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28 de enero de 2014

EL CRISTIANO Y LA PAZ

Verónica Reátegui Yesquén
“Bienaventurados los pacificadores, porque serán llamados hijos de Dios.” Mateo 5:9

INTRODUCCIÓN

¿Se ha preguntado alguna vez que significa ser pacificador? ¿Qué implica procurar la paz? Se dice que el ser humano por naturaleza es conflictivo, por lo tanto siempre estará a la defensiva ante cualquier circunstancia. Ser pacificador no es nada fácil si nos encontramos ante una situación tensa, sin embargo es ahí donde debemos procurar estar en paz con los demás. No se puede ser un pacificador de la noche a la mañana, es un proceso continuo por el cual debemos esforzarnos hasta conseguirlo. La falta de paciencia, el mal carácter, los chismes, los prejuicios, circunstancias externas, son grandes enemigos que pueden romper ese proceso. Una persona pacífica es aquella que tiene dominio propio porque sabe controlar sus emociones y piensa bien las cosas antes de actuar.

I. TENER CRITERIO OBJETIVO Y NO SUBJETIVO

¿Quién no se ha dejado llevar por algún chisme sin fundamento? ¿Quién no ha juzgado a su compañero(a) por un cambio de actitud sin averiguar primero lo que le sucede? ¿Quién no ha perdido la paciencia alguna vez? y ¿Quién no se ha ganado malos ratos por el simple hecho de no tener la misma opinión que los demás?

Siempre me he preguntado cuántas discusiones, pleitos y tragedias se evitarían si las personas fueran objetivas al momento de solucionar un asunto. Aquí un buen aporte de lo que significa objetividad:
    “La objetividad es el valor de ver el mundo como es, y no como queremos que sea (…) Ser objetivo es un reto importante, porque exige de nosotros ver los problemas y las situaciones con un enfoque que equilibre adecuadamente emoción y razonamiento. Esto por supuesto es complicado cuando las conclusiones se basan más en los sentimientos. Por ello el valor de la objetividad es tan importante, porque nos permite dar su justo peso a los acontecimientos y obrar de una forma coherente.” (CL Norberto Baigorria - Uruguay).
Tener “criterio objetivo” es dejar de lado ciertos prejuicios para recibir la nueva información y así llegar a sabias conclusiones. Es bueno saber escuchar, saber responder, saber esperar, saber aceptar lo bueno y rechazar lo malo, saber valorar, saber pedir, saber dar, saber respetar, saber amar, saber perdonar y estar en paz con los demás.

Todo conflicto es una oportunidad para expresar el corazón pacificador de Dios. Pues es en esos momentos difíciles en donde el cristiano demuestra que es hijo de Dios y por lo tanto su actitud se muestra diferente a los del mundo.

II. MANDAMIENTOS PARA SER PACIFICADORES

Jesús dijo: “Bienaventurados los pacificadores, porque serán llamados hijos de Dios” (Mateo 5:9). El pecado al entrar al mundo puso enemistad entre Dios y el hombre además de todo lo creado. Por tal motivo Jesús no vino a juzgar sino a reconciliar al ser humano y a todas las cosas con Dios.

El apóstol Pablo nos da las pautas necesarias para procurar la paz:

Lectura Bíblica: Romanos 12:9-21

1.“Aborrezcan lo malo y sigan lo bueno. Ámense como hermanos, respetándose mutuamente.” (v. 9-10). Muchas veces, el hecho de que una persona piense distinto a los demás, puede provocar actitudes inmaduras como la indiferencia, la discriminación y el bullying. Sería mejor pensar: “Aunque no opino igual que tú, respeto tu forma de pensar, además considero que más valiosa es nuestra amistad.”

2. “Servir al Señor con corazón ferviente, viviendo alegres en la esperanza soportando con valor los sufrimientos; constantes en la oración.” (v. 11-12). Hay que agradecer a Dios por todo, es decir, no sólo por las cosas buenas que nos suceden en la vida sino también por lo que consideramos situaciones no gratas ¿Por qué? Porque de las situaciones desagradables adquirimos experiencia para superar ciertos fracasos en la vida. Por ejemplo, si te fue mal en el trabajo tómalo con calma y ora al Señor para que prepare tu corazón al llegar a casa y no desbordes tu ira con las personas que más te aman y están siempre cerca de ti. 

3. “Practicar la hospitalidad.” (v.13). Sabemos que en la actualidad es muy difícil acoger a personas desconocidas en nuestro hogar que piden nuestra ayuda, sin embargo, si comunicamos a la Iglesia esta necesidad, con el apoyo de los hermanos, podemos hacer las cosas de la manera correcta.

4. “Bendecir y no maldecir.” (v. 14): El peor error de toda persona es estar siempre a la defensiva. Estar atento a cada palabra para sacar su peor arma. Por ejemplo: si un hombre ve que está siendo vencido en una discusión ante su vecino, lo primero que hace es herirlo sacando algo de su pasado saliéndose totalmente del tema. Eso se llama “golpe bajo” logrando con ello dilatar más la discusión pudiendo terminar incluso en una tragedia. 

