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5 de marzo de 2021

JESÚS Y LAS MULTITUDES SACIADAS

Por: Martín Ocaña Flores

TEXTO BÍBLICO (Mateo 14:13-21)

“Oyéndolo Jesús, se apartó de allí en una barca a un lugar desierto y apartado; y cuando la gente lo oyó, le siguió a pie desde las ciudades. Y saliendo Jesús, vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos, y sanó a los que de ellos estaban enfermos. 

Cuando anochecía, se acercaron a él sus discípulos, diciendo: El lugar es desierto, y la hora ya pasada; despide a la multitud, para que vayan por las aldeas y compren de comer. Jesús les dijo: No tienen necesidad de irse; dadles vosotros de comer. Y ellos dijeron: No tenemos aquí sino cinco panes y dos peces. Él les dijo: Traédmelos acá. 

 Entonces mandó a la gente recostarse sobre la hierba; y tomando los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, bendijo, y partió y dio los panes a los discípulos, y los discípulos a la multitud. Y comieron todos, y se saciaron; y recogieron lo que sobró de los pedazos, doce cestas llenas. Y los que comieron fueron como cinco mil hombres, sin contar las mujeres y los niños”. (RV 1960).

CONTEXTOS LITERARIO Y SOCIAL

“Oyéndolo Jesús, se apartó de allí en una barca a un lugar desierto y apartado” (v. 13)

Según el contexto literario anterior (14:1-12), Juan el profeta había sido asesinado de una forma cruel por Herodes. Esa noticia se la hicieron saber a Jesús (14:12). Juan no sólo había sido su precursor en el camino del Reino de Dios, sino que era su pariente. La última vez que supo algo de Juan éste estaba encarcelado (11:2). ¿Habría pensado que lo volvería a ver? Ahora, ¿cómo le habrá impactado la noticia de su muerte? ¿Habrá llorado Jesús como cuando lloró por Lázaro? ¿Podemos imaginar todos los recuerdos y sentimientos que habrán pasado por el Señor Jesús en ese triste momento? No debe sorprendernos, por tanto, que Jesús haya buscado estar solo en ese momento, de ahí que se fue a un lugar apartado donde -en teoría- nadie lo encontraría (v. 13a).

Nota aclaratoria: Este relato (multiplicación de panes y peces que satisfacen a una multitud de miles, 14:14-21) se parece mucho al que se narra en 15:32-39. Algunos comentaristas sostienen que es la misma historia, sólo que duplicada en el evangelio por “razones didácticas”. Personalmente creo que Jesús alimentó dos veces de forma milagrosa a las multitudes, según este evangelio. El texto bíblico debe respetarse tal cual ha quedado escrito y fijado en el canon.

“Y Jesús, llamando a sus discípulos, dijo: Tengo compasión de la gente, porque ya hace tres días que están conmigo, y no tienen qué comer; y enviarlos en ayunas no quiero, no sea que desmayen en el camino. Entonces sus discípulos le dijeron: ¿De dónde tenemos nosotros tantos panes en el desierto, para saciar a una multitud tan grande? Jesús les dijo: ¿Cuántos panes tenéis? Y ellos dijeron: Siete, y unos pocos pececillos. Y mandó a la multitud que se recostase en tierra. 

Y tomando los siete panes y los peces, dio gracias, los partió y dio a sus discípulos, y los discípulos a la multitud. Y comieron todos, y se saciaron; y recogieron lo que sobró de los pedazos, siete canastas llenas. Y eran los que habían comido, cuatro mil hombres, sin contar las mujeres y los niños. Entonces, despedida la gente, entró en la barca, y vino a la región de Magdala”. (15:32-39, RV 1960).  

PALABRAS Y EXPRESIONES A RESALTAR

Aclaración bíblica: Los milagros de Jesús no sólo demostraban su poder en tanto Mesías. Ante todo evidenciaba la llegada del Reino de Dios, la gran esperanza de Israel anunciada por los profetas del Antiguo Testamento y por Juan. Aunque los milagros eran distintos (exorcismos, sanidades, resucitaciones, calma de la tempestad, etc.), todos apuntaban a lo mismo. 

