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3 de septiembre de 2016

IDEOLOGÍA DE LA PROSPERIDAD ¿EVAPORACIÓN DE LA TEOLOGÍA?


Pastor Martín Ocaña
    El carácter alienante y esclavizador de la ideología sólo puede ser conjurado cuando se la hace consciente y se la somete a una constante revisión crítica, tanto en términos del evangelio mismo cuanto del análisis racional de la realidad.
José Míguez Bonino.

Planteamiento del tema

Desde la década del 60 del siglo pasado el término “ideología” cayó bajo sospecha en círculos teológicos latinoamericanos, primero en torno a la reflexión de Iglesia y Sociedad en América Latina (ISAL) y luego con la teología de la liberación (TL). Incluso Juan Gutiérrez tituló un libro como Teología de la liberación. Evaporación de la teología,[i] observando que dicha teología en realidad tenía más de “ideología” que de teología, digamos, “seria” (tomista en su opinión). En esa misma crítica –que ya estaba desde la aparición de ISAL- coincidieron teólogos como Pedro Arana, Samuel Escobar, Emilio Núñez y René Padilla, entre otros. Basta echar una mirada a algunos libros de esa época para corroborar la afirmación. De ahí que José Míguez Bonino señalara con acierto que “la ‘ideologización’ del evangelio es tal vez la acusación más frecuente lanzada contra la teología de la liberación”.[ii] 

En el fondo de esa imputación estaba la idea, raras veces reconocida, que la teología en una suerte de “purismo” no debía mezclarse con ideología alguna. Ésta invalidaría aquella. La teología debía ser “bíblica”, como si la reflexión contextual al buscar eficacia acaso podría abstraerse de una visión del mundo y de un lenguaje específico, y por tanto de una ideología. ¿Existe la posibilidad de una teología sin ideología? ¿En todo caso cuál sería la relación entre ambas? ¿La TL es –o era- más “ideológica” que la actual teología de la prosperidad (TP)? Creo que Emilio Núñez no se equivocó cuando observó que “es también posible someter la teología a una ideología de derecha”.[iii] En este sentido Sharon Heaney, al evaluar las teologías latinoamericanas, advierte que “la fe bíblica activa expresada a través de la teología no debe utilizarse para encubrir una ideología del status quo”.[iv]  Este es, a mi entender, el asunto de fondo.

Teología de la prosperidad y neoliberalismo económico

Estrictamente se puede decir que la TP es un énfasis teológico que se encuentra en diversas iglesias, ministerios para-eclesiásticos y medios de comunicación (revistas, libros, radioemisoras, cadenas de televisión, internet, etc.). La propuesta de la TP es que los cristianos, en tanto “hijos del Rey”, tienen derecho a apropiarse o reclamar los diversos beneficios de Dios, fundamentalmente los que tienen que ver con la prosperidad material (abundantes riquezas). De esta manera la TP pone un énfasis desmedido en las riquezas materiales y convierte a ésta en un canon para medir la fe, la espiritualidad y la práctica de las diversas “leyes de prosperidad”, tanto a nivel personal como grupal-eclesial. Esta teología relee toda la Escritura desde la lógica del mercado total lo que la obliga a articular un nuevo cuerpo doctrinal.

Por eso en la enseñanza de la TP Dios aparece como un propietario extremadamente rico, dueño del oro del universo. De esto derivan que los cristianos deben ser ricos en extremo además que deben emplear oro entre sus atuendos. También enseñan que Jesús fue un hombre acaudalado, viviendo en prosperidad desde su nacimiento hasta la muerte. Incluso, sostienen que Jesús tenía tanto dinero que necesitó hasta un tesorero. La cruz de Cristo se interpreta como el medio por el cual Cristo hace prósperos a los cristianos, es decir Jesús murió para que los cristianos vivan en prosperidad y no bajo la maldición de la ley (la pobreza). La iglesia se convierte en una empresa transnacional en la que se debe invertir dinero –con los diezmos y ofrendas- para obtener muchas ganancias económicas. Finalmente, el cielo es transformado en un lugar de lujos inigualables, lo cual implica que terrenalmente los cristianos deben vivir con suntuosidades para “irse acostumbrando” a su futura morada eterna. 

