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20 de mayo de 2014

¿QUIÉN ORA POR MÍ?

Mercedes Reátegui
INTRODUCCIÓN
    Escucha, oh Dios, mi oración, y no te escondas de mi súplica. Está atento, y respóndeme; clamo en mi oración, y me conmuevo (Salmo 55:1-2).
David ora y llora conmovido. David le está contando su problema al Señor. Él está en lo que llamamos una “situación límite”.
    Y dije: ¡Quién me diese alas como de paloma! Volaría yo, y descansaría. Ciertamente huiría lejos; moraría en el desierto. Me apresuraría a escapar del viento borrascoso, de la tempestad (Salmo 55:6-8).
David manifiesta su deseo de escapar de esa situación que lo aflige. Quisiera poder hallar algún refugio donde poder descansar, no importa así sea el mismo desierto con tal de encontrar la paz ¿No se ha sentido así usted también más de una vez?

Pero ¿qué puede hacer un creyente como David que tiene grandes responsabilidades que atender cada día? ¿Huir y abandonarlo todo? ¡Ni pensarlo!

Su dolor es grande…la traición, insoportable.
    Porque no me afrentó un enemigo, lo cual habría soportado; ni se alzó contra mí el que me aborrecía, porque me hubiera ocultado de él; sino tú, hombre, al parecer íntimo mío, mi guía, y mi familiar; que juntos comunicábamos dulcemente los secretos, y andábamos en amistad en la casa de Dios (Salmo 55:12-14).
A pesar de la maldad de las personas David se anima a sí mismo a buscar refugio en Dios, a seguir clamando a Él confiando en que el Señor lo salvará de estos problemas que lo tienen tan afligido.
    En cuanto a mí, a Dios clamaré; y Jehová me salvará. Tarde y mañana y a mediodía oraré y clamaré, y él oirá mi voz (Salmo 55:16-17).
David no sólo cobra aliento sino que todavía se anima a aconsejar a otros, seguro de que Dios les responderá como lo hizo con él en otras tantas ocasiones. 
    Echa sobre Jehová tu carga, y él te sustentará; no dejará para siempre caído al justo (Salmo 55:22).
¡Y Dios le respondió, lo levantó y lo libró! ¡Qué gran remedio y alivio es la oración! Eso es lo que experimentó el rey David y lo escribió también para las generaciones venideras.

Hoy en día sin embargo algunos cristianos dicen que se sienten debilitados y solos a causa de sus problemas y que nadie se acuerda de ellos y todavía preguntan ¿quién ora por mí? Si usted piensa o alguna vez ha pensado así, quiero que sepa y recuerde lo que dice la Palabra de Dios acerca de  esto.

¿SABE QUIÉN ORA POR USTED?

Fíjese bien en las respuestas:

EL SEÑOR JESUCRISTO ORA POR USTED
    Por lo cual (Jesús) puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos (Hebreos 7:25).
¡Cuánta confianza da saber esto! Cuando el Señor Jesús estuvo en la tierra oraba mucho y especialmente por sus discípulos. El capítulo 17 del Evangelio de Juan es una hermosa y conmovedora oración que hizo Jesús por los suyos. Y oró también por nosotros, para que fuésemos guardados del mal, para que seamos santificados en su Palabra, para que seamos perfectos en unidad y para que estemos para siempre con él.
      Dijo también el Señor: Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo; pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte; y tú, una vez vuelto, confirma a tus hermanos (Lucas 22:31-32).
Jesús oró también por Pedro para que su fe no faltase en medio de la prueba que le pondría Satanás, y así Dios guardó el corazón de Pedro.
    ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros (Romanos 8:34).
Cristo sigue intercediendo por usted. Él es nuestro abogado en el cielo, junto al Padre y es un consuelo saber que por la intercesión de nuestro Salvador nuestra fe no se extinguirá por más fuertes que sean las sacudidas.

