Según los teóricos de Iglecrecimiento se trata tanto de un movimiento como de una “ciencia” de la misión (Donald McGavran, Alan Tippet, Peter Wagner, Fred Smith, Juan Miranda, Juan Wagenveld, etc.), pretendiendo otorgarle así un carácter de infalibilidad e irrebatibilidad. Últimamente, y modificando posiciones anteriores, prefieren definirlo como una “disciplina” que investiga la naturaleza, expansión, implantación, multiplicación, funcionamiento y salud de las iglesias, en tanto implementa la comisión divina de hacer discípulos a todas las naciones según Mateo 28:18-20.
Desde una perspectiva evangélica, sin embargo, se ha preferido definir a Iglecrecimiento tan sólo como una teoría misional, otorgándole de esa manera un carácter meramente especulativo. Se trataría, pues, de una forma de entender la misión de la iglesia, nada más.
Lo que sí es cierto es que Iglecrecimiento se ha presentado en América Latina y el Caribe como una forma de hacer misión –con sus respectivas presuposiciones teológicas-, de tal manera que ha generado un movimiento dinámico en muchas iglesias evangélicas.
Aunque la historia de Iglecrecimiento es relativamente nueva, se pueden esbozar algunos datos para saber de qué se trata. Desde un inicio se debe subrayar que la teoría misional de Iglecrecimiento es indisoluble de la persona de D. McGavran.
McGavran en su trabajo misionero en la India: (1) Constató que –debido al sistema de castas- era muy difícil evangelizar, digamos, a alguien de casta “superior”; (2) Vio cómo las iglesias y misiones no obtenían resultados (conversos) debido a que dedicaban más tiempo y recursos económicos a labores de carácter social; y (3) Observó que los esquemas occidentales para evangelizar –con su énfasis en el individuo- fracasaban en la India debido a que sus habitantes tenían una experiencia y perspectiva más grupal o comunitaria.
Ya en Estados Unidos, con más de tres décadas de experiencia misionera y con nuevas ideas en el campo de la misión, McGavran fundó en 1961 el Instituto del Crecimiento de la Iglesia (Eugene, Oregon). Poco tiempo después éste llegó a ser parte del Seminario Teológico Fuller (Pasadena, California), sirviendo el mismo McGravan como su primer decano de la Escuela de Misión Mundial e Instituto del Crecimiento de la Iglesia. A McGravan pronto se asociaron A. Tippet, antropólogo, Ch. Kraft, antropólogo y etnólogo, R. Winter, ex misionero en Guatemala y gestor del movimiento de “Pueblos no Alcanzados”, P. Wagner, ex misionero en Bolivia y estratega de misiones. Estas vinculaciones explican parcialmente la influencia posterior de Iglecrecimiento en América Latina.
A inicios de la década de los 70 P. Wagner asumió responsabilidades mayores en el movimiento de Iglecrecimiento. Llegó a ser director de la Asociación Evangelística Fuller (AEF), y mediante ella se interesó en los problemas misiológicos de las iglesias estadounidenses. Wagner también organizó un departamento hispano de IC a cargo de J. Miranda. Es en este contexto que Iglecrecimiento comenzó a alcanzar mayor influencia.
Se puede decir que Iglecrecimiento ha experimentado tres etapas bien definidas. La primera tiene que ver con la visión de renovar las iglesias ya establecidas para que sean más evangelizadoras. La segunda etapa se enfocó en las estrategias de mercadeo con la meta de dar crecimiento numérico a la iglesia. La tercera etapa está abocada actualmente a la efectividad ministerial y su expresión institucional en diversos ministerios como Amanecer y AD 2000, entre otros.
Después de D. McGavran se puede decir que el nombre más destacado en Iglecrecimiento es P. Wagner. Éste, junto con la Academia Americana de Iglecrecimiento, ha tejido redes en todo el mundo para la difusión de este movimiento y de sus teorías misionales que, en el fondo, no han variado mucho de las propuestas originales.
