Por: Martín Ocaña Flores
TEXTO BÍBLICO
Y entrando él en la barca, sus discípulos (hoí mathetaí) le siguieron (ekoloúthesan auto).
Y he aquí que se levantó en el mar una tempestad (seismós) tan grande (mégas) que las olas cubrían la barca; pero él dormía. Y vinieron [sus discípulos] y le despertaron, diciendo: ¡Señor (Kúrie), sálvanos (sóson), que perecemos!
Él les dijo: ¿Por qué teméis, hombres de poca fe (oligópistoi)? Entonces, levantándose, reprendió a los vientos y al mar; y se hizo grande bonanza.
Y los hombres se maravillaron (ethaúmasan), diciendo: ¿Qué [hombre] es éste, que aun los vientos y el mar le obedecen? (Mateo 8:23-27, RV 1960)
CONTEXTOS LITERARIO Y SOCIAL
Aunque a primera vista lo que resalta es el poder de Jesús sobre la naturaleza (v. 26), lo cierto es que el texto bíblico destaca la presencia de los discípulos: aparecen al inicio y al final del relato (vv. 23 y 27) y la mayoría de los verbos giran en torno a ellos (vv. 23, 25, 27). Al inicio del relato le siguen a Jesús y al final de la misma se preguntan a quién realmente están siguiendo.
Esta historia debería leerse junto al anterior (8:18-22), dado que mostraría el significado del discipulado en lo concreto, algo que los dos candidatos a discípulos (vv. 19 y 21) no llegaron a experimentar. Además de la conjunción “Y” (Kaí), “el uso del verbo seguir en el v. 23 es deliberado (…); indica que el relato de la tempestad calmada prolonga la instrucción anterior sobre el seguimiento de Jesús (8,18-22)”. (Levoratti 2007:326).
En este pasaje, a lo largo de la historia, algunos intérpretes han visto a la barca en medio del mar agitado como un símbolo de la iglesia en medio de las turbulencias de este mundo (v. 24). Y no se equivocaron, dado que “el relato ilustra la situación de los que siguen al Señor en un mundo amenazante y sienten angustia a causa de su aparente silencio.” (Levoratti 2007:326).
El comentario anterior no significa que la “tempestad” no haya ocurrido realmente. Los discípulos -en su mayoría pescadores acostumbrados a los mares agitados- pasaron el susto de sus vidas, hasta pensaron que morirían (v. 25) debido al gran sismo (seismós mégas, v. 24), o terremoto, que justo ocurrió en el momento que cruzaban el lago e hizo que las aguas los cubran. Como parafrasea la BAD: “se levantó una tormenta tan violenta que las olas anegaban la barca.”
Nota de traducción. La voz griega para “tormenta” es oménon (Hch 27:18). Mateo prefiere usar la palabra sismo (seismós) porque eso exactamente ocurrió en esta historia. Seismoí aparece también en 24:7 y se traduce por “terremotos”. En el contexto de la muerte de Jesús parece nuevamente la misma voz en 27:54 (tón seismón – el terremoto). Incluso, en 27:51 dice gé eseísthe que la RV 1960 lo ha traducido como “la tierra tembló”. Tanto seismós y eseísthe provienen de la voz seío. Samuel Pérez observa que “eseísthe es tercera persona singular del aoristo primero de indicativo en voz pasiva del verbo seío, equivale a temblar, estremecerse, aquí como tembló.” (2009: 2143).
Observación a la RV 1960. Esta versión innecesariamente hace dos añadidos al texto griego en su traducción: “sus discípulos” (vs. 25) y “hombre”, refiriéndose a Jesús, (v. 27). Esa es la razón porque los he puesto entre corchetes. Otras traducciones omiten esos añadidos y se entiende bien sin ningún problema.
“sus discípulos le siguieron” (v. 23)
¿Qué clase de discípulo sería aquél que no sigue a su maestro? Los discípulos que acompañan a Jesús (v. 23) le siguen sin hacer grandes promesas o pidiéndole permiso para solucionar asuntos personales o familiares (a diferencia de los que aparecen en los vv. 19 y 21). A primera vista parecen ser “los discípulos perfectos”. Donde va Jesús también van ellos.
Pero el que estén con Jesús no evita que les lleguen las tempestades (v. 24). El relato destaca, en ese contexto, tres aspectos de los discípulos: su seguimiento (v. 23), el miedo a morir (v. 25) y el asombro respecto a Jesús (v. 27). Pero, bien miradas las cosas, ¿no es algo que nos ocurre a todos los cristianos en algún momento de nuestras vidas?
Un discípulo por definición es alguien que sigue a un maestro y está en continuo proceso de aprendizaje. Al final de esta historia ¿qué aprenderán los discípulos respecto a Jesús? “En este relato ellos pasarían por una dura prueba donde no sólo podrían constatar lo bien que aprendieron las lecciones de Jesús sino también la confianza depositada en su maestro.” (De Moraes 2019:1211).
“Señor, sálvanos, que perecemos” (v. 25)
En este relato hay dos contrastes. El primero: mientras los discípulos conducen la barca, Jesús aparece durmiendo después de un día de labor (v. 24). La desesperación de los discípulos luchando contra el mar agitado contrasta con la placidez de Jesús quien duerme profundamente. “El sueño de Jesús (…) indica solamente que los discípulos no son conscientes de su presencia hasta el momento del peligro”. (Mateos & Camacho 1981:89).
