Por: Martín Ocaña Flores
TEXTO BÍBLICO (Mateo 24:1-51)“Cuando Jesús salió del templo y se iba, se acercaron sus discípulos para mostrarle los edificios del templo. Respondiendo él, les dijo: ¿Veis todo esto? De cierto os digo, que no quedará aquí piedra sobre piedra, que no sea derribada. Y estando él sentado en el monte de los Olivos, los discípulos se le acercaron aparte, diciendo: Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo? (vv. 1-3).
Respondiendo Jesús, les dijo: Mirad que nadie os engañe. Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán. Y oiréis de guerras y rumores de guerras; mirad que no os turbéis, porque es necesario que todo esto acontezca; pero aún no es el fin. Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares. Y todo esto será principio de dolores. Entonces os entregarán a tribulación, y os matarán, y seréis aborrecidos de todas las gentes por causa de mi nombre. Muchos tropezarán entonces, y se entregarán unos a otros, y unos a otros se aborrecerán. Y muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos; y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará. Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo. Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin. Por tanto, cuando veáis en el lugar santo la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel (el que lee, entienda), entonces los que estén en Judea, huyan a los montes. El que esté en la azotea, no descienda para tomar algo de su casa; y el que esté en el campo, no vuelva atrás para tomar su capa. Mas ¡ay de las que estén encintas, y de las que críen en aquellos días! (vv. 4-19)
Orad, pues, que vuestra huida no sea en invierno ni en día de reposo; porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá. Y si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo; más por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados. Entonces, si alguno os dijere: Mirad, aquí está el Cristo, o mirad, allí está, no lo creáis. Porque se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos. Ya os lo he dicho antes. Así que, si os dijeren: Mirad, está en el desierto, no salgáis; o mirad, está en los aposentos, no lo creáis. Porque como el relámpago que sale del oriente y se muestra hasta el occidente, así será también la venida del Hijo del Hombre. Porque dondequiera que estuviere el cuerpo muerto, allí se juntarán las águilas. (vv. 20-28)
E inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas. Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria. Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro. De la higuera aprended la parábola: Cuando ya su rama está tierna, y brotan las hojas, sabéis que el verano está cerca. Así también vosotros, cuando veáis todas estas cosas, conoced que está cerca, a las puertas. De cierto os digo, que no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. Pero del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino sólo mi Padre. Mas como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre. Porque como en los días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dando en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca, y no entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos, así será también la venida del Hijo del Hombre. (vv. 29-39)
Entonces estarán dos en el campo; el uno será tomado, y el otro será dejado. Dos mujeres estarán moliendo en un molino; la una será tomada, y la otra será dejada. Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor. Pero sabed esto, que si el padre de familia supiese a qué hora el ladrón habría de venir, velaría, y no dejaría minar su casa. Por tanto, también vosotros estad preparados; porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no pensáis. ¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente, al cual puso su señor sobre su casa para que les dé el alimento a tiempo? Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga, le halle haciendo así. De cierto os digo que sobre todos sus bienes le pondrá. Pero si aquel siervo malo dijere en su corazón: Mi señor tarda en venir; y comenzare a golpear a sus consiervos, y aun a comer y a beber con los borrachos, vendrá el señor de aquel siervo en día que éste no espera, y a la hora que no sabe, y lo castigará duramente, y pondrá su parte con los hipócritas; allí será el lloro y el crujir de dientes.” (vv. 40-51) (RV 1960).
CONTEXTOS LITERARIO Y SOCIAL
Los caps. 24 y 25 están unidos temáticamente, aunque escritos en distintos géneros literarios. La discusión anterior giró en torno a la religiosidad vacía y sin frutos que ha pervertido al templo de Dios (21:12-19). Jerusalén, que simboliza el poder político y religioso, mata a los profetas (23:37), razón por la cual se quedan con su casa -o templo- desolado (23:38). De ahí que 24:1 muestre a Jesús saliendo del templo (24:1) y profetizando su destrucción (24:2).
El texto sitúa a Jesús y sus discípulos en el monte de los Olivos (24:3), en donde el Señor responde las preguntas que le hicieron: ¿Cuándo serán estas cosas? ¿Y qué señal habrá de tu venida, y del fin de siglo? (24:3). El Señor Jesús en su disertación mencionará varias “señales” así como también algunos “deberes” (24:4-51), para luego narrar dos parábolas acerca del Reino de Dios (las diez vírgenes, 25:1-13; los talentos, 25:14-30), y concluir con el anuncio del juicio de Dios (25:31-46), utilizando en parte un lenguaje figurado.