No exagera, pues, Julián Castro cuando señala que la TP al utilizar el lenguaje de los “utopistas” del mercado total se convierte, queriéndolo o no, en una ideología reproductora del sistema capitalista en su versión neoliberal.[v]  ¿Teología sin ideología? En la TP, al menos, es imposible no ver esa vinculación casi axiomática. 

“Un mundo sin ideologías” ¿Una nueva ideología?

Vivimos en un mundo que pretende ser “no-ideológico”, pues la ideología sería un lastre de la modernidad que debemos despojarnos. ¿Un mundo feliz? El que no tiene ideología alguna sino tan sólo ciencia y técnica. Y aunque Terry Eagleton ha ofrecido dieciséis definiciones de dicho término,[vi]  lo cierto es que “la ideología no solamente es distorsión, sino también significación. La ideología entrega modelos para interpretar la praxis, las relaciones sociales, etc. Una función importante de la ideología es su papel mediador entre la realidad social y la percepción que se tiene de ella”.[vii]  O como sugiere Teun van Dijk, la ideología es un sistema de creencias y representaciones sociales.[viii]   

Esta forma de entender la ideología es un avance cualitativo respecto a cómo los marxismos y buena parte de los científicos sociales la habían explicado hasta no hace mucho tiempo. Y como es evidente, ciertos teólogos latinoamericanos utilizaron de forma muy restringida el término ideología. El problema con esto es que devinieron esquemas y explicaciones demasiado simples para situaciones tan complejas como es el campo religioso latinoamericano y sus diversas articulaciones teológicas. Y en esa simplicidad irónicamente se falsearon muchas realidades. ¡Los serios y “objetivos” análisis no eran sino ocultamiento de la realidad, “ideología” al decir de los marxistas! ¿Empero hay lugar para las ideologías hoy? Por cierto y sin ningún rubor. Las ideologías seguirán teniendo un rol tan importante como articulador de proyectos en el presente siglo XXI.

La prosperidad al estilo neoliberal ¿es para todos?

Que el mundo está lleno de mitos sociales y económicos no cabe duda alguna. Uno de ellos es que todos los países y todas las personas pueden ser prósperos, ricos, con una abundancia material jamás imaginada. En el Perú ese mito lo recalca Mario Vargas Llosa aunque él no es su único vocero. En América Latina son una legión –entre los que se encuentra la TP- quienes se encargan de vender la ilusión de que esa “utopía” es realizable. Pero lo cierto es que el mito de la prosperidad para todos contrasta apodícticamente con los 1,070 millones de personas que sobreviven en condiciones de extrema pobreza en el mundo actual.[ix]  Ahora, este mito es relativamente nuevo pues no siempre fue así, y parece ser más bien parte de un espejismo, una fantasía creada por el neoliberalismo económico que construye un marco para sublimar los deseos.[x] 

