforme a la costumbre, el “verdadero cordero” es Jesús mismo. Él es “el cordero de Dios que quita el pecado del mundo” (Jn 1:29), su sangre “por muchos es derramada para remisión de los pecados” (v. 28).
PALABRAS Y EXPRESIONES A RESALTAR
“se sentó a la mesa con los Doce” (v. 20)
Ahora llegó el momento de la esperada cena pascual. Pero realmente será más que eso, pues se anunciará la traición a Jesús (vv. 20-25) y el nuevo significado de la pascua simbolizados por el pan y la copa de vino (vv. 26-29).
El texto muestra dos datos, uno más explícito que el otro. La cena pascual se lleva a cabo conforme a las costumbres judía: Jesús actúa como el padre de familia y por eso dirige la comida, todos meten la mano en el plato, el pan es bendecido y partido entre todos, beben de la misma copa, etc. Cada momento de la cena tenía un sentido comunitario e implicaba amistad y confianza entre todos. “En dicha cultura (…) comer con una persona equivalía a decirle: “Soy tu amigo y no te haré daño”. Este detalle indica cuán despreciable fue la acción de Judas.” (Jaramillo 2002:1557, nota de pie de página).
Efectivamente, la traición de Judas va a hacer que la cena dé un giro inesperado. El Señor va a hacer un anuncio que, sin duda, afectó los sentimientos y emociones de todos los presentes, exceptuando a Judas quien en el relato se muestra con “sangre fría”, descaro y sin honor alguno. “Mientras comían, [Jesús] les anunció solemnemente (les aseguro, lit. en verdad les digo) que uno de los que estaban comiendo con él lo iba a entregar. El lenguaje subraya la proximidad e intimidad del traidor respecto de Jesús.” (Levoratti 2007:386).
La pregunta que hace cada discípulo (¿Soy yo, Señor?, v. 22) muestra no sólo la tristeza sino también una aflicción fuerte porque saben que esa entrega (v. 21) no sólo traerá la muerte a Jesús sino una gran deshonra al traidor. Hay que observar que Jesús no dice el nombre del traidor, y la señal que él da (“el que mete la mano conmigo en el plato”) tampoco ayuda mucho puesto que todos ya habían metido la mano en el mismo plato o fuente (“mientras comían”, v. 21).
Por eso, justamente, es que Judas se siente “tranquilo”. En su lógica cualquiera de la habitación podía caer en sospecha de traición. Y posiblemente sintió alivio que Jesús no haya mencionado su nombre. Además, ¿cómo podrían saber Jesús y los otros discípulos lo que él había tramado junto con la clase religiosa de Jerusalén? Dado que no estaba lo suficientemente claro quién sería el traidor anunciado (v. 21) es que no hubo algún tipo de reacción de nadie.
Pregunta: ¿Los otros once discípulos habrán dudado de sí mismos, es decir habrán pensado que podrían hacer algo inesperado o intempestivo que llevaría a la muerte al Señor? ¿Se sabrían vulnerables y, por tanto, habría la posibilidad de fallarle a Jesús? Por otro lado, el juramento que no se escandalizarían por su muerte (vv. 31, 33, 35) podría interpretarse como necesarias palabras de fidelidad que ratificarían que estarían siempre con Jesús, “en las buenas y en las malas”. Pero ¿por qué hacer un juramento si uno está completamente convencido de su fidelidad y que no traicionará a Jesús?
El Señor proferirá una maldición contra el traidor (v. 24), a lo que Judas se delatará a sí mismo pensando que podía limpiarse de lo que ya había hecho. Ante la pregunta ¿Soy yo, Maestro? el Señor responde claramente “Tú lo has dicho” (v. 25). Observe que cuando a Jesús los otros once le preguntaron ¿Soy yo? él les respondió con una señal que podría implicar a todos. Pero cuando Judas hizo la pregunta el Señor “le da la misma respuesta que al sumo sacerdote Caifás (26,64) y al prefecto Poncio Pilato (27,11): Tú lo has dicho.” (Levoratti 2007:386-387). Y es que Judas Iscariote, el sumo sacerdote y el prefecto romano estaban en el mismo nivel de oposición a Jesús y su Reino.
Nota: Es muy importante saber quién es Jesús, y particularmente en los momentos difíciles o cruciales. Las palabras, además, revelan las creencias y convicciones que se tienen. Los discípulos literalmente preguntaron ¿Acaso soy yo, Señor (Kúrie, v. 22)? mientras que Judas preguntó ¿Acaso soy yo, maestro (rabí, v. 25)? Para Judas Iscariote Jesús nunca llegó a ser “Señor”, título que indicaba su calidad de Rey, de “amo”, o de “patrón” (según las coordenadas culturales de la época). Jesús estaba, en el pensamiento de Judas, a nivel de un fariseo, es decir a lo mucho lo interpretaba como un “rabino” más de los que había en la ciudad.
“esto es mi cuerpo… esto es mi sangre” (vv. 26, 27)
Los vv. 26-27 han sido guardados en la memoria cristiana como el fundamento teológico de lo que hoy llamamos “la cena del Señor” (1 Cor 11:23-26). Ésta, sin embargo, originalmente se encuentra en el contexto de la Pascua judía y el sacrificio de Jesús como el cordero pascual. “Mientras comían” (v. 26), es decir, mientras todos metían la mano en el plato o fuente, hubo lugar para el pan y la copa de vino. A pesar que ya estaba clarísimo quién sería el traidor, Jesús “continúa como si nada, como conviene a un hombre de honor” (Malina & Rohrbaugh 1996:132).
