4 de enero de 2021

ALABEMOS AL SEÑOR

 Salmo 147

El Salmo 147 es uno de esos salmos donde se hace un llamado al pueblo de Dios a alabarle. A diferencia de otros salmos éste no tiene un título (como el 146 o 148 digamos), y a todas luces es un salmo compuesto después del cautiverio en Babilonia. Su contenido lo sugiere así. Muchos salmos fueron escritos después del exilio (el 137 es otro ejemplo de ello). Pero, como sabemos, los salmos fueron compuestos para ser cantados en los cultos de Israel. De ahí su poesía y su compás que en nuestro idioma apenas podemos apreciar (dado que fue escrito originalmente en hebreo).

El Salmo 147, al ser poesía, contiene figuras y abreviaciones (para que rime bien en el hebreo) como es el conocido JAH y que debiera traducirse mejor por “Jehová”. También este salmo contiene varios paralelismos (alabar es igual a cantar salmos, v. 1; Jerusalén y Sion se refiere a lo mismo, v. 12; las palabras de Dios se refieren a los estatutos o ley de Moisés, v. 19, etc.). También, al final (v. 20) se termina con la voz hebrea “Aleluya” que significa lo mismo que el inicio del salmo (v. 1). En fin, ya estamos en la gramática de la poesía, pero además de eso ¿A qué invoca y qué provoca este salmo?

El Salmo 147 invoca a alabar a Dios (vv. 1, 7, 12, 20), y está escrito de tal forma que indica la clara estructura y contenidos que Israel debe conocer, según el compositor. En este salmo se mencionan las razones por las que Israel debe alabar a Dios: Jehová es quien edifica la ciudad de Jerusalén, dado que él reunificó a los desterrados (v. 2), es quien sana a los que sufren (v. 3), es dueño del universo (v. 4), su poder y entendimiento es infinito (v. 5), favorece a los pobres y humilla a los injustos (v. 6), y domina y cuida de su creación, incluyendo a los que la habitan (vv. 8-10).

Luego el salmista hace una pausa (v. 11) para decir que Dios se agrada de los que le temen (es decir, los que le honran y reconocen como Señor), y de aquellos que esperan su misericordia. Y es que la alabanza a Dios tiene como punto de partida el reconocimiento de quién es Él. Sin esa actitud no es posible alabanza o cántico alguno al Señor. Finalmente, el salmista prosigue con las razones para alabar a Dios: Él es quien cuida de la ciudad de Jerusalén (v. 13), da paz y alimento a su pueblo (v. 14), y da su(s) palabra(s) a su pueblo (vv. 15-19). En suma, Israel debe alabar a Dios por lo que él es, lo que él hace en su creación y por su palabra (estatutos).

Pero junto con sus palabras contenidas en sus estatutos están también aquellas palabras de juicio. Y vaya que Israel sí conocía por experiencia propia acerca del juicio de Dios: estuvieron setenta años en cautiverio y la nación había quedado en ruinas. Con todo Israel sigue siendo un pueblo exclusivo, no hay otro como él (v. 20). El pueblo de Dios no sólo reconoce y goza las bendiciones de Dios sino también acepta su juicio cuando peca y se desvía del camino correcto.

Este salmo nos hace pensar en el Dios poderoso en quien creemos. Él es quien tiene el control de todo. Hay quienes afirman que el 2020 ha sido un año perdido. No lo creo, Dios no se ha ido de vacaciones olvidándose de su creación y de su pueblo. Y tenemos muchas razones para alabarle. Te invito a que hagas un listado de esas razones para alabar su nombre. 

Pastor Martín Ocaña Flores

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