Por: Martín Ocaña Flores
TEXTO BÍBLICO
“Pasando Jesús de allí, le siguieron dos ciegos dando voces y diciendo: ¡Ten misericordia de nosotros, Hijo de David!
Y llegado a la casa, vinieron a él los ciegos; y Jesús les dijo: ¿Creéis (pisteúete) que puedo hacer esto? Ellos dijeron: Sí, Señor. Entonces les tocó los ojos, diciendo: Conforme a vuestra fe (pístin) os sea hecho. Y los ojos de ellos fueron abiertos.
Y Jesús les encargó rigurosamente, diciendo: Mirad que nadie lo sepa.
Pero salidos ellos, divulgaron la fama de él por toda aquella tierra.
Mientras salían ellos, he aquí, le trajeron un mudo endemoniado. Y echado fuera el demonio, el mudo habló.
Y la gente se maravillaba, y decía: Nunca se ha visto cosa semejante en Israel.
Pero los fariseos decían: Por el príncipe de los demonios echa fuera los demonios”. (Mateo 9:27-34, RV 1960).
CONTEXTOS LITERARIO Y SOCIAL
Con estos dos relatos de milagros (9:27-34) el evangelio de Mateo cierra una sección donde Jesús aparece mostrando el gran poder de Dios (en Capernaum, 4:13, y alrededores). Luego prosigue otra sección, a partir de 9:35, cuyo contenido se relaciona con la misión de extender el Reino de Dios, en la que los discípulos de Jesús son involucrados, dejando con ello un modelo de hacer misión.
El inicio del v. 27 (“pasando Jesús de allí”) une el presente párrafo a la historia anterior (vv. 18-26). Jesús estaba retornando de la casa del jefe de la sinagoga (vv. 23-25) a la casa donde él moraba (v. 28). Si según el v. 26 la fama de Jesús aumentó, “es probable que debamos imaginar una gran multitud [que le seguía] después de resucitar a la hija del jefe de la sinagoga. Junto a la multitud estaban los dos ciegos” del relato (Carson 2010:279).
“le siguieron dos ciegos” (v. 27)
En los evangelios es común encontrar ciegos dado que “eran muy numerosos en la Palestina de la época. (...) Los veranos ardientes, con su luz cruda y su polvo penetrante, causaban numerosas enfermedades de ojos”. (Bonnard 1976:214). A eso se debe que algunos pueblos tenían divinidades -como Asclepio o Panacea- que les prometían sanidad. En Israel, pero también en otros pueblos, a veces se interpretaba la ceguera como una “retribución” divina, era la evidencia del pecado personal o de algún ancestro. Los discípulos de Jesús creían, sorprendentemente, eso (Jn 9:1-2).
Visto desde lo social, los ciegos eran “personajes marginales” (Carter 2007:346), es decir vivían marginados y sin posibilidades de nada. Por eso en los evangelios es común encontrarlos mendigando. Pero para Jesús todas las personas cuentan en la perspectiva del Reino de Dios. Refiriéndose a este Reino el profeta Isaías había dicho: “Entonces los ojos de los ciegos serán abiertos, y los oídos de los sordos se abrirán” (Isa 35:5). En ese sentido “el evangelista Mateo, en su composición dirigida a los judíos expresa de tantas maneras diferentes su anhelo de que el pueblo escogido vea que Jesús de Nazaret fiel y absolutamente cumplió las inspiradas profecías respecto del Rey mesiánico”. (Carballosa 2007:331).
“mudo endemoniado” (v. 32)
Kofón, kofós, es una voz que puede significar tres dolencias a la vez: sordo, mudo o sordomudo. Así se utilizaba esa palabra tanto en el griego clásico como en el griego bíblico, es decir el koiné (Carson 2010:281). Y al igual que los ciegos el sordomudo era otra “persona marginal” (Carter 2007:349), más aún si el origen de su mal era el mismo demonio.
