“Gracia” es un término teológico fundamental tanto en la Biblia como en las diversas comunidades cristianas. En América Latina la entendemos como el accionar inmerecido de Dios en la historia a favor de las mayorías sufrientes, y que involucra a su pueblo a participar en la transformación de dicha historia, buscando la plenitud de vida de todos y todas. [1]
Sin embargo, hoy nos encontramos anegados en un sistema socio-económico que detiene esa plenitud de vida, que no es sino el proyecto de Dios. Ese sistema es conocido comúnmente como “libre mercado” o “mercado total”. Y aunque el presente capítulo aborda este tema no se detiene en él, sino más bien avanza en el tema de la gracia de Dios, cómo se manifiesta éste en la vida concreta de las personas y cómo opera por medio de ellas. Es desde esta óptica que leeremos el libro de Rut. Allí se muestra de forma visible y eficaz la gracia, ofreciendo de esta manera una nueva visión de cómo se deben solucionar los problemas de fondo, que por lo general los proyectos políticos y económicos dominantes -como el libre mercado- olvidan.
Mercado total, ocaso de la humanidad
- En los días en que gobernaban los Jueces hubo hambre en el país, y un hombre de Belén de Judá se fue a residir, con su mujer y sus dos hijos, a los campos de Moab (Rut 1:1).
Mercado total ¿panacea global?
Hoy se habla demasiado del libre mercado. No hay término más actual y en boga. Muchos lo repiten aunque no siempre entiendan el significado de ella. También hay otros términos que se le asocian: calidad total, eficiencia, competitividad, economía de mercado, libertad. [2] En nombre de ellas se ha construido un mundo y un sistema económico que se presenta como la panacea de la humanidad.
Se supone que el libre mercado debiera producir –casi por cálculo de lógica matemática- el paraíso sobre la tierra o algo muy parecido a ella. Pero la realidad, como sabemos, es absolutamente distinta. El libre mercado, sostienen sus apologistas
- es un término que resume una infinidad de intercambios que se dan en la sociedad. Cada intercambio es realizado voluntariamente entre dos personas o entre dos grupos de personas representados por sus agentes. El mercado es “libre” por que las elecciones son realizadas libre y voluntariamente. El mercado libre y el sistema de precios no controlados hacen posible que los bienes de todas partes del mundo estén disponibles para los consumidores.[3]
Esta definición indica que el libre mercado es un espacio de relaciones sociales entre personas que ejercen el comercio en forma libre. Se explicita, también, que los precios de los productos a comercializar no deben ser controlados para su mejor disposición entre los consumidores. La pregunta que surge entonces es ¿quién o quiénes deben controlar los precios? La respuesta al unísono es “el mismo mercado”, y esto porque existen mecanismos internos –se dice- que regulan de forma autónoma el funcionamiento del sistema económico. De allí que nada ni nadie debe intervenir el mercado, mucho menos el Estado.[4]
Los defensores del libre mercado sostienen, además, que se trata de una forma nueva y avanzada del capitalismo. Arguyen que es el inevitable resultado de la revolución tecnológica y de la racionalidad del mercado. Por eso proclaman que es la forma más eficiente de organización económica.
Esta ideología ha hecho que en la práctica el libre mercado se convierta en un “mercado total”. Se han totalizado a sí mismos. Pero la totalización del mercado lleva a la renuncia de cualquier comportamiento racional. Por eso es que más les importa las grandes cifras de sus ventas, el crecimiento macro-económico, la racionalidad y la eficiencia del mercado que la vida misma de las personas. Franz Hinkelammert observa críticamente esa lógica:
- Celebramos la racionalidad y la eficiencia, no obstante estamos destruyendo las bases de nuestra vida sin que este hecho nos haga reflexionar sobre los conceptos de racionalidad correspondientes. (...) Esta eficiencia, ¿es eficiente? Esta racionalidad económica ¿es racional?[5]
El mercado y su eficiencia irracional
Se define la eficiencia como “la virtud y facultad para lograr un efecto determinado”. Entonces ¿Hacia dónde apunta el mercado total? ¿Qué dirección tiene su eficiencia? ¿Cuál es el efecto que busca? Uno de sus apologistas sostiene que
- una economía de mercado opera para el beneficio de todos, de los no-propietarios tanto como de los propietarios. Los no-propietarios obtienen el fruto de los medios de producción que otros poseen. Obtienen tal fruto al comprar los productos de tales medios de producción.[6]
Es decir, el mercado está para satisfacer las necesidades de todos los que pueden consumir. La eficiencia del libre mercado tiene que ver con el comercio, con el consumo. Este es su fin último, no las personas, mucho menos su calidad de vida. De allí, por ejemplo, que en el mundo actual sean los consumidores quienes gozan de más beneficios y derechos que los ciudadanos comunes y corrientes. Estos alcanzarán derechos en tanto se conviertan en consumidores. “Consumo, luego existo” es el lema del mercado total.
