(Mateo 1:1-25)
Pastor Martín Ocaña |
Según el apóstol Pablo, en Filipenses 2:7, Jesús “fue semejante a los hombres”. Y en Hebreos 4:15 el autor de esa carta dice que Jesús en esa semejanza fue “sin pecado”. He comenzado con dos textos del NT para subrayar la idea que el cristianismo desde sus orígenes creyó en la humanidad de Jesús, en su plena naturaleza humana.
Jesús fue tan humano como cualquiera de nosotros, y obviamente tuvo ancestros o antepasados (vv. 1-17). El evangelio de Mateo, desde sus inicios, muestra tanto su humanidad como que era el Mesías (vv. 1, 16, 17, 18). Jesús es el Mesías (o Cristo) y sus antepasados se podían rastrear hasta Abraham (v. 2), quien era de Ur de los Caldeos, es decir Babilonia.
¿Por qué Mateo gasta tanto espacio en presentar los antepasados de Jesús? Hay un dato a considerar. Cuando se retornó del exilio babilónico en Israel cobraron suma importancia las genealogías o listas de antepasados. La razón estriba en que en Babilonia muchos judíos “mezclaron la sangre”. De hecho, por necesidad de sobrevivir hubo ese tipo de mezclas que un sector del judaísmo siempre rechazó.
Cuando sobrevino el retorno a Israel, entonces, las genealogías comenzaron a tomar importancia a tal punto de buscar quiénes tenían la “pureza racial”. Los sectores más radicalizados del aparato religioso judío, como algunos escribas y sacerdotes, incluso culparon del exilio y los diversos males de la nación a los “impuros raciales”.
En ese contexto nació la ideología de la “pureza racial” que llevó de forma inevitable a las listas genealógicas que continuaron por muchos siglos, lo que incluye la época del Nuevo Testamento. ¿Quién es un “verdadero judío”? El que puede demostrar la lista de sus ancestros. De hecho, algunos judíos hacían llegar su genealogía a personajes famosos como Sansón, Enós o el mismo Adán. Esta misma situación se dio entre los cristianos de origen judío (Cf. 1 Tim 1:3-4).
¿Qué función cumple la genealogía de Jesús en los vv. 1-16? Una función contraria a la idea predominante de la época. Mientras las genealogías pretendían comprobar la “pureza racial”, el evangelio quiere demostrar que Jesús tenía una genealogía “mezclada”, nada “pura”. Jesús era “judío” de nacimiento pero sus raíces se hundían en la humanidad entera (no “judía”). Por eso aparece Abraham de Ur, Rahab de Jericó (es decir una cananea) y Rut de Moab (una nación enemiga de Israel), entre otros ejemplos.
Al observar los vv. 1, 16 y 17 se comprueba que lo importante en Jesús no es su genealogía sino su identidad: Jesús es el Cristo (o Mesías). Jesús el nacido en Belén de Judea es “Jesucristo”. Los ancestros de Jesús vienen de “todas las sangres”, de diversas naciones. Por lo mismo, su mesianismo tiene que ver con la salvación de todas las personas (sin importar sus trasfondos “raciales” o culturales). Cf. Romanos 1:16.
JESUCRISTO ¿PARA QUÉ NACIÓ? (vv. 18-25)
Cuando Jesús nació los fieles judíos, que acudían a la sinagoga asiduamente y leían la Escritura, esperaban en su gran mayoría que el Mesías llegue a liberarlos de la opresión romana, que instaure el culto verdadero y le de primacía a la Ley de Moisés. Tal Mesías definitivamente sería un poderoso guerrero al estilo de David. Nadie andaba buscando bebés con la esperanza que el tal sea el Mesías esperado. Los que esperaban al Mesías lo esperaban ya adulto.
Pero el evangelio de Mateo cuenta la historia de Jesucristo (v. 1) fijándose en sus antepasados que son toda la humanidad (vv. 1-16), y en cómo fue su nacimiento (humano, valga la redundancia) aunque complementándolo con el rol divino en su concepción (vv. 18-25). Efectivamente, aparecen el Espíritu Santo (v. 18, 20), un ángel del Señor (vv. 20, 24) y referencias al Señor (v. 22) y la Escritura (v. 22).
El nacimiento de Jesús se dio dentro del marco de un matrimonio por consumarse: José y María, según el v. 18, todavía eran “prometidos”, es decir estaban a punto de casarse. (A eso se refieren los términos “desposada” y “antes que se juntasen”). Luego los desposados llegarían a ser esposos, un matrimonio formal y aceptado socialmente (“y recibió a su mujer”, v. 24).
Esta explicación es necesaria porque María se encontró embarazada antes de casarse (v. 18). Esto en aquel tiempo le costaba una sanción social (basada en una legalidad judía y no tanto desde la ley romana). María pudo haber terminado lapidada en Nazaret dependiendo de lo que José, como prometido suyo, asumía o no. Esto explica el que por la cabeza de José haya pasado la idea de abandonarla en secreto (v. 19) y su temor (v. 20). El embarazo de María le generó problemas a ella y a José. Y de seguro a las familias de ambos también que ya habían hecho un pacto.
Tal vez María se podía salvar si inventaba una violación sexual de un soldado romano (no de un judío pues tendría que señalarlo para ser castigado). Pero esto hubiera traído otro tipo de problemas, pues una violación -ya no importando de parte de quién- hacía de una señorita alguien “deshonrada”, y eso la convertía en una “repudiada”, ningún varón se fijaría en ella y estaría condenada a ser soltera para siempre. (Todo esto debe haberlo pensado José, hasta que el ángel de Dios le habló, vv. 20-21).
Lo maravilloso del relato es que Dios había elegido a María para que fuese la madre de Jesús el Cristo. Jesús significa “salvador” (v. 21) y no sólo es un nombre sino un ministerio: la salvación de la humanidad. El Espíritu Santo había engendrado a Jesús (vv. 18, 20), Dios era su verdadero Padre (3:17), y se llegó a comprobar que la profecía escrita por Isaías -siete siglos antes- se cumplió a la letra (v. 23). Dios estaba ahora presente en la historia por medio del Mesías prometido quien llegaba en forma de bebé.
Al bebé le pusieron el nombre correcto: Jesús (vv. 21, 25). Ese era el nombre que quería su Padre. En esta historia encontramos humildad en María, obediencia de José, sometimiento a la voluntad de Dios en ambos. Sus historias (de José y María) y su matrimonio cambiaría con la presencia de Jesús quien era la encarnación de Dios, el Emanuel (“Dios con nosotros”). Dios arregló todas las situaciones incómodas y problemáticas cuando ambos decidieron obedecerle.
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