Extraña que algunos comentarios bíblicos nieguen la milagrosa multiplicación de panes y peces; y lo reduzcan, más bien, a que Jesús motivó con su ejemplo a la gente a compartir lo que cada uno realmente tenía en su alforja (sólo que no se lo habían hecho saber a los discípulos ni a Jesús). Mi opinión es que o le buscamos una explicación racionalista y altamente hipotética a los relatos de milagro o los aceptamos tal cual están narrados en la Biblia. No hay término medio en esto.

“Y cuando la gente lo oyó, le siguió a pie desde las ciudades” (v. 13b)

La referencia a que Jesús se apartó en una barca (v. 13a) sugiere que cruzó hacia algún lugar cercano a Capernaum, ciudad costera. Había buscado un lugar desértico pero la gente rápidamente lo ubicó y le siguió. Claro, ya antes les había enseñado acerca del Reino de Dios mediante parábolas (13:1-2). Tal vez querían saber más de lo que habían escuchado. El término “siguió” (ekoloúthesan) sugiere la actitud del discípulo que quiere saber más de su Maestro.

A la multitud que le seguía, Jesús los vio, sintió compasión (lit. “se conmovió desde las entrañas”, esplasjnísthe) y sanó (lit. “curó”, etherápeutan) a los que estaban enfermos (v. 14). Jesús, como en 9:36, no ignoró a las multitudes a pesar de su dolor por la pérdida de Juan. Más exactamente, las multitudes no le dejaron que haga duelo. 

“Cuando anochecía, se acercaron a él sus discípulos…” (v. 15)

Al parecer a Jesús no le importó mucho que hubiese sido ya tarde para estar con las multitudes. De la hora, y de las inmediatas necesidades, se percataron sus discípulos. Dado que las multitudes necesitaban comer, el pedido de los discípulos es perfectamente comprensible y realista. Pero Jesús les va a dar una respuesta sorprendente: “dadles vosotros de comer” (v. 16).

“Dadle vosotros de comer” (v. 16)

“Con esta repuesta, él les estaba exigiendo algo totalmente irrealizable. Al verse confrontados con esa demanda, los discípulos apelan una vez más a lo precario de la situación: Aquí no tenemos más que cinco panes y dos peces. La enorme desproporción entre lo que se tenía y lo que sería necesario tener hacía por completo imposible dar de comer a una muchedumbre tan numerosa”. (Levoratti 2007:349). Pero entonces ¿por qué Jesús les dijo eso? ¿Es que quería probarlos para así ver qué solución le darían a esa situación?

“Específicamente Jesús desea despertarlos a la posibilidad de que Él era capaz, en su poder infinito, de suplir la necesidad de aquella multitud. O sea que Él deseaba que comprendiesen la incapacidad de ellos para que dependiesen del poder del Dios encarnado (vea Jn 6:6). Lo que para los hombres es imposible, para Dios es posible (Mt 19:26)”. (Carballosa 2007:495).

“Él les dijo: Traédmelos acá” (phérete moi, v. 18)

En el texto griego el énfasis está en la expresión “a mí” (moi), la cual no aparece en la RV 1960. “El presente imperativo “traed” (phérete) sugiere que la solución de todas las dificultades y problemas descansa en Él y en realidad, es así”. (Carballosa 2007:496). Es decir, lo que parece imposible a los discípulos no lo es para el Señor Jesús. No es un tema de si los discípulos tienen suficiente fe o no. Es quién realmente tiene el poder de Dios como para alimentar a las multitudes, de la misma manera como sucedió con el pueblo de Israel en el desierto en camino a la tierra prometida.

Nota histórica: El evangelista Mateo al contar esta historia adrede utiliza términos que nos recuerdan al pueblo de Israel. Se menciona al “desierto” (vv. 13, 15), la “multitud” (vv. 14, 15, 19), el “comieron” y las “sobras” (v. 20). Éxodo 16 se actualiza en este milagro efectuado por el Señor Jesús. Al final, todos quedan saciados. 