Creemos que al mercado total se le debe evaluar no sólo por su ideología, sino también por sus efectos tangibles. “Por sus frutos los conoceréis” (Mat 7:16) también se aplica en este caso. Si la eficiencia del mercado total tiene que ver con el beneficio de todos, no nos explicamos cómo es posible que el ingreso per cápita de casi 100 países mal llamados “en desarrollo” sea menor que en 1975, después de haberles aplicado por décadas tanta receta económica liberal o neoliberal.
Hoy la población de este “mundo subdesarrollado” supera los 5,000 millones, y más de 4,000 millones viven con 1, 2 ó 3 dólares diarios.[7] Tampoco nos explicamos cómo es que siguen persistiendo en gran parte de la humanidad antiguos problemas que ya debieran haber sido superado hace años, como son el problema del hambre, las epidemias, el agotamiento de los recursos naturales, etc.. Bien observa Amartya Sen:
- Vivimos en un mundo de una opulencia sin precedentes, difícil incluso de imaginar hace cien o doscientos años. (...) Y, sin embargo, también vivimos en un mundo de notables privaciones, miseria y opresión.[8]
Es innegable que el mercado total y su eficiencia han convertido este mundo en una iniquidad global insostenible. Lo están llevando a su ocaso, pues todo está siendo devastado. Si Adam Smith y David Ricardo revivieran no podrían comprender el mercado total que deteriora la democracia, asesina la naturaleza y termina finalmente con la vida humana. Las teorías del mercado total han fracasado y exigen plantear alternativas ahora, pues mañana sería muy tarde.[9] Esto nos lleva a que necesitamos con urgencia una economía en función de la vida, lo cual implica una revaloración de la vida y de todo lo que nos rodea.
Franz Hinkelammert y Henry Mora han escrito un magnífico libro [10] en el que proponen un horizonte de reconstrucción para la economía:
- Todo enunciado o juicio tiene por última referencia a la vida humana. (...) Y cuando hablamos de “vida” nos referimos a la vida real de los seres humanos reales (...) Una Economía para la Vida se ocupa de las condiciones que hacen posible esta vida a partir del hecho de que el ser humano es un ser natural, corporal, necesitado (sujeto de necesidades). Se ocupa, por tanto, particularmente, de las condiciones materiales (biofísicas y socio-institucionales) que hacen posible y sostenible la vida a partir de la satisfacción de las necesidades y el goce de todos, y por tanto, del acceso a los valores de uso que hacen posible esta satisfacción y este goce; que hacen posible una vida plena para todos y todas. [11]
La economía necesita superar lo estrictamente monetario y transitar hacia la satisfacción de las necesidades humanas.[12] Pero esto el mercado total no lo va a hacer, pues va contra su esencia, contra su naturaleza. Sin embargo, cuando la economía tenga el correcto horizonte de acción, los grandes males humanos, como el hambre (Rut 1:1), dejarán de ser.
Experimentando la gracia de Dios
- ¿Cómo he hallado gracia (hen) a tus ojos para que te fijes en mí, que no soy más que una extranjera? (Rut 2:10).
Rut: un proyecto político alternativo
En la Biblia hebrea encontramos un escrito que nos ayuda a entender la experiencia de la gracia de Dios, en circunstancias parecidas a la de gran parte de la población en América Latina. Se trata del libro de Rut, un texto del post-exilio, posiblemente alrededor del 450 a.C. en el contexto de la exploración de proyectos políticos reconstruccionistas fundamentalmente anti-extranjeros. El libro de Rut evidenciaría que no todos estaban de acuerdo con dichos proyectos político-económicos, pues plantea enérgicamente la necesidad de incorporar a todos y todas, israelitas y no-israelitas,[13] en la construcción de una sociedad donde los problemas fundamentales sean superados. ¿Cuáles eran esos proyectos que confrontó el libro de Rut?[14]
1. El proyecto de Zorobabel y Josué (Esd 3:1-13). Zorobabel era descendiente del rey de Judá y Josué del sumo sacerdote de Jerusalén. Ambos con el apoyo de Hageo y Zacarías (Hag 1:12-15; Zac 4:6-10) intentaron reconstruir el altar y el templo (Esd 5:1-2). Ellos creían que el sufrimiento del pueblo era un castigo de Dios por no haber reconstruido el templo en ruinas (Hag 1:3-11). Por eso, el deseo de reconstruir el templo ofreció una oportunidad para organizar al pueblo, incluyendo los sacerdotes (Esd 3:7-10). Zorobabel y Josué procuraban re¬construir el pueblo alrededor del altar y el culto. Pero los samaritanos les opusieron resistencia (Esd 4:1-24).