Dios nos manda “bendecir y no maldecir” lo que implica no atacar, sino hablar bien, no tanto en lo que dices sino cómo lo dices. Recuerda que “La blanda respuesta quita la ira: Mas la palabra áspera hace subir el furor” (Pr. 15:1). Maldecir no significa solamente anteponer la palabra “Maldito”, sino también desear el mal o hablar mal de las personas.

5. “Alégrense con los que se alegran y lloren con los que lloran.” (v. 15). Podemos tener diferentes maneras de pensar, diferentes puntos de vista sobre un asunto pero debemos ser de un mismo sentir en el Señor (1 P. 3:8). La mejor manera de entender a la otra persona es poniéndose en su lugar aunque sea por un momento.

6. “Vivan en armonía unos con otros.” (v. 16). Cuando la gente no vive en armonía es semejante a un tema musical que suena ruidoso y disonante. Vivir en armonía significa guardar respeto unos con otros.

7. “No paguen a nadie mal por mal.” (v. 17). Aquí a lo que el apóstol Pablo se refiere es que una de las partes debe evitar que el mal crezca, pues si ambos se siguen  respondiendo de igual a igual, será la de nunca acabar y esa ahí donde vienen las desgracias.  Es difícil callar cuando se recibe una ofensa de parte de alguien, sin embargo, nuestra actitud frente a este hecho debe ser de tal manera que nos diferencie de  nuestro  agresor, responder y actuar con sabiduría, así evitaremos pleitos innecesarios. (Cf. Mt. 5:38-42).

8. “Si es posible, en cuanto dependa de nosotros, estar en paz con todos los hombres.” (v.18). Procurar estar en paz unos con otros. Aquí intervienen valores como la justicia, el dominio propio, la tolerancia y el respeto hacía los demás. Si se te presenta un problema con alguien no dejes pasar mucho tiempo y pon en práctica el perdón. 

Se dice que por una palabra ofensiva que pronuncies contra tu prójimo, luego de pedir perdón deberás decirle, por lo menos, diez palabras positivas para reparar el daño ocasionado y ganarte nuevamente su confianza. Imagínense el largo trabajo que le tocará a un padre hacer cuando le diga a su hijo “inútil”, y la cantidad de palabras de valoración que le tendrá que decir para volver a levantar su autoestima. 

9. “No vengarse sino dejen que Dios haga justicia.” (v.19; Cf. Lv. 19:18.). Generalmente se usan frases como estas: “Todo da vueltas”, “no lo puedo ver ni en pintura”, “no entiendo como a esta persona le va bien en la vida a pesar de…”,  “que bien que le haya pasado esto”, “por malo terminó así”, etc. Sin embargo, para Dios la justicia se basa en hacer el bien hasta al propio enemigo. No debemos confundir “Venganza y justicia”. La venganza busca el propio placer mientras que la justicia busca el bienestar social. 
    “Si el que te aborrece tiene hambre, dale de comer pan, y si tiene sed, dale de beber agua; pues, haciendo esto, harás que le arda la cara de vergüenza, y Jehová te recompensará” (Pr. 25:21-22).
10. “No te dejes vencer por el mal. Al contrario, vence con el bien el mal.” (v. 21). Como mencionaba antes, “dominio propio”, actuar con juicio, con prudencia con criterio objetivo, con sabiduría. Así como toda disciplina requiere de un buen entrenamiento para salir al campo con éxito, de igual manera debe ser nuestro diario vivir. No sabes con qué sorpresa te puedes encontrar, pero trata de no estar a la defensiva, primero escucha, evalúa y responde con sabiduría. Debemos estar firmes en la fe en Jesucristo para vencer a nuestro adversario el diablo que busca a quien devorar. (1 P. 5:8).

CONCLUSIONES FINALES
  • Un hijo de Dios no puede practicar la violencia. Es decir, no puede maltratar física, verbal, ni psicológicamente a su prójimo. Aquí intervienen el juzgar mal, criticar sin tener pruebas, discriminar a alguien por su condición social, sexo, edad, ideología, raza y/o color de piel, etc.
  • Aunque no ganes la carrera esfuérzate por llegar a la meta. Procura la paz, intenta, esfuérzate por alcanzarla, no te dejes dominar por tu mal carácter. Vence y serás bien recompensado como dice el Señor. Si en una discusión observas que la situación se pone más difícil es mejor callar y no dar lugar al diablo. Mt. 5:41; Ef. 4:26-27
  • Acepta tus límites. Cuando decidas ir en busca de la persona ofendida para pedirle perdón, y esta persona se niegue a escucharte sin aceptar tus disculpas, ten presente que no es culpa tuya, porque hiciste lo posible por tratar de reconciliarte. Que quede claro que no podemos controlar la situación ni mucho menos cambiar el corazón de la otra persona. Mt. 18:15-17.
  • ¿Venganza o Justicia? Recordemos el ejemplo del “Buen Samaritano” Lc. 10:25-37, un hombre que pudo tomar venganza con sus propias manos, sin embargo, prefirió poner en práctica la justicia que Dios exige que hagamos como hijos suyos. Así como Dios también nos ha otorgado de su gracia aún sin merecerlo, hagamos nosotros también lo mismo con nuestro prójimo.

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