Este relato de curación es sumamente escueto. El evangelista Mateo no da detalle alguno respecto a algún ritual de sanidad, no menciona la palabra “fe”, ni siquiera aparece el nombre de Jesús, aunque es obvio que él fue quien realizó esta curación milagrosa. Sin embargo, sí se dice qué sucedió (el demonio fue echado) y cuáles fueron los efectos: (1) el mudo habló; (2) la gente expresó su asombro; y (3) los fariseos emitieron un juicio que nunca se debe emitir, ni en privado ni en público.
Observación a Mt 9:27-31 (“Dos ciegos reciben la vista”)
Es inevitable que al leer 20:29-34 (titulado en la RV 1960 de forma idéntica que en 9:27-31), se encuentren grandes similitudes. Es más, parece ser un relato duplicado aunque con algunas mínimas diferencias. Algunos estudiosos creen que se trata de eso, de una copia introducida con el propósito de “completar” el número diez en la serie de los milagros que narran los capítulos 9 y 10. (Levoratti 2007:330).
PALABRAS Y EXPRESIONES A RESALTAR
“¡Ten misericordia de nosotros, Hijo de David!” (v. 27)
Y aunque los ciegos no podían ver, sí podían oír. Habían escuchado que Jesús había resucitado a la hija del jefe de la sinagoga. A pesar de la dificultad de no tener la vista siguieron a Jesús (v. 27) rogándole su misericordia. Ésta camina junto a la misión de Jesús (5:7; 9:13). Se ruega a Jesús la misma misericordia que tuvo con la mujer enferma de flujo de sangre y con el jefe de la sinagoga. Si Jesús actúa con misericordia sus vidas podrían cambiar radicalmente.
Llama la atención que los ciegos se hayan dirigido a Jesús como “Hijo de David”, es decir con un título propio del Mesías (o Cristo). Estos ciegos reconocen en Jesús algo que los iluminados maestros de la ley (v. 34) rechazan. Pero el Hijo de David, en su gran misericordia, no sólo curaría a estos ciegos sino que, además, sanaría la ceguera espiritual de Israel (Luz 2001:93).
“Creéis” (v. 28), “vuestra fe” (v. 29)
Y aunque la petición de misericordia ocurrió en el camino, la sanidad ocurrirá en la casa donde se alojaba Jesús. Al parecer Jesús no quiere que los que están cerca de él vean otro milagro más ese día. Por eso busca un espacio más íntimo: la casa. Dentro de ésta sí ejercerá su misericordia, pero antes les pregunta a los ciegos si realmente tienen fe (pisteúete) en que él podía curarles.
Jesús cada vez que sanó a alguien no hizo esa pregunta. De hecho, en algunos casos ni siquiera se requería, aparentemente, de fe para ser sanado (8:2-3; 8:14-15). Por tanto, toda explicación del porqué de la pregunta a los ciegos será tan sólo una hipótesis. Lo cierto es que cuando Jesús hace una pregunta hay que responderle. Y la respuesta fue afirmativa: “Sí, Señor” (v. 28). Ante esta respuesta Jesús les tocó los ojos -es decir tuvo contacto físico- y pronunció algo que hasta hoy desafía nuestras peticiones: “Conforme a vuestra fe (pístin) os sea hecho (v. 29).
En esta historia se combinan la petición de misericordia con el ejercicio de la fe. Jesús escucha palabras (la petición de los ciegos) y reconoce la fe que tenían a la cual él responde con la misericordia solicitada. Creían que podían ser sanados, recibieron sanidad. La fe que tuvieron fue una fe “grande”, similar a la del centurión, a la de la mujer con flujo de sangre y a la del jefe de la sinagoga. La fe también “se encuentra entre los marginados” (Carter 2007:348).
Estas dos personas, ya curadas de su ceguera, aunque evidenciaron una gran fe, sin embargo desobedecieron el mandato de Jesús (vv. 30-31). Hicieron todo lo contrario a lo que se les advirtió: divulgaron de forma irresponsable lo que Jesús había hecho con ellos (al igual que sucedió en el v. 26). Cuando “salían ellos” (v. 32), de la casa donde fueron sanados se entiende, fue cuando trajeron a Jesús un sordomudo (kofón) para que sea también sanado. Esta escena ya no ocurre en la casa sino afuera, donde habían testigos (v. 33), incluyendo fariseos (v. 34).
