Pr. Martín Ocaña Flores |
“Entonces, entrando Jesús en la barca, pasó al otro lado y vino a su ciudad.
Y sucedió que le trajeron un paralítico, tendido sobre una cama (klínes); y al ver Jesús la fe (idón hó Iesoús tén pístin) de ellos, dijo al paralítico: Ten ánimo, hijo; tus pecados te son perdonados.
Entonces algunos de los escribas decían dentro de sí: Éste blasfema.
Y conociendo Jesús los pensamientos de ellos, dijo: ¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones? Porque, ¿qué es más fácil, decir: Los pecados te son perdonados, o decir: Levántate y anda? Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad (exousían) en la tierra para perdonar pecados (dice entonces al paralítico): Levántate, toma tu cama (klínen), y vete a tu casa (oikón). Entonces él se levantó y se fue a su casa (oíkon).
Y la gente, al verlo (idóntes dé), se maravilló (efobéthesan) y glorificó (edóxasan) a Dios, que había dado tal potestad (exousían) a los hombres.” (Mateo 9:1-8, RV 1960)
CONTEXTOS LITERARIO Y SOCIAL
Es un relato algo extraño en el sentido que Jesús es el único que habla. Hay acciones de los amigos del paralítico (que según Mc 2:3 eran cuatro) y del mismo paralítico pero ya en condición de sano, hay cavilaciones de los escribas y también hay exclamaciones del gentío al ver el milagro efectuado. La historia, por tanto, quiere enfatizar lo que hace y dice Jesús. Quiere mostrar su poder perdonador y sanador, algo que hasta el día de hoy sigue haciendo en su infinita misericordia.
El evangelista Mateo sitúa a Jesús en su ciudad (9:1), es decir Capernaum, que era su domicilio (4:13) así como “base de operaciones del Reino de Dios” en esa región. El hecho acontece en una casa, a la cual (según Mc 2:4) los amigos del paralítico le hicieron una abertura en el techo para bajarlo, dado que no podían entrar a aquel espacio dada la muchedumbre que estaba adentro.
Respecto al paralítico hay que subrayar que se trata de un hombre postrado e incapaz de valerse por sí mismo. Es posible que por esta situación haya sido una persona pobre que sobrevivía de la mendicidad. La pobreza y la enfermedad desafortunadamente han generado una serie de prejuicios e ideas equivocadas como el que la enfermedad es resultado del pecado (Jn 9:1-3). (De hecho, hasta hoy se escuchan expresiones como “¿cuál habrá sido su pecado?”).
Justamente a causa de tales prejuicios este relato nos deja lecciones en varias direcciones. “Cuando Jesús miró al paralítico desafió el razonamiento vigente respecto de las enfermedades, que estas eran provocadas por los pecados cometidos” (De Moraes 2019:1212). Pero algo más, Jesús desafió a los escribas a causa de su declaración de perdón de pecados e hizo que las personas glorifiquen a Dios por lo que habían visto. Y es que un paralítico perdonado y sanado no es algo que se ve todos los días.
PALABRAS Y EXPRESIONES A RESALTAR
“al ver Jesús la fe de ellos” (v. 2)
Hay varias cosas que llaman la atención de esta expresión. (1) La fe se ve, es decir la fe es observable, se mira. En la línea de Stg 2:18 la fe se muestra en las obras. (2) La fe mostrada es de los que llevaron al paralítico ante Jesús. ¿Cómo no va a ser fe el cargar a un paralítico y abrir un techo con tal que éste tenga un encuentro con Jesús para que sea sanado? (3) El texto nunca indica que el paralítico tuviera fe, a pesar que él será el gran beneficiado de la acción poderosa de Jesús. En esto el paralítico se parece al niño-siervo del centurión romano (8:10, 13).
“ten ánimo, hijo; tus pecados te son perdonados” (v. 2)
Sorprende que Jesús se haya dirigido al paralítico como “hijo”. Esto podría indicar que se trataba de alguien menor que Jesús, es decir sería un muchacho al cual tal vez conocía personalmente, de ahí el tono paternal con el que le habló.
