2 de septiembre de 2025

¿ENTIENDES LO QUE LEES?

 Pastor Martín Ocaña

Del helenista Felipe, uno de los siete elegidos por la iglesia para servir a las viudas que había en la iglesia de Jerusalén (Hch 6:2-5), se cuentan historias acerca de cómo desarrolló un ministerio evangelizador en Samaria (Hch 8:5-12) y en otras ciudades más (Hch 8:40). Una de ellas es cuando se encuentra con el etíope eunuco, quien siendo un simpatizante de la fe judía tenía un gran interés por saber de quién hablaba el profeta Isaías (Hch 8:28). Entre ellos hubo este diálogo: “Pero ¿entiendes lo que lees? Él dijo: ¿Y cómo podré, si alguno no me enseñare? Y rogó a Felipe que subiese y se sentara con él.” (Hch 8:30-31)

Realmente es imposible saber de Jesús el Mesías al margen de la Escritura. Felipe le enseñó al etíope, éste se hizo cristiano después que oyó del Evangelio de Jesús (Hch 8:35) y hasta fue bautizado (Hch 8:38). ¿Qué hubiera sido del etíope si nunca hubiera permitido que Felipe lo instruyera? Razón tenía el pastor Juan Varetto al observar que “Nada aprenden los que piensan que todo lo saben. Nunca adelantan los que no preguntan, los que no leen ni estudian, los indiferentes, los que no tienen inquietudes.” (LOS HECHOS DE LOS APÓSTOLES EXPLICADO. Buenos Aires: Editorial Evangélica Bautista, 1952, pág. 90).

¿Entiendes lo que lees? Es una pregunta que debe hacerse de tanto en tanto a los bautizados de nuestras congregaciones. Digo esto porque la fe argumentada ha cedido su lugar muy rápidamente a un tipo de fe que privilegia fundamentalmente las emociones. Como que la “Sola Escritura” fue más un anhelo o proyecto que una realidad. Y estoy convencido que en algunos espacios hasta se debería preguntar ¿Entiendes lo que no lees? ¿Comprendes el Evangelio de Jesús y sus implicancias personales y sociales? Tamaña tarea que tenemos hoy los pastores y maestros de la Palabra.


21 de mayo de 2025

PREDICA LA PALABRA

KÉRIXON TÓN LÓGON, “PREDICA LA PALABRA”. Así exhorta el apóstol Pablo al joven pastor Timoteo (2 Tim 4:2). ¿Qué Palabra? La que conoce desde su niñez, la Sagrada Escritura (2 Tim 3:15-16). Sí, esa que ha formado su carácter y preparado para la misión evangelizadora (Hch 16:1-3). Es con esa Palabra que debe confrontar a los palabreros -y su auditorio- que prefieren las fábulas, genealogías y cuentos (2 Tim 4:3-4; 1 Tim 1:3-4). Bien comenta Juan Calvino: “Por consiguiente, como toda nuestra sabiduría está contenida en las Escrituras, ni nosotros ni los maestros debemos sacar nuestra enseñanza de ninguna otra fuente.” 

    A lo largo de mi vida he escuchado predicaciones que no me han edificado en nada. Está el que siempre predicaba de su familia. Todos conocíamos sus anécdotas y chistes que debían quedar sólo en casa. Está el que siempre Dios -decía él- le daba revelaciones en sueños. Está el otro que se jactaba de sus viajes al extranjero y las personas “importantes” que conocía. Está también el que siempre lloraba sin razón alguna y el otro que con gritos “exhortaba” a los fieles. Los fantasiosos y especuladores también tienen su lugar en esta lista. Y algunos alardeaban que era el Espíritu quien hablaba por ellos. Puedo poner más ejemplos, pero suficiente con los que he mencionado. 

    Sí, también he escuchado a predicadores fieles a la Palabra, y yo no quería perderme ningún sermón. A leguas se notaba que habían pasado horas estudiando el texto bíblico y considerando los contextos. Además, vinculaban pastoralmente el tema o pasaje bíblico con la realidad de los fieles. Es de resaltar que cuando el apóstol Pablo escribe a Timoteo le pide que lo visite y lleve su capa, los rollos y los pergaminos (2 Tim 4:13). Los rollos pueden referirse a cualquier tipo de libros, lo que incluye algún o algunos libros del Antiguo Testamento, y los pergaminos serían hoy cuadernos para escribir. Pablo estudiando y escribiendo hasta el final. ¡Gran ejemplo para los predicadores de la Palabra! 