1. El proyecto de Zorobabel y Josué (Esd 3:1-13). Zorobabel era descendiente del rey de Judá y Josué del sumo sacerdote de Jerusalén. Ambos con el apoyo de Hageo y Zacarías (Hag 1:12-15; Zac 4:6-10) intentaron reconstruir el altar y el templo (Esd 5:1-2). Ellos creían que el sufrimiento del pueblo era un castigo de Dios por no haber reconstruido el templo en ruinas (Hag 1:3-11). Por eso, el deseo de reconstruir el templo ofreció una oportunidad para organizar al pueblo, incluyendo los sacerdotes (Esd 3:7-10). Zorobabel y Josué procuraban re¬construir el pueblo alrededor del altar y el culto. Pero los samaritanos les opusieron resistencia (Esd 4:1-24).
2. El proyecto de Esdras (Esd 9:1-10; Neh 8:1-18). Esdras era un doctor de la ley y escriba que actuaba bajo la tutela del rey de Persia. Llegó a Jerusalén aproximadamente 60 años después de Zorobabel. Para él los sufrimientos del pueblo eran un castigo de Dios por sus pecados, ya que por medio del matrimonio con mujeres extranjeras entraban costum¬bres paganas (Esd 9:1-2; 10:2-10; Neh 13:23-27). Por eso Esdras se propuso expulsar a dichas mujeres y a sus hijos (Esd 10:3-11), además de observar mejor la ley de Dios, explicada por él mismo y por los levitas (Neh 8:1-18). Esdras procuraba reconstruir el pueblo fundamentalmente en torno a la “pureza de la raza” (Esd 9:2).
3. El proyecto de Nehemías (Neh 5:1-19). Nehemías era gobernador de Judá, nombrado por el rey de Persia en el año 445, o sea en la misma época en que Esdras vivía allí. Nehemías veía cómo los pobres eran explotados por los ricos y los gobernantes (Neh 5:1-19). Por ello convocó una asamblea en la que se exigió a los explotadores del pueblo que devolvieran las tierras robadas y que perdonasen las deudas a los pobres (Neh 5:7-13). Ne¬hemías procuraba reconstruir Israel alrededor de la ob-servancia de la ley del Jubileo. Esa revolucionaria ley ordenaba que cada 50 años se re-estructurase la tierra y se perdonase las deudas (Lev 25:1-34; Deut 15:1-11). Sin embargo, esta re-estructuración, al parecer, no resolvía los problemas de fondo, pues hacía recaer toda la iniciativa en los ricos. Nehemías, finalmente, también se oponía a que los extranjeros tuviesen parte en su proyecto de nación (Neh 13:3,23-29).
Estos proyectos político-económicos no eran la solución al problema mayor (el hambre del pueblo). Sus representantes (poder patriarcal) y sus mediaciones (templo y ley) eran incapaces de transformar la realidad de anti-gracia que vivía Israel. La solución del problema no pasaba por expulsar a los extranjeros del país, mucho menos por la aplicación de “recetas económicas” que se reducían tan sólo a la generosidad de los hacendados y comerciantes ricos hacia los pobres. Es interesante observar que en ese contexto se escribe el li¬bro de Rut, donde “la renovación y reconstrucción del pueblo nace de dos mujeres, pobres, viudas, migrantes, sin hijos y una de ellas extranjera”.[15]
Particularidades lingüísticas y “autoría”
1. La reiterada presencia del verbo ga’al (redimir, 2:20; 3:13; 4:4,6; etc.), indica que esta palabra de alguna manera orienta la lectura del libro, además de ofrecer el tema central. Ga’al, sin embargo, recuerda la forma cómo actúa Dios a favor de su pueblo: liberándolos de la esclavitud en Egipto (Ex 6:6).
