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29 de enero de 2021

JESÚS INSTRUYE Y ENVÍA A LOS DOCE

 Por: Pastor Martín Ocaña Flores

TEXTO BÍBLICO (Mateo 10:5 – 11:1)

“A estos doce envió (apésteilen) Jesús, y les dio instrucciones, diciendo: Por camino de gentiles no vayáis, y en ciudad de samaritanos no entréis, sino id antes a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Y yendo, predicad, diciendo: El reino de los cielos se ha acercado. Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios; de gracia recibisteis, dad de gracia. (10:5-8).

No os proveáis de oro, ni plata, ni cobre en vuestros cintos; ni de alforja para el camino, ni de dos túnicas, ni de calzado, ni de bordón; porque el obrero es digno de su alimento. (10:9-10).

Mas en cualquier ciudad o aldea donde entréis, informaos quién en ella sea digno, y posad allí hasta que salgáis. Y al entrar en la casa, saludadla. Y si la casa fuere digna, vuestra paz vendrá sobre ella; más si no fuere digna, vuestra paz se volverá a vosotros. Y si alguno no os recibiere, ni oyere vuestras palabras, salid de aquella casa o ciudad, y sacudid el polvo de vuestros pies. De cierto os digo que en el día del juicio (heméra kríseos), será más tolerable el castigo para la tierra de Sodoma y de Gomorra, que para aquella ciudad. (10:11-15).

He aquí, yo os envío (apostélo) como a ovejas en medio de lobos; sed, pues, prudentes como serpientes, y sencillos como palomas. Y guardaos de los hombres, porque os entregarán a los concilios, y en sus sinagogas os azotarán; y aun ante gobernadores y reyes seréis llevados por causa de mí, para testimonio a ellos y a los gentiles. Mas cuando os entreguen, no os preocupéis por cómo o qué hablaréis; porque en aquella hora os será dado lo que habéis de hablar. Porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu de vuestro Padre que habla en vosotros. El hermano entregará a la muerte al hermano, y el padre al hijo; y los hijos se levantarán contra los padres, y los harán morir. Y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre; más el que persevere hasta el fin, éste será salvo. Cuando os persigan en esta ciudad, huid a la otra; porque de cierto os digo, que no acabaréis de recorrer todas las ciudades de Israel, antes que venga el Hijo del Hombre. El discípulo no es más que su maestro, ni el siervo más que su señor. Bástale al discípulo ser como su maestro, y al siervo como su señor. Si al padre de familia llamaron Beelzebú, ¿cuánto más a los de su casa? (10:16-25).

Así que, no los temáis; porque nada hay encubierto, que no haya de ser manifestado; ni oculto, que no haya de saberse. Lo que os digo en tinieblas, decidlo en la luz; y lo que oís al oído, proclamadlo desde las azoteas. Y no temáis a los que matan el cuerpo, más el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno (génne). ¿No se venden dos pajarillos por un cuarto? Con todo, ni uno de ellos cae a tierra sin vuestro Padre. Pues aun vuestros cabellos están todos contados. Así que, no temáis; más valéis vosotros que muchos pajarillos. A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos. Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos. (10:26-33).

No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz, sino espada. Porque he venido para poner en disensión al hombre contra su padre, a la hija contra su madre, y a la nuera contra su suegra; y los enemigos del hombre serán los de su casa. El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí; y el que no toma su cruz (staurón) y sigue en pos de mí, no es digno de mí. El que halla su vida, la perderá; y el que pierde su vida por causa de mí, la hallará. (10:34-39).

El que a vosotros recibe, a mí me recibe; y el que me recibe a mí, recibe al que me envió. El que recibe a un profeta por cuanto es profeta, recompensa de profeta recibirá; y el que recibe a un justo por cuanto es justo, recompensa de justo recibirá. Y cualquiera que dé a uno de estos pequeñitos un vaso de agua fría solamente, por cuanto es discípulo, de cierto os digo que no perderá su recompensa. (10:40-42). 

Cuando Jesús terminó de dar instrucciones a sus doce discípulos, se fue de allí a enseñar y a predicar en las ciudades de ellos” (11:1). (RV 1960).