1 de abril de 2025

LA PIEDAD CRISTIANA

 

    EL APÓSTOL PABLO ESCRIBE al pastor Timoteo: “Ejercítate (gýmnaze) para la piedad (eusébeian); porque el ejercicio corporal (somatiké gimnasía) para poco es provechoso, pero la piedad (eusébeian) para todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida (zoes) presente, y de la venidera.” (1 Tim 4:7-8). Estas palabras, en la prédica popular, generalmente han denigrado el ejercicio físico. Se ha dicho que la gimnasia física-corporal es una pérdida de tiempo, algo inútil, etc. Y con ello se ha menospreciado el cuerpo de forma consciente o inconsciente. Pero Pablo nunca ha dicho tal cosa. Si hace la comparación con la gimnasia de la piedad es porque la eusébeian, para Pablo, es un valor espiritual que Timoteo y la iglesia deben aprender. De ahí que la mencione varias veces en su carta.

    Muchas veces se ha olvidado que Timoteo servía en Éfeso, una ciudad del Asia Menor donde la cultura greco-romana predominaba y en la cual las competencias atléticas eran muy valoradas. Es probable que algunos miembros de la iglesia le hayan dado una importancia exagerada a la gimnasia en detrimento de la piedad (eusébeian). “El ejercicio corporal aquí está en contraste con el ejercicio de la piedad. (…) El autor [Pablo] hace hincapié en el aprecio por el ejercicio corporal; si éste es una cosa buena, mucho más es el ejercicio de la virtud de la piedad. Una sensibilidad religiosa que busca la voluntad de Dios en todas las cosas es de gran valor porque incluye no solo los valores de este mundo, sino también los de la «vida futura».” (Martin, 2007, pág. 1020).

    Ahora, quien se ejercita en lo corporal sabe de disciplina y rigores. Me pregunto ¿Y cómo es con la gimnasia de la piedad? (Pues nadie consigue ser un cristiano piadoso de la noche a la mañana). “Este pasaje nos apremia a ser disciplinados. Esto está implicado en la comparación de la piedad con el ejercicio físico. La piedad no es pasiva sino activa. Así como el ejercicio físico desarrolla el cuerpo y la gimnasia aeróbica mejoran la función del corazón, un andar piadoso tiene sus efectos benéficos en el carácter.” (Liefeld, 2015, pág. 160). Pero para dicho andar / vivir (1 Tim 3:15-16) es necesaria la oración (2:1-2), el ser ejemplo de los creyentes (4:12), el acompañamiento de la justicia, la fe, el amor, la perseverancia, la mansedumbre (6:11), y la enseñanza y la obediencia de la Palabra (4:13; 6:14). ¡Tremendo desafío que nos dejó Pablo!

Notas Bibliográficas:

Liefeld, Walter. (2015). 1 y 2 Timoteo, Tito. Miami, FL.: Vida.

Martin, Seán. (2007). Primera carta a Timoteo, A. Levoratti, edit. Comentario bíblico latinoamericano. Nuevo Testamento. Navarra: Verbo Divino.

11 de febrero de 2025

AMISTAD, DIVINO TESORO

Por: Martín Ocaña

 Concordaremos en que la amistad -siguiendo la clásica definición del diccionario- es el afecto personal y desinteresado que se comparte con otra(s) persona(s), y que se fortalece mediante el continuo trato, es decir en el marco de las relaciones personales. Está implícito que el afecto debe ser recíproco (Proverbios 18:24), lo que nos habla de lo que es sustantivo: el mutuo conocimiento el cual es raíz de toda confianza y amistad. ¿Cómo se podría tener amistad y confianza con una persona a la que apenas se conoce?

    La Biblia dice bastante sobre la amistad. Abraham era amigo de Dios, pero ciertamente hubo amistades notables. Una joven viuda logra la amistad de su suegra (también viuda). Juntas se apoyan y logran vencer las adversidades. Ellas son Rut y Noemí. Dos jóvenes se conocen, uno llega a ser admirado por una proeza militar, y el otro es el hijo del rey. Su amistad sobrepasa todo obstáculo. Son David y Jonatán. Según el evangelio de Lucas, Jesús era amigo de Lázaro, Marta y María (Juan 11:5). Y Jesús considera a sus discípulos como sus amigos (Juan 15:14), pero quiere que obedeciéndole lleven mucho fruto (Juan 15:15-16).