2. La palabra hesed (misericordia, bondad) aparece tres veces (1:8; 2:20 y 3:10). Las dos primeras en boca de Noemí y la tercera en Booz. El hesed estaba históricamente vinculado –al igual que ga’al- al acontecimiento político liberador por excelencia en la memoria hebrea: el éxodo (Ex 15:13). Aquí nos preguntamos si, acaso, el libro de Rut evoca un nuevo éxodo, y con ello, el tribalismo.[16]
3. Finalmente, la palabra hen (gracia) aparece tres veces (2:2,10,13), todas las veces pronunciadas por Rut la moabita. La palabra (hen), en el idioma hebreo, aparece en el contexto de la superación de la distancia entre poderosos y débiles.[17] Ahora bien ¿La “gracia” es tan sólo una expresión teológica o más bien una perspectiva, una forma de entender el actuar de Dios en medio del dolor humano acompañado de la esperanza en un mundo alternativo donde se halla la plenitud de vida?. Una lectura del libro parecería indicar esto último.
Respecto a la autoría del libro, hay quienes creen que debido a la preeminencia de dos mujeres (Rut y Noemí) en el libro, éste haya sido escrito por una mujer.[18] A esto hay que sumarle el argumento de que en el libro de Rut los discursos de los personajes femeninos ocupa 56 de los 85 versículos.[19]
Rut: proyecto de vida desde las sin-gracia
El libro de Rut comienza con la historia de una familia procedente de Belén, que paradójicamente es un lugar donde no hay pan. “Belén” significa “casa del pan” (en hebreo bet lehem). Sin embargo, no había pan en la casa del pan. Se trata de las contradicciones de una sociedad en la que unos pocos tienen el control de la economía.[20] Esta situación forzó la migración familiar, encabezado por Elimelec, a “tierra prohibida”: Moab. Según Deut 23:3-4 los moabitas eran apestados sociales para Israel, y había una larga tradición sobre el particular. Pero cuando hay hambre y padecimientos no existen lugares ni pueblos prohibidos que no puedan refugiar a los necesitados. ¿Esta no es acaso la lógica de las migraciones?[21]
La historia del libro pasa, según el análisis estructural, de un extremo a otro. De la vaciedad (1:1-5) a la plenitud (4:13-17), de la desesperanza (1:6-22) a la esperanza (4:1-12), teniendo como centro de la historia los diálogos entre Noemí y Rut (2:18 – 3:1-5).[22] De por medio hay historias de dolor (migración forzada por el hambre, muertes del esposo y los hijos de Noemí, penurias con las dos nueras). Pero también hay situaciones inesperadas, como la aparición de Booz, un pariente del difunto esposo de Noemí, y que va a jugar un papel importante en esta trama a favor de la vida de Rut y Noemí. Pero ¿no es acaso así en la vida real? ¡Cuan importante es tener familia en tiempos de crisis y dolor! ¡Por más que sean familiares lejanos!
Los nombres de todos los personajes del libro tienen un significado que revela lo que son y lo que hacen. Aquí me detendré sólo en tres. Noemí, la viuda de Elimelec, significa “mi dulzura”, pero luego exigirá que la llamen Mara (“mi amargura” o “la amarga”). Rut, la viuda y nuera moabita de Noemí, significa “saciada”. Booz significa “en El (Dios) está la fuerza”.
Estos tres personajes sufren profundas transformaciones en sus vidas. La “dulzura” se vuelve “amargura”, pero finalmente vuelve a ser “dulzura” ¡y hasta con descendencia! (4:17). La “saciada” moabita queda “vacía” –sin esposo (1:5) y sin nación (1:16-17)- para finalmente hallar un nuevo Dios, una nueva familia, una nueva tierra, una nueva nación y hasta un descendiente –que aunque ni lo imagine- llegará a ser rey en Israel (4:22). La “saciedad” de Rut fue mayor.