En 2 Rey 4:42-44 se cuenta la siguiente historia: “Vino entonces un hombre de Baal-salisa, el cual trajo al varón de Dios [el profeta Eliseo] panes de primicias, veinte panes de cebada, y trigo nuevo en su espiga. Y él dijo: Da a la gente para que coma. Y respondió su sirviente: ¿Cómo pondré esto delante de cien hombres? Pero él volvió a decir: Da a la gente para que coma, porque así ha dicho Jehová: Comerán, y sobrará. Entonces lo puso delante de ellos, y comieron, y les sobró, conforme a la palabra de Jehová”. Si Dios actuó de forma milagrosa alimentando a los que él quiso, ¿por qué Jesús el Mesías no podría hacer lo mismo?

“Entonces mandó a la gente… y tomando… y levantando… partió y dio” (v. 19)

Jesús, una vez demostrado que los discípulos carecían de la capacidad de alimentar por sí mismos a la multitud, decide actuar poderosamente. Los verbos del v. 19 nos dan la progresión del milagro: una vez la gente recostada Jesús tomó lo que le dieron (cinco panes y dos peces), bendijo el alimento mirando al cielo, y luego lo dio a sus discípulos para que, a su vez, lo repartan entre la multitud. Jesús en este caso hizo el milagro a partir de lo que le dieron. Multiplicó los pocos peces y panes de tal manera que todos comieron y quedaron saciados.

“Jesús hace la voluntad divina de dar de comer al que tiene hambre (cf. 25:35, 37, 42, 44). Actúa en coherencia con su oración de 6:11. Además, su acción es paralela a la de Dios: así como Dios alimentó al pueblo en el desierto, durante el éxodo, también Jesús alimenta a la gente multiplicando los recursos disponibles y distribuyéndolos de manera que haya para todos”. (Carter 2007:452). 

Por otro lado, las referencias a “sobre la hierba” (v. 19), las “doce cestas llenas” (v. 20) y el dato de cuántos fueron los que comieron (v. 21), carecen de sentido simbólico o metafórico; son sencillamente datos que Mateo recuerda porque se trató de un hecho histórico que aún estaba en su memoria. Detalles así resultan difíciles de olvidar. Lo que quedó en claro para los que quedaron saciados, y para los lectores del Evangelio, es que Jesús era el Mesías actuando con poder a favor de su pueblo.

IDEA CENTRAL DEL TEXTO

Jesús, en tanto Mesías, satisfizo el hambre de las multitudes que le seguían mediante un milagro donde demostró que tenía poder para multiplicar unos pocos peces y panes. Y es que Jesús puede hacer lo que doce discípulos juntos no pueden. Sólo él puede hacer lo que para los hombres resulta imposible hacerlo.

LECCIONES QUE APRENDEMOS

Acerca de Jesús:

El relato comienza con una nota de tristeza por la muerte de Juan el profeta. Jesús lo sintió y se retiró a un lugar desierto. Pero el mismo relato termina con una nota satisfactoria: multitudes alimentadas y saciadas por el poder de Dios. Los abatimientos personales pueden cambiar cuando se ve a personas que han experimentado el milagro de Dios.

Jesús actuó a favor de las multitudes de la misma manera como lo hizo Dios con Israel en el desierto. Dios alimentó y alimenta a los suyos. Esa es una experiencia que genera esperanza en los hijos de Dios. El Señor no se olvida de los suyos.  

Lección para todos:

Los que siguen a Jesús experimentan su misericordia y poder. En esta historia los que necesitaban sanidad fueron sanados (v. 14), y los que necesitaban ser alimentados quedaron saciados (v. 20). ¡Jesús ha traído su Reino!

Es interesante observar que Jesús sanó (v. 14) a los que le siguieron (v. 13); y que Jesús alimentó (v. 20) en base a lo que le ofrecieron (v. 17). ¿Qué nos dice esta historia acerca de nuestro seguimiento a Jesús? ¿Y qué acerca de lo que le ofrecemos a él con desprendimiento?

Fuentes usadas

Carballosa, Evis. (2007). Mateo: la revelación de la realeza de Cristo. Tomo I, Mateo 1-14. Grand Rapids, MI: Portavoz.

Carter, Warren. (2007). Mateo y los márgenes. Una lectura sociopolítica y religiosa. Navarra: Verbo Divino.

Levoratti, Armando. (2007). Evangelio según san Mateo, A. Levoratti, edit., Comentario Bíblico Latinoamericano. Nuevo Testamento. Navarra: Verbo Divino, 2007, 2ª edición.

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