Hubo un tiempo, sin embargo, en que los poderosos se esforzaban por justificar la riqueza de unos pocos sobre las masas empobrecidas, es decir la prosperidad no era para todos. 
Richard Hughes en su brillante libro Mitos de los Estados Unidos de América [xi] comenta que después de la guerra civil estadounidense 
    muchos norteños veían la riqueza de sus estados como un premio de Dios por la rectitud moral de la nación. De ahí a aplicar este concepto a la riqueza de las personas, quedaba un solo paso. Muchos, por tanto, comenzaron a ver la riqueza de los barones de la industria como prueba de que Dios recompensa la rectitud moral de las personas. De igual modo, si muchos veían la pobreza sureña como la maldición de Dios sobre el Sur por haber instituido la esclavitud, también llegaron a ver la pobreza de las masas en las ciudades del Norte como maldición divina por su haraganería e inmoralidad. Dicho en otras palabras, en los estados norteños se iba estableciendo con rapidez una ideología que equiparaba la riqueza con la rectitud y la pobreza con el pecado.[xii]
Hughes luego narra cómo posteriormente se articuló una teología de la prosperidad desde los vencedores, desde la nueva clase rica estadounidense. Pero ¿acaso de esa “ecuación teológica” no da cuenta ya críticamente algunos textos de la Escritura? De hecho, la “teología de la retribución” se encuentra ya en la redacción deuteronomista y en el libro de Job, por no mencionar a un sector del judaísmo previo al 70 d.C. al cual fustiga posteriormente el evangelio de Lucas. Y en los púlpitos latinoamericanos ¿acaso nunca hemos escuchado predicaciones acerca de cómo Dios bendice materialmente a Estados Unidos por su fidelidad, porque tienen una constitución cristiana, porque saben adorar al Señor y etcétera? ¿Esto no evidencia acaso esa vinculación histórica entre protestantismo y liberalismo, el cual es muy difícil al parecer desligarnos ideológicamente?

Teología e ideología, una vinculación necesaria

A estas alturas resulta innecesario preguntarnos si una teología –y particularmente la comunidad de fe que la articula- puede buscar presencia, relevancia o eficacia en la sociedad al margen de una visión del mundo, de un lenguaje específico y de una o más ideologías. En palabras de Samuel Silva Gotay: 
    La fe no es una ideología, aunque tiene que expresarse en una forma de vida concreta que supone una ideología. Teóricamente, la fe se expresa en teología y ésta se expresa en las categorías de pensamientos y en el lenguaje de su tiempo.[xiii]
Y aunque esta vinculación ya lo había trabajado con profundidad Juan Luis Segundo en Liberación de la teología [xix] y en El hombre de hoy ante Jesús de Nazaret. Tomo I. Fe e ideología,[xv]  parece que muchos hicieron caso omiso al teólogo y filósofo uruguayo. La TL en los años 60 y 70, más bien y a diferencia de sus críticos, sí expuso abiertamente su opción política, su ideología y hasta su metodología de trabajo. José Míguez Bonino, a quien cito ampliamente, señaló: 
    Un número de cristianos latinoamericanos utilizan el concepto de liberación como una manera histórica actual de trasponer esa calidad de vida en términos traducibles en acción significativa. (…) El capitalismo liberal (…) no es una estructura viable para historizar la calidad de vida que tiene futuro en el reino. (…) Es una antiliberación: es opresión y esclavitud en términos del reino. (…) Con otros cristianos, hemos optado por una alternativa histórica –en términos de la problemática aquí mencionada- que en general llamamos “socialista”. (…) Para expresarlo en una forma un tanto polémica: el socialismo como estructura social es para mí hoy en América Latina el medio de correlación activa con la presencia del reino en lo que hace a la estructura de la sociedad humana. Es, en este terreno, mi obediencia de fe.[xvi]
Ciertamente esa honestidad ideológica no la encontramos en los impulsores de la actual TP. Y aunque a éstos ni a ninguna teología se les puede imputar que tengan ideología alguna, de hecho hay que cuidarse de lo que advertía Zizek: “Cuando algún procedimiento es denunciado como ‘ideológico por excelencia’, uno puede estar seguro de que su inversión no es menos ideológica”.[xvii]   

En mi opinión, uno de los varios problemas que tiene la TP es que no quiere asumir abiertamente su ideología de derecha política, de lógica de libre mercado, de totalización del capital y de cosificación de los seres humanos y de la naturaleza. Serían más honestos si dijeran con toda claridad “creemos en el sistema capitalista, creemos que el libre mercado nos aproxima mejor que ningún sistema político al reino de Dios y creemos que Von Mises, Hayek, Rüstow, Berlin, Polanyi, Friedman, Fukuyama, Toffler y Vargas Llosa son nuestra fuente de autoridad final y no la Biblia”. Ahora bien, si quieren pueden hacerse los desentendidos y seguir sosteniendo que su discurso viene directamente de Dios como palabra “rhema” o como revelación a sus apóstoles y ungidos, pero entonces tendrán que asumir las consecuencias de tal pretensión.