CONTEXTOS LITERARIO Y SOCIAL

En el párrafo anterior (9:35 – 10:4) Jesús llamó a sus doce discípulos (10:1) para que, en el contexto de la misión, se conviertan en doce apóstoles (lit. enviados, apóstolon). El apostolado presupone el discipulado. Más aún, el apostolado es un aspecto específico de ser discípulo de Jesús. Esa es la razón por la que se insiste en el ser “discípulo” (10:24, 25, 42; 11:1). Pero Jesús a los doce les dio diversas instrucciones (10:5), las cuales ocupan un amplio espacio en el relato que recién termina en 10:42 (Cf. 11:1).

En las instrucciones encontramos que “lo central” se encuentra en los vv. 5-8. Allí está el contenido de la misión, o sea qué deben hacer y dónde hacerlo. Luego, se menciona el tema de las provisiones (vv. 9-10), del hospedaje (vv. 11-15) y los peligros que enfrentarán (vv. 16-25). Luego Jesús anima a enfrentar los peligros sin temor (vv. 26-33) y les recuerda que su misión trajo conflictos hasta en el plano familiar (vv. 34-39). Finalmente, se puntualiza el significado de “recibirles” a ellos (vv. 40-42). 11:1 tiene el propósito de recordar que todas las instrucciones de Jesús ya están dichas. Él, por su parte, seguirá enseñando y predicando el Reino de Dios.

Ahora bien, estas instrucciones para la misión ¿eran para los misioneros de todos los tiempos y lugares, o eran sólo para los doce? Y aunque no es fácil responder la pregunta, hay quienes opinan que “estas instrucciones están específicamente dirigidas a los doce. Es importante entender que algunos de los detalles de estos consejos son para ellos en su marco cultural único, y puede ser que no tengan aplicación universal para todos los tiempos y lugares”. (Knight 1997:123). Si la misión se abre a todas las naciones (28:19), entonces irá tomando las formas y características culturales donde se anuncie el Reino de Dios. 

PALABRAS Y EXPRESIONES A RESALTAR

“id antes a las ovejas perdidas de la casa de Israel” (v. 6)

Aunque el v. 5 indica claramente que los doce deben evitar tanto a gentiles como samaritanos, lo cierto es que el centrarse en Israel es tan sólo transitorio, pues “Israel tiene prioridad temporal en la historia de la salvación dentro de los planes de Dios” (Carter 2007:356). La “casa de Israel” guarda relación con las multitudes desamparadas y dispersas (9:36), es decir la misión debe comenzar por casa. Los gentiles no están excluidos del Reino de Dios, a ellos también se les testificará (10:18). El mismo Jesús luego irá a Tiro y Sidón (15:21), una región gentil, donde conocerá a una mujer cananea con fe a quien le responderá con un milagro (15:21-28).

“La misión de los Doce inicia la obra expansionista del proyecto divino. (…) El Señor envió un equipo de apóstoles a llevar a cabo la obra que le habían visto hacer a Él por un largo tiempo” (Carballosa 2007:343). La misión de los doce no incorpora algo nuevo ni, a su vez, recorta algo que había hecho el Señor Jesús. La misión de los doce es la misma de Jesús. La misión de los doce inspira a la comunidad cristiana del evangelista Mateo. Y esa misión es la que hemos heredado nosotros. El Reino de los cielos tiene un contenido que no cambia. 

“el Reino de los cielos se ha acercado” (v. 7)

El Reino de los cielos (o Reino de Dios) llegó con Jesús. Pero ahora se acercará aún más comenzando por la casa de Israel. Se trata de una misión “integral”. Se predica la buena noticia que el Reino ya está presente en Jesucristo, a la vez que se sana a los enfermos y se resucita muertos (v. 8). Ni siquiera los demonios tienen la capacidad de detener a los enviados de Jesús. Y esto se debe a que habían recibido la autoridad de Jesús (10:1). Lo que recibieron de gracia, ahora debían darlo de gracia.