Si los discípulos, en base a su experiencia, pensaron que morirían es porque ello entró en sus cálculos reales. Por eso despiertan a Jesús, a quien llaman Señor (Kúrie), clamando por su salvación. No cabe duda que se trata de una genuina oración en el momento de la angustia. Si Jesús es Kúrios de seguro puede librarlos de tal peligro. Así pensaban los discípulos.
“hombres de poca fe” (v. 26)
Llama la atención que Jesús no responda de forma inmediata la petición de sus discípulos. Primero los amonesta para luego reprender, o increpar, a los vientos y las aguas. A sus discípulos Jesús no les dice “No teman, yo estoy aquí con ustedes”. No. Los acusa de tener poca fe (oligópistoi), es decir de creer poco en él. El miedo de los discípulos tuvo como origen la falta de fe en Jesús.
Ahora encontramos el segundo contraste. Ante un gran sismo -adrede se utilizó el término mégas en el relato- los discípulos muestran una fe pequeña (poca fe). Ante una gran amenaza o prueba siempre se requerirá de una fe grande (como la del centurión, tosaúten pístin, v. 10). Jesús les enseña a sus discípulos que aun las mayores adversidades se pueden afrontar, pero confiando en él.
Jesús luego reprende al vendaval a lo que “se hizo grande bonanza”. Jesús ordenó y la naturaleza obedeció, Jesús dijo y se hizo. De esta manera manifestó “su soberanía sobre los fenómenos de la naturaleza, Jesús ejerce una prerrogativa propia de Dios” (Levoratti 2007:326). Y esto es exactamente lo que los discípulos deben aprender: Jesús no sólo es el Mesías anunciado por el profeta Juan (3:11-12), o el Hijo del Hombre como se designó a sí mismo (8:20). ¡Jesús es Dios con ellos! (1:23).
“y los hombres se maravillaron” (v. 27)
Los discípulos al ver el poder de Jesús se maravillaron (ethaúmasan). Esta palabra viene de thaúma (asombro, admiración) que es una respuesta ante algo que sorprende. Jesús mismo se había asombrado de la gran fe del centurión (ethaúmasen v. 10). ¿Cómo no asombrarse ahora de la gran bonanza (galéne megále, v. 26) realizada por Jesús el Kúrios?
Esta muestra de poder hizo que los discípulos aprendan ese día algo más de Jesús. No era que tenía poder sólo sobre las enfermedades o los demonios (4:24; 8:16), era mucho más que eso. Por eso la pregunta “¿Qué hombre es éste, que aun los vientos y el mar le obedecen?” (v. 27). A partir de este hecho los discípulos van a tener una visión mucho más amplia de aquél a quien siguen.
IDEA CENTRAL DEL TEXTO
Los discípulos en el seguimiento a Jesús llegan a descubrir algo que hasta el momento no se habían dado cuenta. Jesús era mucho más de lo que ya habían visto en él. Jesús al poner orden a la naturaleza, calmándola en este caso, actuó como Dios quien por su palabra dijo y se hizo. Y es que Jesús es Dios. Pero los discípulos aprendieron esto solamente después que Jesús les recriminó su falta de fe en él y manifestó su poder.
LECCIONES QUE APRENDEMOS
Acerca de los discípulos:
Seguir a Jesús es lo que todo discípulo debe hacer, aunque no se sepa lo que viene luego. Seguir a Jesús siempre será una experiencia de fe, junto a otros con quienes compartimos la misma “barca”.
En el seguimiento a Jesús van a haber momentos difíciles, duros, que ponen a prueba la fe del discípulo. La poca fe no ayuda a enfrentar tales momentos, pero a pesar de ello se debe buscar a Jesús el Señor.
Un discípulo, cuando es testigo del poder del Señor, debe transitar del asombro a una fe mayor en Jesús. No es suficiente que los vientos y el mar obedezcan, la fe debe movernos al compromiso con aquel que realmente es Dios.
Acerca de Jesús:
Jesús, aunque parezca uno más de los que están en la barca (en su humanidad, al estar durmiendo), se revela como alguien diferente: tiene un poder tan grande que resulta difícil no verlo como Dios.
Jesús tiene autoridad sobre sus discípulos –a quienes acusa de tener poca fe- así como poder para calmar la tempestad. Su autoridad es mayor a lo que pensaban sus discípulos. Esto también sucede con nosotros, dado que a veces pensamos que Jesús tiene un poder limitado.
Hay que destacar que es Jesús quien calma la tormenta. Ésta no se aquieta por sí sola. Si se va es porque Jesús intervino respondiendo al clamor de sus discípulos que lo buscaron a pesar de su poca fe.
Fuentes usadas
De Moraes, Sidney. (2019). Mateo, R. Padilla y otros, edits., Comentario bíblico contemporáneo. Buenos Aires: Certeza Unida y otros.
Levoratti, Armando. (2007). Evangelio según san Mateo, A. Levoratti, edit., Comentario Bíblico Latinoamericano. Nuevo Testamento. Navarra: Verbo Divino, 2007, 2ª edición.
Mateos, Juan & Fernando Camacho. (1981). El evangelio de Mateo. Lectura comentada. Madrid: Cristiandad.
Pérez, Samuel. (2009). Comentario exegético al texto griego del Nuevo Testamento. Mateo. Barcelona: CLIE.
Santa Biblia. La Biblia al día. (1979). Inglaterra: Sociedad Bíblica Internacional. (= BAD).
Santa Biblia Reina-Valera. Revisión de 1960. Brasil: Sociedades Bíblicas Unidas. (= RV 1960).
Támez, Elsa e Isela Trujillo. (2012). El Nuevo Testamento Griego palabra por palabra. Interlineal Griego-Español. Brasil: Sociedades Bíblicas Unidas.
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