Como movimiento misiológico y teológico Iglecrecimiento ha inaugurado criterios, perspectivas y un nuevo lenguaje: enfermedades eclesiásticas, mandato cultural, mandato evangelístico, evangelismo (E-0, E-1, E-2, E-3), misión (M-1, M-2, M-3), pioneros, colonos, pueblos no-alcanzados, principio de unidades homogéneas (PUH), adopte-un-pueblo, ventana 10-40, etc. Detrás de esta nueva fraseología se encuentran los siguientes postulados:
(1) Factores de carácter cultural, antropológico particularmente, son los que afectan de manera determinante la respuesta de la gente al Evangelio. McGravan decía que los grandes obstáculos para la conversión son sociales y no teológicos. Por ello es que Iglecrecimiento ha puesto desde sus inicios énfasis en el uso de las ciencias sociales (particularmente la sociología funcionalista, la investigación y el análisis) como instrumentos necesarios en la tarea misionera.
(2) La conversión a la fe cristiana no tiene por qué implicar necesariamente “desórdenes” para el grupo social que acepta el Evangelio. Por ello es que Iglecrecimiento sigue sosteniendo a pesar de las críticas que la evangelización debe darse dentro de grupos “culturalmente homogéneos” (Principio de Unidades Homogéneas, PUH).
Sobre el particular Iglecrecimiento enseña que la realidad pura y simple es que la gran mayoría de los pastores son monoculturales y han sido llamados y equipados por Dios para ministrar primaria y de forma efectiva a los de su propio grupo. Iglecrecimiento aboga por un cambio cultural mínimo.
(3) Interpreta la Gran Comisión (Mateo 28:19-20) como un imperativo para hacer discípulos y formar iglesias. Por ello es que objeta todo esfuerzo misionero que no resulte en conversiones así como en la multiplicación de nuevas iglesias.
El crecimiento numérico se torna en una meta fundamental. Para ello Iglecrecimiento no repara en incorporar técnicas del mercadeo. Iglecrecimiento enseña, en consecuencia, que la iglesia sí puede aprender ciertos detalles del supermercado. Así como éste se coloca en un lugar estratégico y provee diversos servicios para sus clientes, la iglesia debe considerar esos asuntos por amor a sus miembros y a las personas que quiere alcanzar.
Según los teóricos de Iglecrecimiento, este movimiento ha hecho cuatro grandes contribuciones al campo de la misión:
(1) El principio teológico, es decir, la evangelización es central en el trabajo misionero y no el mandato cultural; (2) El principio ético: Dios está interesado en resultados concretos (discípulos, iglesias), y no en meros informes misioneros; (3) El principio misiológico por excelencia, el PUH ya explicado anteriormente; y (4) El principio de “hacer las cosas correctas”, es decir, la misión deviene en la formación de discípulos que se integran a la iglesia. Si no hay nuevos discípulos entonces la misión no está haciendo bien las cosas.
Desde una perspectiva evangélica latinoamericana se ha objetado a Iglecrecimiento. Destaco los aportes de tres reconocidos misiólogos evangélicos.
Orlando Costas fustiga a Iglecrecimiento porque olvida que el crecimiento de la iglesia, según el Nuevo Testamento, es integral. La iglesia debe crecer en anchura (numéricamente), en profundidad (vivencial, como comunidad de adoración y nutrición), y en altura (la iglesia como signo del nuevo orden de vida introducido por Jesucristo).
René Padilla cuestiona el uso del PUH para la evangelización debido a que el Nuevo Testamento no da testimonio de ello, por el contrario, la práctica misionera de la iglesia primitiva descarta de plano esa posibilidad.
Finalmente, Samuel Escobar sostiene que la iglesia no puede entenderse como una empresa que reduce el concepto de misión a formas de proclamación que puedan cuantificarse, ayudados por el uso de la informática, las técnicas de mercadeo y direción gerencial.
DESCARGA AQUÍ EL ARTÍCULO "El movimiento de iglecrecimiento"
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1 comentarios :
Hermano Martin soy un pastor de la ciudad de México. Ya he estudiado, hace años, curos de iglecrecimiento. Ahora siento la necesidad de tomar un curso nuevamente a fin de refrescar. No he encoentrado. He buscado en seminarios. No lo dan. No se si sabe de algun lugar o intitución teológica donde pueda hacerlo. Se lo agradeceré. Espero su respuesta. Mi correo es jgerman@prodigy.net.mx
Gracias.
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