¿Y Booz? Aunque tenía familia (2:1; 4:1) le faltaba esposa y descendencia, lo cual gozará con la llegada de Rut (4:13). Rut había experimentado el hen de Booz (2:10,13), ahora le muestra su hesed (3:10). ¡Quien experimenta la gracia no puede menos que transmitir bondad hacia sus semejantes! ¡La gracia es una forma de vivir en comunidad o no es gracia! Razón tiene Jacques Guillet cuando dice que
- en Dios la gracia es a la vez misericordia que se interesa por la miseria (hen), fidelidad generosa a los suyos (hesed), solidez inquebrantable en sus compromisos (e’met), adhesión de corazón y de todo el ser a los que ama (rahamin), justicia inagotable (tsedeq), capaz de garantizar a todas sus criaturas la plenitud de sus derechos y de colmar todas sus aspiraciones.[23]
La gracia de Dios hace que las personas lleguen a una plenitud insospechada. En ese sentido el libro de Rut pone de manifiesto cómo sujetos marginados y reprimidos por la sociedad patriarcal (Noemí y Rut) se convierten en actoras sociales y políticas que trastocan el orden que las excluía y las destinaba a la muerte. Veamos.
Reinventado las leyes a favor de la vida
El manejo de la economía en tiempos de Rut no era muy favorable a los pobres (1:1; 2:7). Esdras y Nehemías no habían tenido éxito en ordenar la economía nacional. Sus intereses, como vimos, iban en otra dirección. Y de hecho que difícilmente podían aportar algo favorable al país pues no eran, sino, dos funcionarios persas que intentaban articular un proyecto político y económico importado, ajeno a los intereses de Israel, y muy particularmente al de los pobres.
Los persas habían introducido grandes cambios en la manera de organizar la economía en sus provincias, como parte de su proyecto de dominación internacional. El sistema tributario creaba la riqueza de los sectores dominantes y del Estado a partir de la recaudación del excedente, de allí la importancia de la comercialización. En ese sentido, crearon un “incipiente sistema de mercado”.[24]
No sorprende, por ello, encontrar bajo esa lógica mercantilista a un personaje como el “fulano” (4:1-6). A éste le interesaba la ley en tanto le permitiera adquirir las tierras de Elimelec, pues de esa manera podría aumentar su latifundio y con ello sus ganancias. Es decir, el fulano quiere hacer uso de la ley pero para “sacarle la vuelta” a la ley que favorece a los pobres. Así también es hoy. Hay quienes se valen de las leyes y las manejan a su antojo, pero tan sólo para hacerse de riquezas sin importarles la vida de las personas. ¡Hecha la ley, hecha la trampa!
Sabemos bien, por experiencia, que cuando la economía está en función de la ganancia, del aumento del capital de unos pocos –como el fulano de la historia-, y no en función de la vida de todos y todas, lo único que produce es la des-esperanza, la des-gracia nacional, la no-vida. Todo modelo económico que no tiene como finalidad al ser humano no puede tener éxito alguno. Y si a ello le sumamos una legislación con funciones decorativas o manipulable por los poderosos, lo único que se puede esperar entonces es que siga escaseando el pan en “la casa del pan”.
En esa situación Noemí sabía que tenía que hacer algo inteligente, pues la comida y el futuro estaban en juego. Rut ya había demostrado iniciativa para satisfacer las necesidades básicas (2:2). Se sentía responsable y por ello es que trabajó como segadora (2:3). Allí conoció a Booz, el dueño de la hacienda (2:8-14), a quien Noemí se refirió como go’el (2:20). Booz, pensó ella, era uno de los parientes que tal vez podía redimirlas. Pero pensar esta posibilidad no era sino pensar en utilizar antiguas leyes que podían favorecerlas (goelato y levirato, Lev 25:25 y Dt 25:5-10). Se trata de las mismas leyes que conocía el fulano, salvo que miradas desde otro ángulo. Noemí miraba estas leyes desde la defensa de la vida humana.
Sin embargo existían tres problemas que flanquear:
1) El fin del tiempo de la cosecha había llegado, y con ello el fin del pan diario (2:23), de allí que Noemí se pusiera a pensar en una solución de largo alcance para la situación de ambas: casar a Rut ;[25]
2) Al parecer estaban en desuso las leyes referentes a la redención y al levirato, aunque con franqueza no les afectaba directamente a ellas. ¿Cuál era la solución entonces? reformular esas leyes y aplicarlas a su situación [26]; y
3) Había un pariente más cercano que Booz (3:12) a quien le interesaba la ley del goelato –no así el levirato-, pero tan sólo por interés comercial (4:4-6).
Noemí era una mujer tan sabia como sagaz. La dureza de la vida le había enseñado ciertas argucias que no dudó en utilizarlas. Buscar un esposo para Rut, favorecerse de ciertas leyes antiguas y deshacerse del fulano no era algo sencillo. Además necesitaba de Booz para redimirse (2:20), y para desplazar al fulano de sus derechos (3:18). Noemí entonces instruyó a Rut a que se preparase como una novia (3:3 cf. Ezeq 16:9-12), con el propósito de exigirle matrimonio a Booz (“extiende tu manto”, 3:9 cf. Ezeq 16:8) en nombre del levirato (“eres pariente cercano”, 3:9).