¿Por qué Jesús se dirigió al paralítico diciéndole primero que tenga ánimo (thársei)? Casi todas las versiones en español traducen ¡Ánimo! o ¡Ten confianza!, pero el sentido exacto es ¡Sé fuerte! ¡Ten fuerza! (así traduce la versión judía ortodoxa Berit Xadash). ¿Por qué tendría que ser fuerte? ¿Ante qué o ante quiénes?
El paralítico debe haber escuchado muchas veces -incluso en su casa, v. 7- que su enfermedad se debía a que era un pecador. Hasta es posible que él mismo creyera eso. Por eso es que Jesús lo manda a su casa (vv. 6-7) para testimonio de los suyos. Las palabras acusadoras y maltratadoras tienen un gran poder destructivo ¡qué duda cabe! ¡Procuraban que el paralítico sienta culpabilidad de su condición!
Por eso el ¡Sé fuerte! -que Jesús le dijo- son palabras que al paralítico lo levanta moral y emocionalmente. Son palabras que suenan a “no creas lo que se dice de ti, tu enfermedad no se debe a lo que la gente piensa”, “tú no eres más pecador que los que pueden caminar, ni menos pecador que estos escribas que están aquí”, “ánimo, yo estoy contigo”. Pero esta palabra de Jesús será complementada con “tus pecados te son perdonados”. Esto no estaba en el cálculo de nadie. Ni del paralítico.
Efectivamente, Jesús había hecho sanidades en anteriores oportunidades, pero esta es la primera vez que se menciona el perdón de pecados en relación a un milagro de sanidad. En la enseñanza judía lo que Jesús dijo chocaba frontalmente con dos ideas básicas: (1) Dios es el único que puede perdonar pecados, y (2) el perdón “se concedía en el culto del templo, con un ritual preciso y en circunstancias determinadas” (Levoratti 2007:328).
Jesús entonces al perdonar pecados estaba actuando como Dios. ¡Y por supuesto que lo era (1:23, Emanuel, Dios con nosotros)! Pero algo más, Jesús estaba haciendo de ese lugar -una casa con el techo abierto- un lugar tan sagrado como el templo, a la vez que hacía innecesario al sacerdote encargado del ritual. De ahí el pensamiento inmediato de los escribas, aunque tan sólo en sus corazones: éste blasfema, éste ofende a Dios con sus palabras.
“y conociendo Jesús los pensamientos de ellos” (v. 4)
Si a los escribas les parecía una blasfemia que Jesús se haga pasar por Dios -eso pensaban-, y si se les pasó por la cabeza reaccionar frente a tal “atentado” contra el único Dios, pues Jesús les demostró de forma inmediata que él efectivamente era Dios. ¡Sabía lo que pensaban! ¡Sabía lo que había en sus corazones! ¡Jesús era omnisciente, lo sabía todo! ¿Cómo podría saberlo si no era Dios?
Las preguntas de Jesús a los escribas (vv. 4-5), sin duda, debe haberlos dejado sin reacción. Además, prepararon el camino para que Jesús, en tanto Hijo del Hombre, muestre su autoridad (exousían) sobre el pecado y la enfermedad. Para Jesús, en tanto Dios, no es difícil declarar perdón u ordenar al cuerpo enfermo que se levante y camine. La muestra de poder, sin embargo, sólo lo apreciarán aquellos que no son parte del poder religioso local (v. 8).
“el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra” (v. 6)
La palabra exousían no significa primariamente “poder”. Para esta voz hay otras palabras griegas (como dúnamis). Exousían significa autoridad y aparece varias veces en el evangelio de Mateo (7:29; 8:9; 9:6, 8; 10;1; 28:18) en relación a Jesús. Si Jesús tiene autoridad en la tierra entonces puede dar órdenes (las que serán obedecidas). Eso lo sabe bien el centurión romano (8:13) y los discípulos que vieron cómo calmó una gran tempestad (8:27).
Jesús al decir que tiene exousían está afirmando nuevamente que él es Dios. Le perdonó al paralítico sus pecados y luego ordenó que se levante. ¡La autoridad de Jesús no tiene límites! Cuando los amigos del paralítico lo llevaron ante Jesús fue para que sea sanado físicamente (jamás pensaron que encontraría, además, el perdón de pecados), pero Jesús al perdonarlo y sanarlo rompió un prejuicio de su tiempo y mostró quien era realmente él.