La parábola de las diez vírgenes es una exhortación a estar atentos o alertas frente a la venida de Cristo (25:13). No se puede ser tan desprevenido o confiado ante tan magno evento. La parábola de los talentos, por su parte, es una crítica a los que no llevan frutos para el Reino de Dios (25:29-30). Esta última parábola tiene el mismo mensaje que la de los labradores malvados: “el Reino de Dios será quitado de vosotros y será dado a gente que produzca los frutos de él” (21:43, 45). Cuando Dios juzgue lo hará como el Rey que da su herencia -el Reino- a los que obraron como Jesús, es decir a aquellos que socorrieron a “los pequeños” (25:34, 40, 46).
La “venida” del Señor: Este tema no es uno más en la enseñanza del Señor. Está en la pregunta de los discípulos (parousías, 24:3) y en la respuesta de Jesús: al Hijo del Hombre viniendo (erjómenon, 24:30), venida del Hijo del Hombre (parousía, 24:37, 39), venir vuestro Señor (érjetai, 24:42), el Hijo del Hombre vendrá (érjetai, 24:44), su señor venga (elthón, 24:46), vendrá el señor (héxei, 24:50). Incluso, en las parábolas, se menciona la venida: vino el Señor (érjetai, 25:19), el Hijo del Hombre venga (élthe, 25:31). La segunda “venida” de Cristo -anunciada con distintos términos griegos- es profecía y esperanza, la cual domina los caps. 24 y 25 de Mateo.
Nota de traducción: La expresión sunteleías toú aiónos (24:3) se repite en 13:40, 49 y 28:20. En 13:39 aparece como suntéleia ainós éstin, y la RV 1960 los ha traducido como “fin del siglo”, “fin de este siglo” y “fin del mundo”. Otras traducciones dicen “consumación del siglo” (NT Besson) y “consumación de la era” (Biblia Textual), lo cual nos ayuda a entender mejor el sentido de la expresión griega. La RV 1960 al traducir 28:20 por “fin del mundo” transmite la idea que este mundo -es decir, la tierra, el globo terráqueo- tiene “un final”, es decir llegará un día en que la tierra o mundo se acabará. Nada de eso significa sunteleías toú aiónos. La era presente, el sistema organizado -el eón o “siglo”- tal como hoy lo vemos un día cesará, es decir ya no existirá más. Lo que parece perenne se acabará y el Reino de Dios vendrá (“venga tu Reino”, 6:10).
“El Nuevo Testamento emplea diversos términos cuando se refiere al mundo. Emplea, por ejemplo, la palabra kósmos (disposición ordenada). (…) Utiliza también el vocablo aión, del que procede nuestro “eón” que designa un largo periodo, una época. (…) El término kósmos es utilizado mayormente cuando connota una referencia positiva. Cuando la referencia es de signo negativo, o bien aparece usada la palabra aión o bien se antepone un adjetivo peyorativo a la palabra kósmos. El vocablo aión pudiera también traducirse por “espíritu del mundo” o por “este siglo”, más que por “mundo”. La Biblia no tiene nada contra “el mundo”.” (Cox 1974:18-19).
“La interpretación de este discurso escatológico no es nada fácil. Una simple lectura muestra que hay en él una notable variedad de géneros literarios: anuncios proféticos, exhortaciones de carácter moral, sentencias sapienciales y parábolas. También abundan las alusiones a pasajes del AT. Sin embargo, el lenguaje que predomina en el discurso es el típico de los escritos apocalípticos, cuyo estilo inconfundible se caracteriza por el recurso a imágenes deslumbrantes, por su acentuado simbolismo y por la puesta en escena de elementos catastróficos (guerras, oscurecimiento del sol y la luna, caída de los astros y otras conmociones cósmicas).” (Levoratti 2007:379).