El encuentro entre Rut y Booz tiene una carga erótica ineludible [27] cuyo resultado va ser un cambio radical para todos. De una situación de casi des-esperanza (y des-gracia), Noemí, Rut, y el mismo Booz, van a pasar al disfrute de la gracia. Pero faltaba aún la “aplicación” del goelato y el levirato (Lev 25:25 y Deut 25:5-10).[28]
Yahvé, según la tradición hebrea, había dado una serie de leyes justas para proteger a los más débiles e indefensos. Dos de esas leyes tenían que ver con la redención de la tierra y de la familia. Estrictamente Noemí y Rut necesitaban de Booz para que funcione ese aparato legal. Según 3:13 Booz había prometido redimir a Rut, en tanto el otro pariente (el fulano) se negara a hacerlo. ¿Cómo hacer para que el fulano reniegue de sus derechos? La solución era hacer cambios tanto en el goelato como el levirato (4:3-5).
Booz no sólo enfrentó los mecanismos de justicia de su tiempo (4:1-2), sino que demostró una increíble capacidad de reformular leyes y aplicarlas a favor de una moabita. Booz unió la ley del rescate (goelato), que daba derecho a adquirir la tierra del hermano pobre, con la ley del cuñado (latín "levir”; hebreo “yabam”; español “cuñado”) que daba el derecho y obligación de ca¬sarse con la viuda del hermano (4:9-10). Pero para poder unir ambas leyes, Booz tuvo que ampliar o reformular el levirato, pues conforme a la letra de esta ley, el otro pariente no tenía obligación de casarse con Rut, pues no era hermano del marido difunto (Deut 25:5).
Esta propuesta de ley sorprendió tanto a los ancianos de la ciudad como al mismo fulano, quien terminó cediendo sus derechos. Sorprendentemente todos aceptaron la unión de ambas leyes sin problema alguno (4:11), lo cual evidenciaría que el goelato y el levirato estaban por entonces en desuso. Eran leyes de las que nadie se acordaba, salvo Noemí (2:20).
La historia termina como las novelas: todo es felicidad. Booz y Rut se unieron y tuvieron un hijo (4:13). Pero la artífice de todo esto había sido Noemí, tanto así que las vecinas –que no aparecen en la historia sino hasta el final- dicen que es a ella a quien le había nacido el hijo (4:17). Una mujer, pobre y viuda, fue el instrumento de Dios para la salvación de la familia y la tierra, para que abunde el pan en “la casa del pan”.
¿No es esta historia, acaso, una evidencia concreta de la gracia eficaz de Dios? Cuando las y los pobres se afirman como sujetos, defienden sus derechos, utilizan la legislación que les favorece y luchan por los recursos que les posibilita la vida, Dios en su gracia quiebra todo aquello que parece indestructible. ¿Es que hay algo imposible para Dios?
Dios es como una ave madre que protege a sus frágiles polluelos bajo sus alas (2:12, cf. Sal 17:8; 36:7; 57:1; etc.). ¿Puede haber, acaso, una imagen más “graciosa” de Dios en esta historia? Y aunque en medio del dolor parezca a algunos que el Dios fuerte aflige a los suyos (1:21), realmente Él está interesado en la vida de los más débiles, de los más pobres entre los pobres, de las mujeres. Así había sido en la experiencia de Tamar (4:12), que se reactualiza en las historias de Rut y Noemí (4:13-17).
A modo de reflexión
1. Difícilmente vamos a encontrar en la Biblia –en cualquier parte de ella, incluyendo el libro de Rut- modelos económicos que imitar o pautas para salir de la pobreza o para encontrar bienestar material. Lo que sí podemos encontrar son orientaciones o criterios sobre la producción de bienes materiales, su uso y distribución.[29]
2. Estas orientaciones tienen que ver con la satisfacción de las necesidades corporales de todos y todas, y no tan sólo de segmentos minoritarios de la sociedad como indica el mercado total. Frente a este modelo económico, que excluye a vastos sectores sociales condenándolos a la muerte amparados en diversas legislaciones, se alza la gracia de Dios ofreciendo plenitud de vida.