EL ESPÍRITU SANTO TAMBIÉN INTERCEDE POR USTED

    Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos (Romanos 8: 26-27).
Si Jesús es nuestro abogado en el cielo, el Espíritu Santo lo es en la tierra. Y como bien sabemos, otro de los privilegios que tenemos los cristianos es la ayuda del Espíritu en la oración. [1]

Para ilustrar esta verdad les comparto una experiencia: 

Cierto pariente -que había dado la dirección de mis padres-, había dejado de pagar su deuda al banco, en consecuencia, empezaron a llegar a casa de mis progenitores las consabidas notificaciones judiciales. Al solicitar ayuda a nuestro abogado, éste me pidió que redactase una carta al juez encargado de la diligencia solicitándole la cancelación del acto judicial. Obviamente el abogado firmaría el documento previa revisión para darle el valor correspondiente. Para mi asombro el abogado tuvo que corregir el  documento original porque los términos que usé no eran los más adecuados. Tuvo que pulir la carta de tal manera que el juez la considerara digna de ser tomada en consideración, de lo contrario hubiera sido rechazada. Gracias a Dios, la acción judicial quedó sin efecto quedando todo aclarado.

Cuando oramos a veces no entendemos bien lo que estamos pidiendo ni sabemos cómo expresarnos. Es ahí cuando interviene el Espíritu Santo para corregir, para pulir y perfeccionar nuestras oraciones para que sean conforme al corazón de Dios. El Espíritu Santo le pone el sentido correcto a nuestra oración, le pone vida, le pone fervor y así las conduce ante el trono de Dios, pues siendo también Dios, el Espíritu sabe bien la clase de oración que el Padre atenderá.

LA IGLESIA ORA POR USTED
    Orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos; y por mí, a fin de que al abrir mi boca me sea dada palabra para dar a conocer con denuedo el misterio del evangelio (Efesios 6:18-19).
Llama la atención el énfasis que se pone aquí en la totalidad en el tema de la oración: en TODO tiempo, con TODA oración y súplica…con TODA perseverancia…por TODOS los santos.

Las iglesias del Nuevo Testamento oraban sin cesar y todos los cristianos debemos vivir orando. Las oraciones ayudan a sostener e impulsar la obra de Dios. La iglesia oró por Pablo y así pudo el apóstol ejercer eficazmente como ministro de Jesucristo.

Gracias a Dios en la iglesia jamás dejamos de orar, aun por aquellos que jamás asisten a las reuniones de oración. Muchos hermanos no tienen ni idea de que oramos por ellos y por sus familias, aunque ellos mismos no lo hagan.

Y A PROPÓSITO DE ENFERMEDADES
    ¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor. Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; y si hubiere cometido pecados, le serán perdonados. Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho (Santiago 5:14-16).
En la iglesia se ora por los enfermos en los cultos de oración, pero aquí dice que el enfermo es el que tiene que llamar a los ancianos de la iglesia para que oren por él en el nombre del Señor, y Dios lo levantará y si hubiere pecado Dios le perdonará ¡Es una promesa del Señor!
Créanme hermanos que jamás he visto u oído -a lo largo de mi vida de creyente- de algún hermano(a) enfermo(a) de la iglesia que haya hecho esto de manera voluntaria. Al contrario, han ocultado su dolencia, no sé si por orgullo, vergüenza o simplemente por ignorancia de la Palabra de Dios. Teniendo la solución a la mano la han dejado de lado.

No piense usted que los ancianos del tiempo de Santiago eran súper espirituales, de ninguna manera; simplemente se trata de la autoridad que Dios les ha dado por el hecho de haber sido elegidos por la iglesia como pastores y/o ancianos para gobernar la iglesia del Señor y esta intercesión es parte de su ministerio.

Así que, la próxima vez que usted enferme no dude en llamar a los ancianos de su iglesia para que oren por usted -o su familia-, y estoy segura que Dios hará allí un milagro. Por otro lado, los ancianos estarán muy agradecidos que usted les permita ejercer el mandato del Señor a través de este ministerio –quizá nuevo para alguno de ellos-, que es el de sanidad e intercesión. 

CONCLUSIÓN

Recuerde usted siempre que cuando ora nunca está solo contándole sus problemas a Dios. Cristo ora por usted, el Espíritu Santo intercede por usted “con gemidos indecibles” y la iglesia también ora por usted.
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Nota pie de página

[1] Matthew Henry. COMENTARIO BÍBLICO. CLIE: Barcelona, 1999, p. 1585.

DESCARGA AQUÍ EL ARTÍCULO ¿QUIÉN ORA POR MÍ?

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Tema Musical: "Hay Momentos"
Intérprete: Danilo Montero
Fuente: MANA S.A. Canal de ADORACIÓN

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