El Reino de Dios no es una idea o un estado ideal futuro desconectado del presente de las personas que escuchan a los doce. El Reino de Dios va tomando forma en las personas que experimentan la sanidad y la nueva vida que sólo Jesucristo puede dar. “Aquí la predicación y la curación de los enfermos están estrechamente unidas: ambas son manifestaciones del reinado de Dios que se inicia con Jesús. La unidad de palabra y acción, características del obrar salvífico de Dios en el AT, se encuentra también en la obra redentora de Jesús”. (Levoratti 2007:330).

“el obrero es digno de su alimento” (v. 10)

El mandato a hacer la misión prácticamente sin provisión alguna sorprende al lector contemporáneo. Aunque los doce apóstoles debían ir bastante “livianos” lo cierto es que ya antes Juan el profeta, viviendo en austeridad, anunciaba el Reino de Dios. Y en el Antiguo Testamento el profeta Elías proclamó el mensaje de Dios en medio de diversas carencias. La enseñanza del Señor Jesús va en el sentido que los doce “deben estar totalmente consagrados a su misión, y no comprometidos con preocupaciones de este mundo”. (Keener 2003:66).

Pero si es así, ¿de dónde iban a subsistir los doce mientras se dedicaban a la misión del Reino? ¿cómo se alimentarían? ¿dónde se alojarían? (v. 11). Para Jesús los doce eran profetas, eran como los justos del Antiguo Testamento. Son como “pequeñitos” que necesitan del apoyo de la comunidad a donde han ido llevando el Reino el Dios (vv. 41-42). Recibirles y darles a estos “obreros” del Reino era lo que se esperaba (v. 42). “Para los que recibían a los enviados de Jesús habría una recompensa de parte del Padre que está en el cielo. Él retribuirá a cualquiera que trate bondadosamente a sus enviados”. (De Moraes 2019:1216).

“en el día del juicio” (v. 15)

Las referencias al juicio de Dios aparecen varias veces en esta instrucción misionera. Si los doce han de anunciar el Reino de Dios entonces deben recordar que su llegada anuncia ya el juicio inminente de Dios (3:7, 10, 12). De ahí el acento escatológico en esta amplia instrucción: “el fin” (v. 22), “la venida del Hijo del Hombre” (v. 23), “el infierno” (v. 28, génne) y la “recompensa” (v. 42). En el día del juicio Dios retribuye a aquellos que rechazaron a Jesús y su Reino.

Cada vez que se predica el Reino de Dios sin recordar el juicio que viene se anuncia un Reino “mutilado”. Jesús el Hijo del Hombre vendrá por segunda vez pero como juez. Ya vino como siervo y su destino fue la cruz. Su segunda venida será en gloria como Rey de reyes y Señor de señores (24:30-51), cuando dará a cada uno el pago que se merece.

“así que, no los temáis” (v. 26)

Ya el Señor había advertido de los peligros que hay en el campo de la misión (vv. 16-25). Siempre ha sido así y lo será. Pero, con todo hay, que testificar (v. 18) y perseverar (v. 22). En los momentos difíciles será el Espíritu quien hable por ellos (v. 20). Dios nunca abandona a sus enviados a la misión. Pero deben saber que los discípulos/siervos (apóstoles) experimentarán lo que su maestro/señor (Jesús). Es en los tiempos recios donde se debe demostrar la fortaleza espiritual y la fe en el Señor.

Por lo mismo, no hay que temer a los enemigos del Reino de Dios (v. 26) como tampoco a los que pueden dañar el cuerpo (v. 28). El Señor está del lado de los suyos. De hecho, las vidas de sus siervos valen mucho más que la de los pajarillos (v. 31). Y aunque los apóstoles deben seguir confesando el nombre de Jesús (v. 32), también deben saber que los sufrimientos -tomar la cruz, v. 38- son parte del discipulado. “Por medio de esta imagen Jesús prepara a sus discípulos para enfrentarse a la muerte y hasta para considerarse ya muertos respecto de sí mismos y del mundo”. (Sociedades Bíblicas Unidas 1990:43).