“Y la gente al verlo se maravilló y glorificó a Dios” (v. 8)
Una vez que el hombre sanado se fue a su casa (v. 7) las personas vieron a Jesús (idóntes). Este verbo cierra el relato que comenzó con Jesús quien vio la fe de los que trajeron al paralítico (v. 2). Esto indica la importancia de saber “ver” lo que hace Jesús, porque cuando se tiene ojos para ver la acción de Dios entonces recién las personas se pueden maravillar (efobéthesan, temer) y glorificar (edóxasan es una acción continua, por tanto no dejaban de glorificar a Dios). “En Jesús, veían a Dios en acción. Sus obras de sanidad y perdón de pecados eran señales de que el Reino de Dios se había acercado”. (Biblia de estudio de Apologética 2011:1290)
La acción de estas personas contrasta, además, con la de los escribas. Lo trágico para éstos es que viendo el milagro son incapaces de reconocerlo como tal. Viendo a un paralítico caminar son incapaces de aceptar la acción poderosa de Dios. Viendo a Jesús que se identifica como el Hijo del Hombre, sólo ven en él a un blasfemo. El pueblo, gente común y corriente (ójloi), llegó a comprender algo más de Dios y su accionar: “había dado tal potestad (exousían) a los hombres”.
Efectivamente, el poder perdonar es algo que Dios en su misterio y misericordia ha otorgado a su pueblo. “Estos hombres son los miembros de la comunidad cristiana, que ha recibido en la tierra un poder semejante al del Hijo del hombre (cf. 16,19; 18,18)”. (Levoratti 2007:328).
IDEA CENTRAL DEL TEXTO
Jesús como Hijo del Hombre demuestra su poder para perdonar y sanar. El Reino de Dios avanza cada vez que alguien encuentra el perdón de Dios y la sanidad. Pero esto no todos lo reconocen, sino sólo los que tienen ojos para ver el accionar de Dios.
LECCIONES QUE APRENDEMOS
Acerca de Jesús:
La fe de las personas nunca pasa desapercibida para Jesús. Él tiene ojos para ver cómo obra la fe (en favor del que está postrado, como en esta historia). Me pregunto qué tipo de fe está viendo Jesús hoy en cada uno de nosotros.
La autoridad de Jesús lo cubre todo: perdona, sana, cuestiona, desafía, ordena. Y su autoridad es una muestra que él es Dios. El milagro que hace Jesús incluye perdón y sanidad. Nosotros jamás debemos separar lo que para el Señor va junto.
Acerca de los amigos del paralítico:
La fe, es decir la confianza en Jesucristo, siempre lleva a hacer algo en dirección a él. La fe mueve a hacer obras, por eso éstas siempre manifiestan lo que creemos.
La fe, por más que haga obras, debe estar abierta al poder y la misericordia de Dios. Los que llevaron al paralítico buscaban la sanidad de este hombre. Jesús le dio algo más: perdón. Dios con frecuencia nos sorprende cuando obramos fe.
Los amigos del paralítico creían en el poder de Jesús, por eso lo llevaron ante él no importando la situación (la parálisis) o las frustraciones (el ver una casa completamente llena y sin espacio para nadie más). Para Dios nada es imposible, y para los que tienen fe en él a veces tampoco hay imposibles.
Acerca de la gente:
Tener ojos para ver el poder de Dios es algo que nunca se debe perder. Dios al traer perdón y sanar al paralítico se llenaron de temor y adoración. Nosotros no creemos en un Dios débil y que parece ausente del mundo y sus problemas. Dios está vivo y actuando poderosamente. Pero hay que tener ojos para verlo.
Fuentes usadas
Biblia de estudio de Apologética. (2011). Nashville, TENN: Holman.
De Moraes, Sidney. (2019). Mateo, R. Padilla y otros, edits., Comentario bíblico contemporáneo. Buenos Aires: Certeza Unida y otros.
Levoratti, Armando. (2007). Evangelio según san Mateo, A. Levoratti, edit., Comentario Bíblico Latinoamericano. Nuevo Testamento. Navarra: Verbo Divino, 2007, 2ª edición.
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