“el príncipe de los demonios” (v. 34)
En la Biblia los demonios aparecen mencionados numerosas veces, incluso con un orden jerárquico (Efe 6:12 por ejemplo). Y aunque no es la primera vez que un poseso era liberado por Jesús (4:24) o que la gente reaccionara maravillada ante el milagro (9:8), sí es la primera vez que los fariseos le hacen tamaña acusación a Jesús, abriendo así un foso entre el Reino de Dios y ellos (Luz 2001:96-97). “La admiración de la multitud contrasta con la maliciosa acusación de los fariseos” (Levoratti 2007:330), quienes intentan destruir a Jesús con esas crueles palabras.
Los antropólogos culturales a esas etiquetas negativas las llaman “acusaciones de desvío”, las cuales “podían llegar a destruir una reputación de la noche a la mañana” (Malina & Rohrbaugh 1996:320-321). Efectivamente, “los adversarios de Jesús reconocen que expulsa demonios, pero le acusan de desvío y tratan de avergonzarlo en público para apartarlo de la comunidad” (Malina & Rohrbaugh 1996:321). Por cierto, no lograron su cometido. A pesar de la brutal acusación Jesús siguió su ministerio. Nada impide que el Reino de Dios siga extendiéndose.
IDEA CENTRAL DEL TEXTO
La misericordia de Jesús se evidencia en la sanidad física de aquellos que tienen fe (los dos ciegos), así como en aquél sordomudo (y poseso) que le trajeron. La sanidad es evidente (los que habían sido ciegos salieron testificando de lo que les ocurrió y el sordomudo habló). El Reino de Dios llegó a esas personas, consideradas marginales a la sociedad, en forma de sanidad física.
LECCIONES QUE APRENDEMOS
Acerca de Jesús:
Jesús tiene misericordia, una vez más, de personas que “valían poco” en la sociedad de entonces. Su misericordia no es sólo un sentimiento (“me dan lástimas estos ciegos y este pobre sordomudo”), es poder en acción. El poder del Reino de Dios transforma las vidas de aquellos que se acercan a Jesús. ¿Qué nos dice a nosotros respecto a lo que debemos manifestar en nuestras vidas?
Acerca de los testigos:
El testimonio que dan (“nunca se ha visto cosa semejante en Israel”, v. 33) es algo que no se dice a cada rato. ¿O es que se ven con frecuencia demonios saliendo de personas atormentadas y con resultados evidentes como el caso del sordomudo? La gente sabía ahora quién era Jesús y en qué consistía el Reino de Dios. Sólo los necios, como los fariseos, podían creer que quien había actuado lo hizo por el poder del príncipe de los demonios.
Fuentes usadas
Bonnard, Pierre. (1976). Evangelio según san Mateo. Madrid: Cristiandad.
Carballosa, Evis. (2007). Mateo: la revelación de la realeza de Cristo. Tomo I. Grand Rapids, MI: Portavoz.
Carson, Donald. (2010). O Comentário de Mateus. São Paulo: Shedd Publicacoes.
Carter, Warren. (2007). Mateo y los márgenes. Una lectura sociopolítica y religiosa. Navarra: Verbo Divino.
Levoratti, Armando. (2007). Evangelio según san Mateo, A. Levoratti, edit., Comentario Bíblico Latinoamericano. Nuevo Testamento. Navarra: Verbo Divino, 2007, 2ª edición.
Luz, Ulrich. (2001). El evangelio según san Mateo, II. Mt 8-17. Salamanca: Sígueme.
Malina, Bruce & Richard Rohrbaugh (1996). Los evangelios sinópticos y la cultura mediterránea del siglo I. Comentario desde las ciencias sociales. Salamanca: Sígueme.
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