Efectivamente, Jesús no iba a echar a perder la cena pascual por la miserable traición de Judas. Nada debía interrumpir la última cena, ni siquiera la tristeza de sus discípulos (v. 22). Y aunque podemos imaginar el estado anímico de todos, Jesús tenía palabras que los discípulos debían escuchar y transmitir: el pan partido representa a su cuerpo, el vino de la copa representa su sangre derramada para perdón de pecados. El pan y la copa son símbolos del sacrificio de Cristo en la cruz del calvario. Así creemos los cristianos hasta el día de hoy.
“Este pan compartido, que era uno en las manos de Jesús, fue dividido en varios trozos y repartido entre los comensales, como para indicar que todos los comensales deben convertirse en uno por la comunión en el único cuerpo de Cristo. (…) La acción de Jesús sobre la copa de vino. Esta acción de Jesús sigue inmediatamente a la acción sobre el pan, y hay un paralelismo manifiesto entre las palabras pronunciadas sobre el pan y sobre el vino. En el diálogo con los hijos de Zebedeo, Jesús había hablado de la copa para referirse a su propia muerte (20,22). (…) En la última cena, es la copa de la alianza sellada con su sangre. La referencia a la alianza trae a la memoria el recuerdo del éxodo, cuando Moisés roció a los israelitas con la sangre de la alianza (Éx 24,8). En este contexto, la mención de la sangre derramada evoca evidentemente la muerte de Cristo en la cruz.” (Levoratti 2007:387).
Concluye esta parte de la cena con un anuncio-promesa: Jesús ya no participará más de ese acto solemne hasta que estén juntos “en el reino de mi Padre” (v. 29). “Mateo subraya la dimensión comunitaria de la comida escatológica por medio del inciso con “ustedes” (…) todos volverán a encontrarse y a participar de la misma mesa en el reino del Padre. El adjetivo “nuevo” no significa que habrá después una nueva clase de vino, sino que llama la atención sobre la radical novedad del reino futuro. (Levoratti 2007:388).
“las ovejas del rebaño serán dispersadas” (v. 31)
Los vv. 30-35 cuentan lo que sucedió inmediatamente a la cena: después de cantar un salmo -conforme a la costumbre- salieron al monte de los Olivos. Allí el Señor anuncia que todos serán “escandalizados” esa misma noche (v. 31). El término scandalisthésesthe tiene el sentido de perder algo (literal o figuradamente), y aquí significa “perder la fe” (DHH), “perder la confianza” (BLS) o “sufrir tropiezo” (F. Lacueva). La palabra griega no tiene el significado moderno de “alborotar” ni de algo “bochornoso”. Todos los discípulos al ver al pastor herido perderían la confianza en Jesús y serán dispersados. Todos menos Judas, él ya no está con ellos pues -una vez descubierto como traidor, v. 25- fue donde los que le pagaron las treinta monedas (v. 47).
Frente a este anuncio terrible del Señor, que habla de su soledad o abandono en los momentos difíciles, los once discípulos prometen fidelidad extrema, hasta la muerte (v. 35). Pero se trata de palabras que no llegarán a tomar forma. De hecho, no pudieron ni siquiera velar una sola hora (v. 40). El traidor ahora es mostrado por Jesús: “ved, se acerca el que me entrega” (v. 46).
“Camino del monte de los Olivos, Jesús predice el desconcierto y la huida de sus discípulos en la hora decisiva. (…). Pedro, sin apoyarse en la oración sino sólo en sus propias fuerzas le ha prometido fidelidad, pero ante las primeras dificultades negará que lo conoce (Mt 26:56b, 69-75). Jesús, antes de separarse de ellos, los convoca para el último encuentro en Galilea.” (Biblia de América 1994:1497, nota de pie de página). Sí, Galilea, el lugar donde Jesús llamó a sus primeros discípulos, es ahí donde el Señor resucitado los comisionará. Al momento, sin embargo, tiene que enfrentar la amarga copa de la muerte.
IDEA CENTRAL DEL TEXTO
El relato nos muestra a Jesús en sus últimos momentos con sus discípulos, previo a su arresto y muerte. Se destapa la traición de Judas y se anuncia la dispersión de sus discípulos. La Pascua tendrá un significado mayor que el que tenía para los judíos: Jesús es el cordero de Dios, el cordero pascual que será sacrificado para perdón de los pecados, además que será recordado por medio del pan y la copa.
LECCIONES QUE APRENDEMOS
Jesús, en medio de una conflictiva y apasionada cena pascual, anuncia una vez más que irá a la muerte, sólo que lo hace simbólicamente utilizando el pan y la copa. No evita el señalar al traidor Judas, ni a los otros discípulos que sufrirán tropiezo en el momento difícil. La verdad, con frecuencia, es dura.
Lecciones para todos:
Es algo complicado encontrar lecciones en esta historia, a menos que sea por la vía negativa. En los discípulos hay una sensación de duda, de preocupación, incluso de palabras que a veces mejor es no decirlas (v. 35). Tal vez podríamos aprender a ser más seguros de nuestra fe y mucho más cautos con lo que decimos o prometemos al Señor.
Fuentes usadas:
Biblia de América. (1994). Madrid: PPC – Verbo Divino – Sígueme.
Jaramillo, Luciano, edit. (2002). Biblia de estudio NVI. Miami, FL: Vida – Zondervan.
Levoratti, Armando. (2007). Evangelio según san Mateo, A. Levoratti, edit., Comentario Bíblico Latinoamericano. Nuevo Testamento. Navarra: Verbo Divino, 2ª edición revisada.
Malina, Bruce & Richard Rohrbaugh. (1996). Los evangelios sinópticos y la cultura mediterránea del siglo I. Comentario desde las ciencias sociales. Navarra: Verbo Divino.
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