3. La gracia eficaz de Dios se va experimentando en tanto las y los pobres se tornan agentes de cambio social, buscando el bien común, no importando su género, nacionalidad o condición social. Noemí y Booz utilizaron las leyes de Israel de una forma distinta a los poderosos de su tiempo. Mientras éstos utilizaban las leyes para enriquecerse, Noemí y Booz creían que las leyes de Dios estaban para defender la vida, sobre todo de los más pobres.
4. La experiencia de la gracia de Dios supone dar verdaderas batallas en el campo jurídico al sistema, que conoce de vacíos legales y que los pobres pueden aprovechar para su beneficio. Por ello se requiere actualizar las leyes, ajustándolas a las necesidades vitales del ser humano. Las leyes están al servicio de las personas, no al revés.
5. La experiencia de la gracia de Dios implica hacer alianzas estratégicas, de allí la necesidad de redentores (goeles) que participen de este proyecto de salvación en la historia. El libro de Rut privilegia la participación de mujeres (Noemí y Rut) pero no ignora a los varones (Booz). Y aunque la redención no distingue ni excluye géneros, está comprobado que cuando las mujeres se convierten en agentes de cambio, traen cambios sustanciales en la sociedad.[30]
6. Indudablemente la gracia eficaz de Dios transforma a las personas. Pero las transforma para bien y en medio de las luchas diarias por la supervivencia. La gracia de Dios no es un concepto abstracto que cae del cielo o sale de la Biblia. Es una forma de ver la vida, de experimentar la solidaridad humana, de vivir en Dios. Los nombres de los tres personajes principales del libro de Rut significan “Mi dulzura”, “saciada” y “En Dios está la fuerza”. ¿No son formas, acaso, de experimentar la gracia de Dios?.
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Notas Píe de Página
[1] Cf. el libro editado por Israel Batista. Gracia, cruz, y esperanza en América Latina. Quito: Editorial CLAI, 2004.
[2] Edward Herman “Palabras clave en el Nuevo Orden Mundial”, en: Z NET-MAGAZINE, abril de 2000.
[3] Murray Rothbard “Libre Mercado”. Instituto de Libre Empresa, Perú: www.ileperu.org
[4] José Tapia “Dios, la naturaleza y el Mercado Libre”. Instituto de Libre Empresa, Perú: www.ileperu.org
[5] El mapa del emperador. Determinismo, caos, sujeto. San José: Editorial DEI, 1996, p. 13.
[2] Edward Herman “Palabras clave en el Nuevo Orden Mundial”, en: Z NET-MAGAZINE, abril de 2000.
[3] Murray Rothbard “Libre Mercado”. Instituto de Libre Empresa, Perú: www.ileperu.org
[4] José Tapia “Dios, la naturaleza y el Mercado Libre”. Instituto de Libre Empresa, Perú: www.ileperu.org
[5] El mapa del emperador. Determinismo, caos, sujeto. San José: Editorial DEI, 1996, p. 13.
[6] George Reisman “Algunas nociones fundamentales sobre la naturaleza benévola del capitalismo”. Instituto de Libre Empresa, Perú: www.ileperu.org (Las cursivas son mías).
[7] Oswaldo de Rivero “No desarrollo y supervivencia en el siglo XXI”. Texto tomado del Internet.
[8] Desarrollo y libertad. Bogotá: Editorial Planeta, 2001, p. 15.
[9] François Houtart “Las alternativas creíbles del capitalismo mundializado”, en: Rebelión, 27 de mayo 2001; y Franz Hinkelammert “Pensar en alternativas: capitalismo, socialismo y la posibilidad de otro mundo”, en: Jorge Pixley, edit., Por un mundo otro: alternativas al mercado global. Quito: Editorial CLAI, 2003, pp. 11-28.
[10] Hacia una economía para la vida. San José: Editorial DEI, 2005.
[11] Ibid., pp. 271, 24-25. Las cursivas son mías.
[12] Cf. el útil libro de Herman Daly & John Cobb. For The Common Good: Redirecting The
Economy Toward Community. Boston: Beacon Press, 1994.
[13] Cf. Mercedes Navarro “El libro de Rut”, en: Varios Autores. Historia, Narrativa, Apocalíptica. Navarra: Editorial Verbo Divino, 2000, p. 393; y Mercedes López “El libro de Rut”, en: RIBLA N° 52, Quito, 2005, pp. 69-78.