“el que a vosotros recibe, a mí me recibe” (v. 40)

Posiblemente estas palabras, dichas casi al final de la instrucción misionera, son las que más deben haber animado a los doce discípulos-apóstoles. Recibir a los embajadores del Reino es como recibir al Rey Jesucristo y a Dios Padre. Y rechazarlos o perseguirlos es como resistir y hostigar al mismo Jesucristo. “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?” (Hch 9:4) son palabras que el Señor dijo al que perseguía y asolaba a la iglesia (Hch 8:3). 

Un apóstol, es decir un enviado a la misión del Reino con la autoridad de Jesús, tiene no sólo una gran responsabilidad espiritual ante las personas a quienes se dirige, sino que representa al que lo envió. Por ello debe cuidar sus palabras, su testimonio, su vida entera. La misión del Reino es algo sumamente serio pues de por medio están las vidas de los que están desamparados y dispersos como ovejas sin pastor (9:36). 

Hay que indicar que la misión encomendada por Jesús a los doce conoce de un “envío” (10:5), pero no de un “retorno”. “Mateo no dice nada sobre el retorno de los discípulos una vez que cumplieron su misión. Este silencio parece indicar que la misión destinada a Israel no ha llegado a su fin, sino que debe continuar hasta la vuelta del Hijo del hombre” (Levoratti 2007:334). Lo que cuenta el evangelista Mateo, más bien, es que Jesús después de terminar su instrucción él mismo se autoenvió a “las ciudades de ellos” (11:1). El que envió a la misión a los doce no se cruzó de brazos sino que continuó su labor de enseñar y predicar el Reino de Dios.

IDEA CENTRAL DEL TEXTO

El Reino de Dios debe llegar a todas las personas comenzando con la casa de Israel. Los doce mensajeros (discípulos-apóstoles) deben hacer lo que vieron hacer a Jesús. La misión de Jesús es también la de ellos. Sin embargo, la misión del Reino se hace siguiendo las instrucciones y advertencias que les dio Jesús. El Señor es soberano: cuidará y proveerá a los doce en toda necesidad. Él tiene sus instrumentos en todo lugar.

LECCIONES QUE APRENDEMOS

Acerca de Jesús:

Jesús después de preparar y dar instrucciones a sus doce discípulos, los envía a hacer misión. Con ello los doce discípulos se tornan en doce apóstoles. Jesús los envía y asegura su cuidado y provisión en la tarea del Reino de Dios.

Jesús no sólo envía a sus discípulos a hacer misión, él mismo continúa haciendo la misión. Siempre hay lugares donde el Reino de Dios debe llegar con sus señales de poder.

Acerca de los discípulos-apóstoles:

Los apóstoles saben lo que tienen que hacer en el cumplimiento de la misión del Reino. La predicación, las sanidades, el resucitar muertos, el echar fuera demonios son los contenidos de dicha misión.

Los apóstoles saben que ante el peligro deben actuar con perseverancia y valor, es decir sin temor, pues sus vidas son valiosas para el Señor. Es de esa manera que se extiende el Reino de Dios.

Fuentes usadas

Carballosa, Evis. (2007). Mateo: la revelación de la realeza de Cristo. Tomo I. Grand Rapids, MI: Portavoz.

Carter, Warren. (2007). Mateo y los márgenes. Una lectura sociopolítica y religiosa. Navarra: Verbo Divino.

De Moraes, Sidney. (2019). Mateo, R. Padilla y otros, edits., Comentario bíblico contemporáneo. Buenos Aires: Certeza Unida y otros.

Keener, Craig. (2003). Comentario del contexto cultural de la Biblia. Nuevo Testamento. El Paso, TX: Mundo Hispano.

Kgniht, George. (1997). Mateo. El evangelio del Reino. Miami, FL: Asociación Publicadora Interamericana.  

Levoratti, Armando. (2007). Evangelio según san Mateo, A. Levoratti, edit., Comentario Bíblico Latinoamericano. Nuevo Testamento. Navarra: Verbo Divino, 2007, 2ª edición.

Sociedades Bíblicas Unidas. (1990). Nuevo Testamento y Salmos. Biblia de estudio. Estados Unidos: SBU.

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