A modo de conclusión 

Tal como hemos visto la teología definitivamente necesita de la ideología. “La fe sin ideología es muerta” decía Juan Luis Segundo. El problema no es tener ideología sino creer que no se la tiene. Y más aún, pretender que el discurso teológico, en este caso la TP, es sinónimo de revelación divina y por tanto incuestionable y con validez universal. 

En todo esto creo que una de las preocupaciones legítimas, en el quehacer teológico, es estar conscientes de hasta cuánto y hasta dónde una ideología nos puede controlar y aún dictaminar una determinada praxis a costa del mismo Evangelio. De hecho, en teoría sabemos que nuestra fidelidad es al Evangelio y no a una determinada ideología. Pero también sabemos lo difícil que es asumir una ideología de forma crítica. Paul Knitter sostiene por ello que 
    el teólogo debe confrontar constantemente su teología con el Evangelio. Precisamente las ideologías de un teólogo deben ser más abiertas, flexibles y anti-dogmáticas que las de un político o un sociólogo. Sólo así podrá evitar que la ideología acabe dominando su teología.[xviii]
O en palabras de Míguez Bonino, a las ideologías hay que someterlas “a una constante revisión crítica, tanto en términos del evangelio mismo cuanto del análisis racional de la realidad”.[xix] Se trata de una tarea, sin duda, permanente.
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Notas Pie de Página

[i] Publicado en: México D.F.: Jus, 1975.
[ii] La fe en busca de eficacia. Salamanca: Sígueme, 1977, p. 111.
[iii]Teología de la liberación. Una perspectiva evangélica. Miami: Caribe, 1986, p. 
[iv]Contextual Theology for Latin America. UK: Paternoster, 2008, p. 87.
[v]“¿A Dios le gusta el dinero? Cómo el cristianismo contribuye a la difusión del neoliberalismo en América”, en: L. de Oliveira y otros, edits., Religião, política, poder e cultura na América Latina. São Leopoldo: EST, 2012, p. 195.
[vi] Ideología. Una introducción. Buenos Aires: Paidós, 1997.
[vii] Hans de Wit. En la dispersión el texto es patria. San José: UBL, 2002, p. 416.
[viii] Ideology. A Multidisciplinary Approach. London: Sage Publications, 1998, pp. 15-27.
[ix] Cf. Jürgen Schuldt. Civilización del desperdicio. Lima: Universidad del Pacífico, 2013.
[x] Slavoj Zizek. El sublime objeto de la ideología. Buenos Aires: Siglo XXI Editores, 2003, p. 163.
[xi] Publicado en: Grand Rapids, MI: Libros Desafío, 2005.
[xii] Op. Cit., p. 176.
[xiii] El pensamiento cristiano revolucionario en América Latina y el Caribe. Puerto Rico: Cordillera, 1983, p. 239.
[xiv] Publicado en: Buenos Aires: Carlos Lohlé, 1974.
[xv] Publicado en: Madrid: Cristiandad, 1982.
[xvi] “El Reino de Dios y la historia”, en: R. Padilla, comp. El reino de Dios y América Latina. El Paso, TX: CBP, 1975, pp. 88-89.
[xvii] “Introduction: The Spectre of Ideology”, in: Mapping Ideology. London: Verso, 1994, p. 3.
[xviii] “Teología e ideología política”, en: Selecciones de Teología Nº 050, 2011.
[xix] Op. Cit. La fe en busca…, p. 121.



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