24 de septiembre de 2011

SENTIMIENTOS DE SOLEDAD

Ps. Martín Ocaña
Definición
La soledad es una sensación / impresión intensamente dolorosa de exclusión, de rechazo, de no importarle a nadie, de carecer de valor, y suele ir acompañada de sentimientos de angustia, inquietud y una excesiva concentración en uno mismo. A la vez, la persona afectada cree (supone, realmente) que todos los demás disfrutan de un afecto y un regocijo constantes y perfectos, lo cual añade intensidad a su sentimiento de soledad (“Yo soy el único que soy así”).

La soledad es un sentimiento el cual, muchas veces, no corresponde a la realidad. En ese sentido se trata de una distorsión / distracción de la realidad y que se encuentra presente en todas las edades y condiciones sociales. En efecto, la soledad, en cierto sentido, lo han experimentado todos en algún momento de su vida, aunque muchos no estén dispuestos a admitirlo.

Situaciones diversas
Los medios de comunicación, la televisión en particular, muestran la soledad como lo opuesto a lo deseable, a “lo normal”. Basta ver los comerciales... Esto añade más dolor a las personas afectadas profundizando su sentimiento.

Una persona que se siente sola e incomprendida muchas veces intenta remediar su situación buscando a otros como ellos. A menudo se arrojan en brazos de alguien –no importando quien sea- y que supuestamente acabará con su problema. No sorprende que esa relación de pareja se caracterice por la insatisfacción, el aburrimiento y el fastidio. Si la soledad es el factor que hace que dos personas se unan, más bien lo que sucederá es que acabarán como dos personas solas que viven bajo un mismo techo.

Otras situaciones: La esposa o el esposo se siente solo cuando el cónyuge no es un apoyo en su vida. Los hijos se sienten solos cuando no son comprendidos por sus padres. De ahí que busquen en los amigos ayudas diversas.

Tipos de soledad
Hay que aclarar que “sentirse solo” no es lo mismo que “estar solo”. Hay quienes eligen la soledad con propósitos específicos, como es el caso de algunos escritores, filósofos, artistas, poetas y científicos.

Sin embargo, existe otro tipo de soledad. Es la soledad amarga que se ha de soportar a la fuerza por las limitaciones del carácter (los melancólicos, por ejemplo), por frustraciones o cambios bruscos que trae la vida (el divorcio, la viudez, cambio de lugar de residencia, etc.), o por situaciones que sencillamente llegan a ser (la soltería no deseada, la ancianidad, etc.).

El círculo del solitario
Cuando la soledad está arraigada puede convertirse en una verdadera cárcel psicológica (patológica realmente) que conlleva a un proceso que puede resumirse en cuatro etapas:


1) Creencias negativas hacia sí mismo. A causa de sus fracasos las personas solitarias se ven negativamente a sí mismas y están convencidas de que fracasarán al tratar con los demás. Tienen poca autoestima, se rebajan a sí mismos, se sienten incapaces de relacionarse. Así, el solitario crónico se deja arrastrar por pensamientos negativos de sí mismo y de los demás. Esto tiende a funcionar como “profecías” auto-cumplidoras. Quien cree que va a fracasar acaba fracasando por su propia falta de confianza.


2) Conducta con poca destreza social. Al solitario le resulta difícil desplegar actividades sociales, participar en grupos, demostrar que disfruta de la compañía de los otros, tratarlos cordialmente. Suele comportarse de forma poco agradable cuando está en público, se siente inseguro de sí mismo, generalmente es poco inclinado a revelar su intimidad y cuando la descubre se comporta de forma inapropiada, tendiendo a refugiarse en la ironía al tratar con los demás.


3) Rechazo de los otros. La mala imagen del solitario, la forma de tratar a los demás no son una buena tarjeta de presentación. Con su forma de actuar ahuyenta a los que podrían haber llegado a ser amigos suyos y contribuye a que los demás no le miren bien.


4) Retirada a la soledad. Solo el repliegue en su caparazón permite un mínimo de “seguridad” a la persona que se siente rechazada por los demás. La soledad tiende a consolidarse con el tiempo y estas personas están convencidas de que su situación no va a cambiar. La depresión e infelicidad que acompañan al aislamiento refuerzan las creencias negativas hacia sí mismo y reinician el proceso circular en una situación que se realimenta a sí misma nuevamente.

Lo que produce la soledad
El sentimiento de soledad es altamente destructivo tanto para quien lo sufre como para los que lo rodean. Se puede decir que la soledad origina: Amargura; Resentimiento contra las personas; Alcoholismo; Drogadicción; Promiscuidad; Depresión; Problemas para relacionarse; Problemas psico-somáticos; Infelicidad; Suicidio. No se está diciendo con esto que todos los solitarios lleguen a ser alcohólicos, promiscuos o se vayan a suicidar, por poner tres ejemplos, aunque podrían efectivamente llegar a ello.

Cuatro peligros a evitar
1) Evite el peligro del aislamiento. El aislamiento destruye la mente. Mantenga su vida social (hable por teléfono, visite a alguien, etc.).

2) Evite el peligro de la inactividad. Inactividad y soledad son muy malas compañeras.

3) Evite el peligro de tener lástima de sí mismo. El mejor remedio es hacer constructivas para los demás.

4) Evite el peligro del desaliento o abatimiento: “Me estoy poniendo más viejo”, “Mi vida está llegando a su fin”, etc.

Una reflexión final a modo de consejo
Cuando uno lee la Biblia se encuentra con personajes que, en determinados momentos, llegaron a sentirse solos, abandonados. Es el caso de Agar, de Moisés, de Job, de Pablo, e incluso de nuestro mismo Señor Jesucristo. Ante la proximidad de su muerte les dijo a sus discípulos “He aquí la hora viene, y ha venido ya, en que seréis esparcidos cada uno por su lado, y me dejaréis solo; más no estoy solo, porque el Padre está conmigo” (Juan 16:32).

La seguridad de contar con la cercanía, con el apoyo del Padre celestial debe ser suficiente consuelo si es que alguna vez nos asaltan sentimientos de soledad o si optamos por vivir un estilo de vida aislados de los demás, debido a las causas ya mencionadas u otras.

Es en esos momentos en que debemos:
1) Confiar una vez más en el Señor.
2) No olvidarnos de orar.
3) Recordar la fidelidad y misericordia de Dios.
4) Abrir los ojos espirituales para ver la presencia de Dios.
5) Creer que el Señor nos provee en toda necesidad.

Un cristiano, a lo largo de su vida espiritual, debe estar atento a los posibles engaños del enemigo. No olvide que el cristiano que acepta sus propios sentimientos e impresiones (falsos, muchos de ellos) dándolos por válidos sin evaluarlos atentamente, está muy expuesto a ser dominado y vencido por Satanás.


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