PALABRAS Y EXPRESIONES A RESALTAR
Las “señales” que acompañan la Parusía:
Una forma difundida de entender el discurso de Jesús ha sido el estar muy atentos a las señales que allí se mencionan y buscar su “cumplimiento” en los acontecimientos contemporáneos. Pero se trata de una forma desacertada de entender las señales. Las señales no son fin en sí mismas, siempre apuntan a algo. Las señales siempre nos previenen de una situación o hecho que puede cambiar drásticamente nuestras vidas. A las señales, en suma, hay que darles atención pero no más que a “lo central”: la venida del Señor, ésta es la señal definitiva (v. 30). La Parusía debe motivar a los cristianos a obedecerle y servirle.
Lista de señales: vendrán muchos haciéndose pasar por Cristo y engañarán a las personas (vv. 5, 24), guerras y rumores de guerras (vv. 6, 7), pestes (v. 7), hambrunas (v. 7), terremotos (v. 7), persecución por causa de Jesús (v. 9), traiciones y apostasía (v. 10), presencia de falsos profetas (v. 11), mucha maldad (v. 12), el templo de Jerusalén profanado (v. 15), gran aflicción o tribulación (vv. 21, 29), falsos anuncios de salvación (v. 23), aparecerán falsos mesías y falsos profetas que harán milagros (v. 24), y señales en el cielo o cosmos (v. 29).
Los “mandatos” a la iglesia en el contexto de la Parusía:
La presencia visible de señales no debe ni alarmarnos ni desviar nuestros ojos del Señor. Por lo mismo, aunque los tiempos sean difíciles nuestra obediencia debe mantenerse. Veamos los mandatos del Señor: No dejarse engañar (v. 4), no turbarse (v. 6), perseverar hasta el fin (v. 13), predicar el evangelio del Reino en todo lugar (v. 14), cuidar la vida (vv. 16-18), orar (v. 20), no creer a los falsos anuncios (v. 23), no creer todo lo que se oye (v. 26), saber leer las señales (v. 33), estar preparados (v. 44), y ser fieles y prudentes (vv. 45-46).
“habrá entonces gran tribulación” (v. 21)
Uno de los temas que más se ha resaltado de Mateo 24 -en las predicaciones y en la literatura popular- es lo relacionado con la gran tribulación (v. 21). Pero, como ya vimos, ésta no es más que una de varias señales previas a la Parusía (v. 29). Lo principal no es ésta ni las otras señales, es la venida del Señor trayendo su Reino (v. 30). Ante el Reino definitivo de Dios todo se trastoca, todo es sacudido: el sol, la luna, las estrellas, los poderes del cielo, las tribus de la tierra. Se trata de un lenguaje simbólico que comunica la idea que “la venida de Jesús devuelve la totalidad de la creación a la soberanía de Dios.” (Carter 2007:678).
IDEA CENTRAL DEL TEXTO
Los caps. 24 y 25 de Mateo muestran a un Dios soberano que trae su Reino de gloria en Jesucristo (24:30 y 25:31), después que en la tierra se dan una serie de señales que apuntan a la Parusía. En ese contexto hay que seguir obedeciendo al Señor. Dios tiene todo bajo control, pero un día tendremos que darle cuenta a él de lo que hicimos (25:31-46).
LECCIONES QUE APRENDEMOS
Acerca de Jesús:
Jesús enseña acerca de su Parusía (la llegada plena del Reino de Dios), pero indicando que hay que estar alertas a las señales y en una actitud de obediencia respecto a sus mandatos.
Jesús con mucha perspicacia no responde la primera pregunta de los discípulos (¿cuándo?, v. 3), dado que podrían hacer cálculos de posibles fechas acerca “del fin del siglo” (Cf. Mc 13:32). Jesús opta por asegurarles que el Reino vendrá en su plenitud en la Parusía.
Lecciones para todos:
Los cristianos estamos seguros en la palabra de Jesús cuando enseñó acerca de su segunda venida (Parusía). Hay que estar atentos a las señales, pero sobre todo hay que obedecer sus mandatos. Las tribulaciones que se presentan en la historia no nos eximen de vivir correctamente ante los ojos del Señor.
Fuentes usadas:
Carter, Warren. (2007). Mateo y los márgenes. Una lectura sociopolítica y religiosa. Navarra: Verbo Divino.
Cox, Harvey. (1974). El cristiano como rebelde. Madrid: Marova.
Levoratti, Armando. (2007). Evangelio según san Mateo, A. Levoratti, edit., Comentario Bíblico Latinoamericano. Nuevo Testamento. Navarra: Verbo Divino, 2ª edición revisada.
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