[14] Aquí sigo de cerca los argumentos de Carlos Mesters. Cómo leer el Libro de Rut. Bogotá: Editorial San Pablo, 2000, pp. 17-19.
[15] Ibid., pp. 88-89.
[16]
El libro de Rut celebraría el tribalismo como organización social, y en él la
capacidad organizativa de las mujeres. Mientras el Estado no garantiza nada, la
organización tribal –con Yahvé como Dios- garantiza el pan, la familia y la
tierra para todos y todas, incluso hasta a los extranjeros. Cf. José Mizzotti & Gill Marchand. El exilio y la reconstrucción. Lima: Editorial
CEM – ECLPB, 1993, p. 48.
[17] José Castillo “El dinamismo de la gracia”,
en: RELaT N° 148.
[18] Iris
Barrientos “Eres quien puede redimir. Una lectura latinoamericana
del libro de Rut desde el género”,
en: Praxis N°
1, Honduras, 2002. Cf. José Ramírez-Kidd. El Libro
de Ruth. San José: Universidad Bíblica Latinoamericana, 2004.
[19]
Ilona Rashkow “Rute. O discurso do poder e o poder do discurso”, en:
Atahlya Brenner, edit., Rute a partir de
uma lectura de género. Sao Paulo: Edicoes Paulinas, 2002, pp. 34-53.
[20] Es como cuando Antonio Raimondi decía del Perú: “El Perú es un mendigo sentado en un banco de oro”, refiriéndose a los recursos naturales con que cuenta. Pero con tales recursos nadie puede ser mendigo. O sucede, tal vez, lo que decía Gandhi respecto a su país: “La India tiene suficiente para que todos puedan vivir; pero no tiene lo suficiente para satisfacer la codicia de unos pocos”.
[21] Resulta interesante observar que David –el mismo de Rut 4:22, aunque por entonces no era rey- había tenido amigos en Moab quienes protegieron a su familia (1 Sam 22:3-4).
[22] Boyd Luter & Richard Rigsby “An adjusted symmetrical structuring of Ruth”, in: JETS 39/1, March 1996, pp. 15-31.
[23] “Gracia”, en: Xavier Léon-Dufour, edit., Vocabulario de teología bíblica. Barcelona: Editorial Herder, 1985, p. 366.
[24] Mizzotti & Marchand, Op. Cit., p. 113.
[25] José Poe “Rut”, en: Daniel Carro y otros, edits., Comentario Bíblico Mundo Hispano, Tomo 4. El Paso, TX: Editorial Mundo Hispano, 2001, pp. 361-362.
[26] Iris Barrientos (Op. Cit.) tiene razón cuando observa que era necesario reformular las leyes, pues la ley del rescate, por sí sola, no solucionaba el problema de ambas mujeres. Por ello es que dicha ley es combinada con la levirática para resolver una situación de vida o muerte.
[27] John Walton y otros. Comentario del contexto cultural de la Biblia: Antiguo Testamento. El Paso, TX: Editorial Mundo Hispano, 2004, p. 304. Sin embargo, el tema no es el romance –aunque algunos así lo vean-, sino una trama legal. Es interesante observar que el libro nunca acentúa la juventud o la belleza de Rut. Destaca más bien su responsabilidad, su trabajo, su fortaleza, su solidaridad y bondad (3:11). Igualmente el texto nunca enfatiza el interés sexual de Booz, sino su gracia, su justicia y sus habilidades (2:13; 4:4).
[28] Mayores detalles de ambas leyes en: Alicia Winters “El Goel en el antiguo Israel”, en: RIBLA N° 18, 1994, pp. 24-25; y Roland de Vaux “El levirato”, en: Instituciones del Antiguo Testamento. Barcelona: Editorial Herder, 1985, pp. 71-72.
[29] Jorge Pixley “Un llamado desde la Biblia: luchar por una sociedad más humana”, en: Pixley, Op. Cit., p. 95.
[30] Cf. A. Sen, Op. Cit., 2001, pp. 233,245. Darío López ha registrado historias de mujeres pentecostales involucradas en el cambio social desde las bases. Cf. “En el camino de la misión integral: hablan las mujeres pentecostales”, en: Pentecostalismo y transformación social. Buenos Aires: Ediciones Kairós, 2000, pp. 33-50 y “De excluidas a protagonistas. Mujeres pentecostales y organizaciones populares”, en: El nuevo rostro del pentecostalismo latinoamericano. Lima: Editorial Puma - CENIP, 2002, pp. 125-152.
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