    “La llamada de Jesús a sus discípulos -que es igualmente nuestra vocación cristiana- es una llamada a la amistad. Con dos características: primero, Jesús toma la iniciativa; él quiere hacerse nuestro amigo y seducirnos con su amistad (…). Segundo, su llamada a la amistad es progresiva, se va renovando más y más intensamente durante el transcurso de su relación con los apóstoles, lo cual es igualmente un símbolo de nuestra propia vida cristiana, donde la amistad con Dios se hace progresivamente exigente.” (Segundo Galilea. LA AMISTAD DE DIOS. EL CRISTIANISMO COMO AMISTAD. Madrid: Ediciones Paulinas, 1987, pág. 23).

Leí acerca del valor de la amistad en el ministerio de Martin Lutero. ¿Qué habría sido de la Reforma sin los amigos que confiaron en él, que lo protegieron, que lo ayudaron a expandir el mensaje renovador, y que, además, lo financiaron? Algo similar ocurre hoy con la iglesia y sus ministerios en dirección al Reino de Dios. La amistad permite trabajar juntos con la confianza en que la obra de Dios será hecha y progresará. ¿Qué se opone a la amistad? El egoísmo, el ensimismamiento, a veces la soberbia. Por lo mismo, en la comunidad cristiana procuremos ser amigos de Dios y amigos-hermanos. 


22 de enero de 2025

"LOS FUNDAMENTALISMOS ANTE JESÚS"

Por: Martín Ocaña Flores

Los fundamentalistas de estos lares no dejan de sorprendernos. Tienen respuesta y explicaciones para todo, incluso para preguntas que no les han hecho o acontecimientos que aún no han sucedido. Para cada atropello en Gaza (y luego en el Líbano y otros lugares más de por allí) siempre hay muchos versículos del Antiguo Testamento (pésimamente interpretados) con los que justifican tales masacres. “Dios pelea por su pueblo”, añaden. “El reloj de Dios”, sí, claro. Pero ahora han ampliado el panorama. Los incendios en Los Ángeles son parte del juicio de Dios a los gringos soberbios y blasfemos. Hasta citan 2 Pedro 3:7 para explicar lo que pasa por allá. Lo peor es que hay quienes les creen.

    En lo personal preferiría que se interpretara teológicamente lo que pasa por acá, pero no con lecturas falsas y fanáticas de la Biblia. Debo recordar, de pasada, que ni Israel ni Estados Unidos son “el todo” o “lo único” a mirar. En setiembre pasado en veinte regiones del Perú hubo grandes incendios, pero no recuerdo a ningún fundamentalista interpretando lo acontecido. Ya ni mencionar a las decenas de muertos -en diciembre del 2022 y enero del 2023- cuya sangre sigue clamando al cielo por justicia y que nadie hace caso. ¿Es que sólo hay “profecías” para Israel y Estados Unidos? ¿Es que no hay un mensaje de Dios para nosotros, acá en el Perú? 

    El filósofo Emmanuel Levinas en 1976 escribió: “Las guerras mundiales -y locales-, el nacional-socialismo, el estalinismo -y aún la desestalinización-, los campos de concentración, las cámaras de gas, los arsenales nucleares, el terrorismo y el desempleo, son demasiado para una sola generación que ha sido mucho más que su testigo.” (Los imprevistos de la historia. Salamanca: Sígueme, 2006, p. 9). Efectivamente, es así, pero ¿El lawfare, es decir la instrumentalización de la justicia para perseguir “legalmente” a los opositores, los diversos crímenes desde los poderes, el deterioro casi irreversible de la democracia, la destrucción del ecosistema, etc., no son también demasiado para nuestra generación?

    En un debate de Jesús sucedió lo siguiente: “Vinieron los fariseos y los saduceos para tentarle, y le pidieron que les mostrase señal del cielo. Mas él respondiendo, les dijo: Cuando anochece, decís: Buen tiempo; porque el cielo tiene arreboles. Y por la mañana: Hoy habrá tempestad; porque tiene arreboles el cielo nublado. ¡Hipócritas! que sabéis distinguir el aspecto del cielo, ¡más las señales de los tiempos no podéis! (Mateo 16:1-3). ¡Qué lenguaje el del Señor Jesús! ¡No se intimidó ante los representantes del poder religioso y político! Pero el leer los signos de los tiempos -como sabemos- no es un mero ejercicio académico, siempre es una invitación a actuar desde el compromiso con el Reino de Dios.